martes, 21 de noviembre de 2017

TERTULIA POLÍTICA

Terror y corrupción
Cuando disparan contra 
uno, nos están hiriendo a todos... 
Cuando una bala hace blanco, 
todo el estado sangra

Pedro Martínez Serrano
El terror que secuestra a Cuernavaca y que lo ha mantenido secuestrado, no tiene absolutamente ningún otro origen, que la voracidad y la corrupción con que operan los cuerpos de seguridad pública, hoy bajo la responsabilidad absoluta del gobernador Graco Ramírez y de su jefe de policía, el también fuereño con un pestilente tufo a vínculos con grupos criminales, Jesús Alberto Capella Ibarra.
Lo que ha ocurrido al interior de antros de vicio en los que la venta y consumo de droga, reporta ganancias que llegan hasta las manos de jefes policiacos y funcionarios gubernamentales, es solamente consecuencia de la complicidad, la corrupción y la imperante impunidad que tienen sometidos a los morelenses.
Cada que se registran hechos de sangre y muerte en lugares públicos, de manera por demás estúpida, el gobernador Ramírez, el retrasado mental y ladrón, que tiene como hijastro, Rodrigo Gayosso; el corrupto y pusilánime que despacha como secretario de gobierno, Matías Quiroz Medina; al igual que el cómplice de grupos criminales, Alberto Capella, se atropellan, se empujan con tal de ganar la primera declaración para escupir culpas en contra de las autoridades municipales.
El sello propio del gobierno de Graco, ladrón insaciable y sin escrúpulos, que antepone el saqueo al dolor de los morelenses en desgracia, es buscar culpables de los hechos que hilvanan la cadena de terror que nos iguala a todos; castigar a los responsables es lo que menos importa.
El asesinato por la espalda de un profesor de secundaria, el fin de semana anterior en Plaza Marina Cuernavaca, llevó al comisionado estatal de seguridad, Alberto Capella a imprimir el toque goebeliano al asunto (una mentira repetida mil veces, se convierte en verdad): “este tipo de sucesos sólo impacta en la percepción por su naturaleza violenta, pero que no representan los resultados que se han tenido en materia de seguridad”.
Con ese cinismo desbordante que lo caracteriza, Alberto Capella, lo mismo que el pusilánime y corrupto Matías Quiroz, al igual que en el evento del Ático, voltean la mirada y acusan al municipio, de la expedición de los permisos de funcionamiento de los establecimientos, en los que se registran los hechos que, en el caso del mugrero plagado de criminales denominado Plaza Marina, la ejecución se registró en la vía pública, como se aprecia en el video.
Sobre el particular, vale la pena plantear las siguientes interrogantes: ¿Dónde estaba la patrulla que, de manera permanente, se encuentra frente a la Plaza Marina? ¿Y los operativos de reforzamiento de la seguridad que, según Capella, se aplicarían después del asesinato en Ático? Y; la más importante, ¿Quién vigila el correcto funcionamiento de las agencias de seguridad que prestan en servicio en guaridas de malvivientes como la Plaza Marina y/o Ático?
Y, además, hay que recordarle al extraviado mental que se mantiene todavía al frente de la gubernatira, Graco Ramírez que el responsable político de lo que ocurre en Morelos, es él y nadie más. 

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