TERTULIA POLÍTICA
Gobierno asesino / Graco, el gobernador
Pedro Martínez Serrano
En Morelos, el gobierno del Estado
es cómplice de decenas de asesinatos, decenas de secuestros e innumerables
hechos criminales; los morelenses padecemos un gobierno asesino, evasivo, irresponsable y comodino, campeón en el dejar hacer y dejar pasar, eso sí,
rabioso en la persecución de quienes lo critican. El responsable político de lo
que ocurre en nuestra entidad, es Graco,
el gobernador; absolutamente nadie más.
Precisamente por su
responsabilidad en dos muertes, las de los señores Juan Mena, padre e hijo, es que Graco acudió hoy al senado de la República, a una reunión de
trabajo de la comisión que preside el abyecto, servil y corrupto panista Ernesto Cordero Arroyo, quien defendió
más al tabasqueño, que La propia Elena
Cepeda, su esposa que, me dicen, no lo baja de pendejo.
Otro de los que estuvieron ahí,
para atajar los intereses de Ramítrez,
fue su cómplice del grupo perredista de Los Chuchos, el diputado federal Jesús
Zambrano Grijalba, que al igual que Cordero
de opusieron a permitir la intervención de los senadores Fidel Demédisis Hidalgo y Rabindranath
Salazar Solorio, así como del diputado federal panista, Javier Bolaños Aguilar.
Los tres mencionados de la
representación legislativa federal, por cierto, tuvieron una participación
digna, decorosa y de verdadera defensa de los intereses de quienes aquí tuvimos
el privilegio de nacer y, hoy, la desgracia de vivir, en una tierra en donde la
moneda de cambio oficial es la traición, el golpe bajo y el saqueo.
Fiel a su costumbre de repartir
culpas y evadir responsabilidades, Graco
Ramírez acusó a todos y se dijo víctima de todo. Lo más importante del
asunto, es el que tiene que ver, con la acusación directa que hizo en contra
del presidente de la República, Enrique
Peña, de haberse prestado a inaugurar una obra que, según él había
reportado, le había reportado, como inconclusa y peligrosa.
Lo que olvida el tabasqueño, es
que luego de la alerta, del llamado de auxilio, por la caída de un vehículo en el
socavón, nadie, absolutamente nadie del gobierno, a no ser por rescatistas
temerosos, se presentó en el lugar de los hechos. El tema fue abordado por Graco, a su más puro estilo, a “tuitazos”.
Él andaba en Nuevo León, grillando.
El asunto, de su presencia en el
Senado de la República, fue un circo de quinta categoría, montado por el
presidente de esa comisión, el panista venido a menos, Ernesto Cordero y apoyado por la mayoría de sus integrantes que no
hicieron nada, más que “bajarle baloncitos a modo”.
Otro habría sido el resultado de
ese encuentro, que evidentemente tendrá consecuencias para el tabasqueño, si se
hubiera permitido la participación de Bolaños,
Rabín y Demédisis. Hay que
destacar que la senadora Lizbeth Hernández
hizo lo que pudo y, me parece que lo hizo mal.
Algo que se puso de manifiesto
por enésima ocasión, es que Graco traiciona
es un traicionero consumado. Negó a Ángel
Aguirre Rivero, ante quién reconocía a Morelos, como el municipio más grande de Guerrero, como también negó su amistad,
la que presumía de años, con el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza.
El principio del fin llegó…
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