TERTULIA POLÍTICA
Ladrones y
drogadictos
Pedro Martínez
Serrano
En los días más recientes he
dedicado la Tertulia Política, para
hablar sobre quiénes, en mi opinión y de nadie más, son quienes creo deben
contender por la gubernatura, las alcaldías y las diferentes posiciones en
disputa en el 2018.
Las respuestas
han sido muchas y muy variadas, desde los ilusos que gritonean sin razonar, que
se les retire el dinero a los partidos, hasta los que plantean que todos deben
ser profesionistas titulados; en esa fauna de aquellos que piensan que los que están mal son los de enfrente, que
sólo ellos son los correctos, hay de todo, incluidos los que a todos acusan
de ladrones y/o drogadictos, obviamente sin probar.
Lo
mismo en mis depósitos de mensajería electrónica, que a través de recados telefónicos,
hay quienes me han ofendido por expresar lo que pienso, según yo, lo que
conviene al estado y a los municipios, sólo que la mayoría de quienes lo han
hecho, son gente de dudosa reputación, enchufada a nominas partidistas, gracias
a la recomendación o la imposición muy propia de todos los signos políticos.
Hay
también quien “víctima” de algún despido o negativa para ser enchufado en
alguna nómina burocrática, compró pleito con tal o cual aspirante que, al final
del día, ni enterado está, lo mismo que aquellos a los que se les negó algún
contrato o componenda.
En
muchos casos, quienes me han regañado por mencionar a tal o cual persona, “porque
es corrupto”, “es drogadicto”, “no terminó ni la secundaria”, “es más de lo
mismo”, “porque es de los dinosaurios”, “porque son los mismos de siempre”, “porque
ahora queremos ciudadanos”, “porque no es morelense”, “porque no son jóvenes”, “porque
hay que privilegiar la paridad”, son sujetos de dudosa reputación, lo mismo
vinculados a grupos criminales, llámense como se llame la franquicia delictiva,
igual “Guerreros Unidos” que “Los Rojos”.
Esos
que acusan a sus correligionarios o a los de enfrente, son el mejor ejemplo del
ratero que sale gritando: ¡agarren al
ladrón!; son como aquellos que cobran venganza y buscan lavar rencores personales y pasionales, en el
grito y la movilización, en la difamación mediática, en la denostación de café
y la filtración de rumores goebelianos, copia fiel del sello del sexenio, del
estilo de Graco Ramírez y su
hijastro, Rodrigo Gayosso.
Frente
a lo anterior, estoy convencido, la experiencia adquirida en más de 3 décadas
de ejercicio periodístico, me ilustra que ni
todo lo bueno es nuevo; ni todo lo malo es viejo; como tampoco ser morelense,
es garantía de honestidad, ni ser profesionista, asegura talento.
Para
quienes gritonean exigiendo que se retire el subsidio a los partidos, les
recuerdo que muchísimos grupos criminales, como los que operan alrededor de la
Estación del Ferrocarril de Cuernavaca, están a la espera de patrocinar a
partidos y candidatos; como seguramente lo hacen en algunos casos.
Quienes
dicen que es el tiempo de los candidatos independientes y “los ciudadanos al
poder”, creo que ignoran la dimensión de las estructuras electorales y recursos
económicos que hay que disponer para ir a la contienda; en Morelos no hay un
solo nombre, no hay un solo personaje, cuyo prestigio, honorabilidad e
ingenuidad, alcance para ganar una elección.
Por
cuanto a que sean profesionistas o no, hay un viejo adagio que dicta que “el
título no quita lo pendejo, muchas veces lo enaltece”; conozco profesionistas titulados
por promedio, que viven rodeados de la desgracia de sus limitaciones, de su
carencia de talento, como disfruto también la amistad de exitosos empresarios, “que
no terminaron ni la secundaria”.
Por cuanto a “ladrones y drogadictos”, como acusan a personajes
que he mencionado, creo que a la hora de limpiar la casa en los partidos, lo
mismo de rateros que de drogadictos, estaría difícil encontrar quién cierre la
puerta. Valentones, fanfarrones, ladrones, como ignorantes, hay lo mismo en las
filas de los partidos, que entre los ciudadanos independientes que sienten que
hoy, las redes sociales los harán ganadores, olvidan que precisamente, es ahí
en donde se exhiben de cuerpo entero, en donde muestran su ingenuidad, pero también
su perversidad.
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