TERTULIA POLÍTICA
* Arde el ayuntamiento de Cuernavaca
* Cesan personal,
incluso sindicalizado
* Todo el cabildo avala
las injusticias
El ayuntamiento de Cuernavaca, por decirlo de la mejor manera, se encuentra en llamas, arde en lo administrativo, en lo político y en lo económico.
Una pandilla
de salteadores, con Francisco Antonio Villalobos Adán al mando, llegó
desfondar las finanzas y a saquear todo aquello susceptible de ser robado. Se
llegó al extremo de abrir tumbas y capillas, al menos en el Panteón Parque de
la Paz, se comprobó el robó hasta de dentaduras y la exhumación de cadáveres,
para revender los espacios funerarios.
Cuando sonó
ese escándalo, que alcanzó a familiares y amigos, pensamos que era lo peor que
habíamos visto. No, en el ayuntamiento se actúa sin escrúpulos, con alevosía y ventaja.
No se tiene ningún miramiento.
Primero es el
dinero que se acusa que amasa Villalobos
Adán, en contra de quien existen investigaciones de la Fiscalía Anticorrupción,
sólo que frenadas por “su compayito”, como ahora se refiere al titular de
aquella dependencia, ese elefante blanco, hambriento y sediento de dinero.
Consecuencia
de la impunidad con que actúa, el presidente municipal, el bipolar, esquizofrénico
y enloquecido diagnosticado, Antonio
Villalobos “El Lobito”, es que incurre en excesos y violaciones a la ley
que, por mucho menos, lo tendrían tras las rejas, Lamentablemente no existe
autoridad que pueda frenarlo, incluido el Congreso del Estado, esa guarida de
parásitos, muchos de ellos malvivientes y ladrones y, además, socios de grupos
criminales.
Todo lo
anterior viene a tema, porque en diferentes secretarías y oficinas del
municipio, los propios titulares llamaron a decenas de trabajadores, para comunicarles,
que estaban despedidos, así, sin más.
Se terminó el
trabajo y por tanto quedan fuera del ayuntamiento, se les repitió, como lo hizo
el secretario o encargado de Obras Públicas, un tal Alberto Canek Zagal, quien, sin más, bajó a comunicar la desaparición
de oficinas y la fusión de otras. Pero en todos los casos, los despidos fueron
arbitrarios y al margen de todo ordenamiento legal.
Me dicen que
los que se encargaron de la “negociación” con los dirigentes de los sindicatos,
fueron el Secretario de Administración, Alejandro
Flores Archer, la Consejera Jurídica, Rocío
Uruostegui, y el tesorero José
Reynold Quiñones.
Las más
acomedidas en el atropello laboral, me dicen que fueron Otilia Reyes Soto y Liliana
Nájera Castillo, dirigentes sindicales de alguna de las alas en que se
aglutina a los trabajadores del ayuntamiento que, como se ve, no gozan de
ninguna protección. Sus representantes se colocan del lado del interés económico
personal, como lo afirman.
El personal despedido
de manera injustificada, hasta con 25 años de servicio, me dicen que nunca
encontró el apoyo de los regidores o la síndico municipal, la señora Marisol Becerra, pues acusan que todos
son de la misma ralea, un grupo de saqueadores que no han visto más que por su
beneficio personal, mientras que la ciudad acusa el peor abandono de su
historia.
Los cientos de
despedidos, se convertirán en una nueva carga de laudos, para quienes asuman la
administración del ayuntamiento en el próximo periodo, mientras tanto, la
burocracia dorada, los amigos y “compayitos” del “Lobito”, seguirán tan
campantes, cobrando el salario que no se ganan.
Frente a lo
anterior, a nadie debe extrañar que motivados por los acelerantes más
peligrosos: el hambre y el desempleo,
muchos de los despedidos cumplan su amenaza de incendiar el ayuntamiento.
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