miércoles, 28 de septiembre de 2016

TERTULIA POLÍTICA

Efecto Duarte

De poco va a valer al presunto ratero veracruzano, que Becerril Straffon
lo ande paseando con viejos amigos priístas, para que aboguen
por él ante el Secretario de Gobernación, Miguel Ábgel Osorio Chong,
como tampoco le servirá, más que para que le quite dinero,
andar haciendo antesalas junto con Juan Salgado Brito
en oficinas segundonas de la Ciudad de México

 Pedro Martínez Serrano
El comité directivo estatal del Partido Revolucionario Institucional en Morelos, no es más que un viejo, mugriento y pestilente edificio, en el que deambulan algunos personajes vinculados a ese organismo, encabezados por el desvergonzado que todavía cobra como presidente, el doctor Rodolfo Becerril Straffon, prueba innegable de que a la cúpula nacional de ese organismo, no le interesa en lo más mínimo lo que ocurra o deje de ocurrir en Morelos.
Y por si fuera poco la desorganización, bajeza y golpeteo que abandera Becerril Straffon, para que el tricolor se arrastre en Morelos, como un instituto político de risa, que avergüenza a sus militantes, el comité nacional encabezado ahora por Enrique Ochoa Reza, lo ocupa como guarida de malvivientes, presuntos prófugos de la justicia, como su delegado general, Fernando Charleston Hernández quien, según me dicen, que en cualquier momento podría ser detenido por la Procuraduría General de la República, a causa de su complicidad en el desvío multimillonario en que incurrió el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa.
De acuerdo a la versión que me deslizó un amigo, cercano a la oficina del número 1 del PRI nacional, el todavía delegado de tricolor en Morelos, Fernando Charleston intentó ayer todo el día, y sin éxito, entrevistarse con Enrique Ochoa, con el propósito de entregarle sus saludos, acompañados de un pre$ente.
Formado al estilo de lo peor del PRI, caciquil, ladrón y traicionero, a la sombra de su padrino de bautizo, el ex gobernador varecruzano Fidel Herrera Beltrán, el delegado del PRI en Morelos, acompañó a Javier Duarte de Ochoa en el saqueo en agravio de los veracruzanos.
Con los millones y millones de dólares, en que convirtió el dinero, el joven delegado priísta Charleston Hernández no más pudo más que hacerse de casas en el extranjero, lujosísimos yates y accionista, como debe ser, de empresas fantasmas que facturaron cientos de millones a la tesorería veracruzana, por obras y servicios que no se realizaron.
Hoy, luego de jugar las contras a su partido, con el patrocinio de candidatos diferentes al tricolor en el reciente proceso electoral, en el que Héctor Yunes perdió como candidato a gobernador, el tal Charleston Hernández busca el cobijo de la cúpula nacional de su partido y, para conseguirlo, anda ofreciendo dinero, mucho dinero que, seguramente, no le alcanzará para evadir la acción de la justicia y desviar su destino: un penal de máxima seguridad.
Incluso viejos priístas, como el ex presidente de la Fundación Colosio en Veracruz, Inocencio Yáñez Vicencio mantiene una cruzada, a fin de que el comité nacional expulse al ex diputado federal y ex secretario de Finanzas y Planeación, Fernando Charlestón Hernández; junto con los integrantes del Cártel de Duarte: el jefe de la Oficina de Gobierno, Fabrizio Aguilar; el ex secretario de Gobierno, Gerardo Buganza; el comisionado del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información (IVAI), Gabriel Deantes y el ex secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita.
Así las cosas, el PRI Morelos volverá a ser noticia nacional, pero ahora, no por el golpeteo que promueve el simulador Rodolfo Becerril Straffon en contra de sus correligionarios; no, lo será por la segura aprehensión y encarcelamiento de su delegado general, el jarocho Fernando Charleston Hernández.

De poco va a valer al presunto ratero veracruzano, que Becerril Straffon lo ande paseando con viejos amigos priístas, para que aboguen por él ante el Secretario de Gobernación, Miguel Ábgel Osorio Chong, como tampoco le servirá, más que para que le quite dinero, andar haciendo antesalas junto con Juan Salgado Brito en oficinas segundonas de la Ciudad de México.

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