martes, 24 de septiembre de 2019


TERTULIA POLÍTICA

Congreso, tufo criminal

Pedro Martínez Serrano
A medida que veo lo que ocurre en el Congreso del Estado, en donde sus integrantes, diputados y diputadas, como ahora se dice para no generar violencia de género (lo que me parece una payasada), me convenzo que ese poder es un vulgar mercado, un espacio plagado de corruptos y oportunistas que no piensan en nadie, más que en ellos y en los beneficios que pueden obtener para sus colaboradores, familiares y hasta amantes, a las que enchufan en posiciones, en las que no hacen más que vegetar, a cambio de generosos sueldos y la oportunidad en el corto plazo, de vivir a costa del gobierno, como ocurrió con las pensiones doradas que regalaron en la legislatura anterior.
        Lo que hicieron los de ayer, esos a los que encabezó Francisco Moreno y más tarde Beatriz Víscera y Hortensia Figueroa, me parece que serán vistos como bebés de pecho, cuando se den a conocer los atropellos, desvíos millonarios y abusos de poder en los que hoy se incurre desde el Congreso del Estado, manejado a placer y complacencia de Alfonso de Jesús Sotelo Martínez “Ponchito” y Tania Valentina Rodríguez, quienes por cierto, podrían ser llamados a declarar por su presunta relación con grupos criminales.
La historia de “Ponchito” y de Tania Valentina, exhibida ya en medios nacionales, es salpicada por sus casi innegables relaciones con el grupo criminal que se empezó a desmoronar con la detención en Guerrero de su principal líder. De ahí, que en los centros de información del gobierno federal, incluidos aquellos de que disponen las fuerzas castrenses, sus nombres se mencionan con insistencia.
        Con esos personajes en la disputa del control del dinero del Congreso, el trabajo legislativo se ha visto paralizado, por una sencilla razón, entre los diputados no hay liderazgo; existen grupos facciosos que buscan la satisfacción económica personal, lo que lleva a la lógica de que no haya solución a la vista, ni negociación posible, para transitar en ese obeso, costosísimo y reumático elefante blanco en que se ha convertido el poder legislativo.
Por lo anterior, es necesario pensar en una tercera vía para encabezar la mesa directiva y la junta política y de gobierno, sin embargo, ni el gris, inútil, corrupto y pusilánime diputado Alfonso de Jesús Sotelo Martínez y mucho menos Tania Valentina Rodríguez, están dispuestos a ceder; en ninguno de los dos hay visión de Estado, ni aceptan que son la causa de la convulsión que se vive en el poder legislativo.
        Mientras esa disputa continúe, Morelos seguirá paralizado y con el riesgo de que se lleguen el momento del análisis y aprobación del presupuesto a ejercer por el estado en 2020, y se tenga que ejercer el del 2019, por la falta de acuerdos, en el que se incluye la necedad, por un lado de colocar al frente de la Entidad Superior de Fiscalización, a un tal Miguel Ángel Romano Fuentes y, por el otro, de reponer el proceso, con un solo objetivo, evitar que él sea.
        El 13, 7, que no se ve posible de modificar, es insuficiente para mover al elefante blanco reumático, llamado Congreso del Estado, guarida de presuntos cómplices criminales, condenará a los morelenses a seguir gastando en parásitos corruptos y vivales. Así las cosas… Tic… Tac.

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