viernes, 29 de enero de 2016

TERTULIA POLÍTICA

Ingobernabilidad / CMMC

Graco, Fidel y Capella / La ponzoña, el cinismo, la impunidad
En septiembre de 2013 se difundió un análisis de la personalidad del gobernador Graco Ramírez. Se le identificó en el grupo humano de seres nocivos, a los que la psicología forense define como psicópatas, trastornados mentales con alto grado de peligrosidad.
En mismo estudio apunta:
De la Escala de Evaluación de Psicopatía, instrumento técnico utilizado por las instancias de procuración de justicia en Estados Unidos, tenemos cuatro facetas en las que Graco califica con grados altos:
INTERPERSONALES: Facilidad de palabra / Encanto superficial Sentido desproporcionado de autovalía / Mentiroso patológico / Estafador y manipulador.
AFECTIVAS: Ausencia de remordimiento o sentido de culpa / Afecto superficial / Insensibilidad afectiva / Ausencia de empatía / Incapacidad para aceptar responsabilidad de acciones propias.
ESTILO DE VIDA: Necesidad de estimulación / Tendencia al aburrimiento / Estilo de vida parasitario / Ausencia de metas realistas a largo plazo / Impulsividad / Irresponsabilidad.
ANTISOCIALES: Pobre autocontrol de la conducta / Problemas de conducta en la infancia / Delincuencia juvenil / Revocación de libertad condicional / Versatilidad criminal.
Hoy a 30 meses de que se difundió ese documento, elaborado por un equipo de especialistas, me parece que mantiene su vigencia, pues dibuja de cuerpo entero al señor Ramírez, una persona evadida de la realidad, que con una sorprendente sangre fría, arremete y difama a sus adversarios.
Para Graco, no pensar igual que él o disentir con su estilo de gobernar, es suficiente para que orqueste rudísimas embestidas y criminalice a sus adversarios. Naturalmente, como es su costumbre, sin probar sus dichos.
También hoy, a casi 40 meses de que inició su mal logrado gobierno, se multiplican los grupos sociales en desacuerdo con el abuso de poder, el latrocinio, el nepotismo y la rabiosa arbitrariedad con que actúa. Hoy también, las mentiras empiezan a caer por su propio peso y el descontento social golpea con rudeza a las puertas del palacio de gobierno. Su administración se sostiene con débiles alfileres.
Y aunque no se ha dado cuenta, por esa peligrosa evasión de la realidad que padece, Graco dejó de gobernar hace mucho; sumió al estado en la peor crisis de gobernabilidad de que se tenga recuerdo. Hoy, como los piratas, reparte el botín a conveniencia.
El desgobierno y la locura que enferman al gobernador, lo han llevado a locuras inauditas, como la más reciente, esa de tratar de bloquear la aplicación de la ley y la voluntad de los temixquenses y, en revancha con el senador Fidel Demédisis, motivar el ridículo del perredismo estatal, al proponer y apoyar que la madre de la alcaldesa asesinada a domicilio, Gisela Mota Ocampo, la señora Juana Ocampo, asumiera la presidencia municipal. La máxima autoridad electoral en el país, desdeñó ese capricho y, aplicó lo que corresponde a la legalidad: Irma Camacho sustituirá a Gisela.
Ponzoñoso, virulento, difamador y mitómano como es, Graco no se cansa de abrir frentes y a todos acusa de estar asociados al crimen organizado; lo hizo con Federico Figueroa quien se apersonó en la PGR para desmentirlo. Graco dejó de ladrar,
Mientras rechazaron el Mando Único, Graco Ramírez y su sicario estrella; otro enloquecido con poder, Alberto Capella Ibarra mantuvieron una rabiosa campaña de desprestigio en contra de Cuauhtémoc Blanco, el alcalde de Cuernavaca. Lo impuso, se sometieron y terminó la costosa campaña de difamación.
En ese mismo sentido, el presidente municipal de Tlaquiltenango, Enrique Alonso Plascencia, se atrevió a recurrir a la justicia federal y logró que se echara abajo la imposición del Mando Único. Eso bastó para que Graco lo hiciera blanco de una furiosa persecución, acompañada de un bajuno golpeteo mediático que cuesta millones de pesos al erario.
Y si seguimos enlistando estupideces en agravio de los morelenses y a capricho y complacencia de Ramírez, no habría espacio periodístico que alcanzara, hay cientos de muertos que convierten al estado en gigantesco cementerio y morelenses de los 33 municipios, en desacuerdo con un desgobierno que lastima y agravia.
CMMC
En el mismo sentido, solo que con relación a la cruzada que abandera la Coordinadora Morelense de Movimientos Ciudadanos, que convoca a una nueva movilización el 19 de febrero, misma que apoyo y a la que asistiré, creo que en los días más recientes, se ha perdido el rumbo y se empezó a asumir una posición contestataria.
Y no creo que sea correcto que mi amigo, el vocero de la CMMC, Gerardo Becerra se iguale o baje al nivel de Graco, abriendo frentes y lanzando acusaciones que en nada favorecen al movimiento.
Lo anterior viene a tema, porque luego de una declaración hecha por el diputado Francisco Moreno Merino, presidente de la mesa directiva del Congreso, lo acusaron de todo y lo amenazaron con solicitar al CEN del PRI y al estatal de ese partido, que lo reprenda, lo que creo que no le preocupa al legislador, a quien no pretendo defender, ni lo necesita. Si hay alguien fraguado en el golpeteo mediático y político es precisamente él. Cuanto más duros han sido los golpes que le han lanzado, más fuerte se ha levantado.
En mi opinión, la Coordinadora pierde el objetivo, cuando anuncia que recurrirá a las dirigencias del PRI, nacional y estatal, para reportar a un diputado. Lo que habría que analizar, es por ejemplo, si Rodolfo Becerril tiene el nivel y el valor, para llamar a cuentas a Moreno y/o si conviene a sus intereses hacerlo, porque el presidente priísta en Morelos, tiene muchos tratos bajo el agua con el gobierno del Estado.
Y si, comparto la idea de que se recurra a las dirigencias nacionales de los partidos, que se les exija que en el Congreso del Estado se atienda la demanda de juicio político en contra de Graco, porque todos, absolutamente todos los diputados locales, atienden a ordenamientos partidistas. Aquí no van a hacer nada que no se les ordene, incluso desde Los Pinos, en donde Enrique Peña Nieto parece muy cómodo con lo que ocurre en Morelos, en donde un trastornado devora la tranquilidad y la economía del Estado.
Estoy seguro que es allá, en la Ciudad de México en donde hay que manifestarse, en donde se debe exhibir la crisis política, económica y de seguridad que vive Morelos, porque sin  la anuencia correspondiente, aquí no pasará nada.

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