miércoles, 7 de diciembre de 2016

TERTULIA POLÍTICA

El Chacal / Julio Espín / Libertad de expresión

Pedro Martínez Serrano
Conocí al Chacal, Carlos O Morales, seguramente a fines der los 80´s. Lo recuerdo siempre con su libreta de taquigrafía en la espalda asegurada al cinto. Tiene mal carácter, es respondón, pero eso sí, exige siempre respeto a la profesión, al ejercicio periodístico. Le encantaba ocupar las improvisadas salas de prensa de las dependencias oficiales, creo que la del Congreso del Estado es la única que queda.
En corto, El Chacalito es ameno, un buen hombre que no hace otra cosa que cumplir con su vocación de reportero y, para hacerlo, un día edita un periódico impreso; al siguiente arma colecciones de fotografía histórica y también se ha revelado como escritor de algunos libros.
Y aunque es ya un viejo cascarrabias, O. Morales no le hace mal a nadie; antes más, es atento, hasta sobradamente cortés con sujetos que tengo mis reservas que lo merezcan, por ejemplo el diputado local Julio Espín Navarrete, el perredista de ocasión, en pago por evento, el mismo que inventó Guillermo del Valle, en el PRI, a quien ahora muerde la mano; luego se unió a Nueva Alianza, para llegar al Congreso por segunda ocasión y hoy, gracias a una millonaria contratación, está de paso por el PRD.
Precisamente ese sujeto a quien se vincula con peligrosos grupos criminales, el mismo que ha estado en problemas legales por ratero, por disponer del dinero del ayuntamiento de Puente de Ixtla, como si fuera propio, al que Carlos O. Morales ha despachado copeteado a cambio de míseros pagos por publicidad en sus medios, es el que ayer le prohibió la entrada al edificio de Matamoros, ahí en donde despachan los diputados y al cual, por cierto, entran por la puerta del servicio.
El asunto llamó mi atención, porque si bien es cierto que hace mucho, por el distanciamiento social de los legisladores, pero también por el rechazo, el repudio ciudadano en su contra, se controlaba el acceso al vetusto y destartalado recinto. Y no sólo en la actual, el embate en contra de los diputados se acentúo hace cuando menos 15 años y, a la par, los filtros para entrar.
Sin embargo ayer, Carlos O. Morales fue parado en seco en su intento por entrar a la sesión, a la cual da cobertura hace más de dos décadas. Trató de acceder por el estacionamiento, por donde hoy es la entrada oficial y un guardia le aclaró que por órdenes de Julio Espín Navarrete tenía prohibido el acceso.
En respuesta muy propia de su estilo, Morales manoteó, se mantuvo en el lugar haciendo show y buscando la intervención de otros diputados, según dice a los que creía sus amigos, el priísta Mario Chávez Ortega y el de Nueva Alianza, Francisco Santillán Arredondo, quienes le acreditaron lo que todos sabemos: son un cero a la izquierda que se mueven y actúan sometidos a órdenes externas, transmitidas precisamente por quienes les llevan las millonarias gratificaciones que ahora se estilan en el recinto legislativo.
El Chacal fue a perder el tiempo en la Comisión Estatal de Derechos Humanos, donde despacha como titular mi amigo Jorge Arturo Olivares Brito quien, aunque es entusiasta, saludador y solidario, sabe perfectamente que no puede hacer absolutamente nada, en el tema de Morales, como en ningún otro que moleste a los diputados y mucho menos a Graco.
Lo que confirma el asunto que enfrentó ayer mi amigo Carlos Morales, lo que acredita es que en Morelos la libertad de expresión está muerta, que es un tema del que sólo hablan las focas del acuario al servicio del Estado, las mismas que se hinchan las bolsas de billetes a costa de la mentira, a cambio del todo está bien, del aquí no pasa nada.
Tal mal andan las cosas que en el Congreso del Estado, no sé por quién, pero me imagino, fue impuesto como jefe de prensa un sujeto acusado de ratero en Baja California Sur, un tal Javier Ruiz Almanza, que salió de huida de los cabos por desviar millones de pesos del ayuntamiento de Los Cabos.
Así las cosas, en nuestra entidad, ya no se puede esperar nada peor, cuando el enfrentamiento social hierve y se atiza desde el gobierno del Estado, enfrentado con los estudiantes, con los grupos religiosos y con los ayuntamientos que no le son complacientes. Hoy todos, absolutamente todos los ciudadanos de a pie, padecemos el abuso y el terror cómplice de los partidos políticos y sus representantes, todos alineados a Graco.

Lo que enfrentó ayer Morales, es un mal presagio de lo que sigue con la actuación de esta dictadura maldita, a la que todos los actores obligados a la atención y defensa ciudadana, están sometidos, especialmente las empresas periodísticas, de ahí que quienes hacemos periodismo libre, nos refugiemos en los medios electrónicos, que ganan terreno a lo oficial y oficioso.

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