TERTULIA POLÍTICA
El Chacal / Julio Espín / † Libertad
de expresión †
Pedro Martínez Serrano
Conocí al Chacal, Carlos O Morales,
seguramente a fines der los 80´s. Lo recuerdo siempre con su libreta de
taquigrafía en la espalda asegurada al cinto. Tiene mal carácter, es respondón,
pero eso sí, exige siempre respeto a la profesión, al ejercicio periodístico.
Le encantaba ocupar las improvisadas salas de prensa de las dependencias
oficiales, creo que la del Congreso del Estado es la única que queda.
En corto, El Chacalito es ameno, un buen hombre que no hace otra cosa que
cumplir con su vocación de reportero y, para hacerlo, un día edita un periódico
impreso; al siguiente arma colecciones de fotografía histórica y también se ha
revelado como escritor de algunos libros.
Y aunque es ya un viejo cascarrabias, O. Morales no le hace mal a nadie; antes más, es atento, hasta
sobradamente cortés con sujetos que tengo mis reservas que lo merezcan, por
ejemplo el diputado local Julio Espín
Navarrete, el perredista de ocasión, en pago por evento, el mismo que
inventó Guillermo del Valle, en el
PRI, a quien ahora muerde la mano; luego se unió a Nueva Alianza, para llegar
al Congreso por segunda ocasión y hoy, gracias a una millonaria contratación,
está de paso por el PRD.
Precisamente ese sujeto a quien se vincula con peligrosos grupos criminales, el mismo que ha estado en problemas legales
por ratero, por disponer del dinero del ayuntamiento de Puente de Ixtla, como
si fuera propio, al que Carlos O. Morales
ha despachado copeteado a cambio de míseros pagos por publicidad en sus
medios, es el que ayer le prohibió la entrada al edificio de Matamoros, ahí en
donde despachan los diputados y al cual, por cierto, entran por la puerta del
servicio.
El asunto llamó mi atención, porque si bien es cierto que hace mucho,
por el distanciamiento social de los legisladores, pero también por el rechazo,
el repudio ciudadano en su contra, se controlaba el acceso al vetusto y
destartalado recinto. Y no sólo en la actual, el embate en contra de los
diputados se acentúo hace cuando menos 15 años y, a la par, los filtros para entrar.
Sin embargo ayer, Carlos O.
Morales fue parado en seco en su intento por entrar a la sesión, a la cual
da cobertura hace más de dos décadas. Trató de acceder por el estacionamiento,
por donde hoy es la entrada oficial y un guardia le aclaró que por órdenes de Julio Espín Navarrete tenía prohibido
el acceso.
En respuesta muy propia de su estilo, Morales manoteó, se mantuvo en el lugar haciendo show y buscando la
intervención de otros diputados, según dice a los que creía sus amigos, el priísta
Mario Chávez Ortega y el de Nueva
Alianza, Francisco Santillán Arredondo,
quienes le acreditaron lo que todos sabemos: son un cero a la izquierda que se
mueven y actúan sometidos a órdenes externas, transmitidas precisamente por
quienes les llevan las millonarias gratificaciones que ahora se estilan en el
recinto legislativo.
El Chacal fue a perder el tiempo en la Comisión Estatal de
Derechos Humanos, donde despacha como titular mi amigo Jorge Arturo Olivares Brito quien, aunque es entusiasta, saludador
y solidario, sabe perfectamente que no puede hacer absolutamente nada, en el
tema de Morales, como en ningún otro
que moleste a los diputados y mucho menos a Graco.
Lo que confirma el asunto que enfrentó ayer mi amigo Carlos Morales, lo que acredita es que
en Morelos la libertad de expresión está muerta, que es un tema del que sólo
hablan las focas del acuario al
servicio del Estado, las mismas que se hinchan las bolsas de billetes a costa
de la mentira, a cambio del todo está bien, del aquí no pasa nada.
Tal mal andan las cosas que en el Congreso del Estado, no sé por
quién, pero me imagino, fue impuesto como jefe de prensa un sujeto acusado de
ratero en Baja California Sur, un tal Javier
Ruiz Almanza, que salió de huida de los cabos por desviar millones de pesos
del ayuntamiento de Los Cabos.
Así las cosas, en nuestra entidad, ya no se puede esperar nada peor,
cuando el enfrentamiento social hierve y se atiza desde el gobierno del Estado,
enfrentado con los estudiantes, con los grupos religiosos y con los
ayuntamientos que no le son complacientes. Hoy todos, absolutamente todos los
ciudadanos de a pie, padecemos el abuso y el terror cómplice de los partidos
políticos y sus representantes, todos alineados a Graco.
Lo que enfrentó ayer Morales,
es un mal presagio de lo que sigue con la actuación de esta dictadura maldita,
a la que todos los actores obligados a la atención y defensa ciudadana, están
sometidos, especialmente las empresas periodísticas, de ahí que quienes hacemos
periodismo libre, nos refugiemos en los medios electrónicos, que ganan terreno
a lo oficial y oficioso.
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