martes, 5 de diciembre de 2017

TERTULIA POLÍTICA

Graco el engañado

Pedro Martínez Serrano
Al gobernador del Estado, Graco Ramírez, lo engaña y lo ningunea su hijastro, Rodrigo Gayosso; lo engaña y lo regaña su esposa, Elena Cepeda; lo engaña y lo inculpa, su jefe de policía, Alberto Capella y, lo engaña y se pitorrea de él, el novísimo rector de la universidad estatal, Gustavo Urquiza Beltrán. Todos lo ocupan. Olvida el señor de Tabasco, que el responsable político de lo que pasa en Morelos, es él y nadie más.
Si su hijastro ha saqueado al erario hasta hartarse; si su esposa ha hecho lo propio, además de pisotear los derechos de las familias; si su jefe de policía ha andado matando gente a lo largo y ancho del estado, el responsable, al que va a castigar la justicia federal, es a él, a Graco Ramírez, porque él lo ha permitido.
De los abusos de poder, de los atropellos cometidos y del saqueo voraz en que ha incurrido Rodrigo Gayosso, incluso con el robo de víveres y recursos destinados a reparar los daños materiales del terremoto del 19 de septiembre, el responsable, por permisivo, por cómplice, es Graco quien, en el colmo de la estupidez, niega lo que todos vemos, lo que todos sabemos y lo que a todos nos agravia. Para el gobernador, no pasa nada.
La señora Elena Cepeda, su esposa, engaña al evasivo y escurridizo Ramírez, pero también lo regaña en público y lo somete a su voluntad. Ahí están todos los ilícitos en que incurre su hijo consentido, Rodrigo y ante lo cual, Graco no puede decir nada, a condición de ser sometido a gritos por la señora.
Lo más grave, lo más doloroso que ocurre en Morelos, es el estado de guerra, el estado de sitio, la condición de indefensión en que nos encontramos los morelenses, mientras el jefe de la policía estatal, Alberto Capella opera con un escuadrón de sicarios, con o sin uniforme, para cobrar adeudos y afrentas de grupos criminales.
La masacre de la familia en Temixco, es un acto de barbarie que más temprano que tarde, reportará consecuencias legales, que tendrá que enfrentar Graco Ramírez, en especial por esa defensa obsesiva que hace del fracasado modelo policiaco que impuso en Morelos y puso en manos de un policía de dudosa reputación, el tijuanense Alberto Capella Ibarra.
El colmo:
Desde el gobierno del Estado, Graco ordenó a su operador estelar, Matías Quiroz Medina, el desteñido secretario de gobierno, que acomodara las cosas, para agilizar la salida de Alejandro Vera, y todo lo que el representara, de la jefatura de la universidad del estado. El funcionario se aplicó a su cometido, golpeó, ninguneó, ofendió y corrompió estructuras universitarias para alcanzar su objetivo.
A Javier Sicilia, el verdadero mando universitario, le bastó “un sentón” con los grupos en disputa, para alinear a las diferentes corrientes de la máxima casa de estudios, a favor de su alfil, el hoy rector Gustavo Urquiza Beltrán quien, con el nombramiento de “su equipo”, demuestra quien seguirá al mando en la UAEM. No más hay que destacar la designación, ratificación del abogado general, Alfredo Mena Díaz, exactamente el que ha llevado la defensa de Alejandro Vera Jiménez. Un rápido vistazo listado de nombramientos, deja ver quién seguirá al mando y quién, de nueva cuenta, resultó engañado.

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