lunes, 19 de septiembre de 2016

TERTULIA POLÍTICA

El grito de la noche triste

Pedro Martínez Serrano
La semana que recién concluyó, me parece que fue el adiós de Graco Ramírez en Morelos, pues más allá del ilegal cercado que ordenó en la recién remodelada Plaza de Armas, fue evidente el rechazo social a su permanencia en la titularidad del Ejecutivo.
Con todo y los rabiosos filtros, impuestos por el maleante que encabeza la seguridad pública, Alberto Capella Ibarra, para acceder a la plancha en la que se presenció el grito de independencia, las mentadas de madre en su contra se multiplicaron.
Nada pudo ocultar el repudio y el descontento social, que acredita de sobra que ya nadie quiere a Graco en Morelos, salvo su protector, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, el mismo que, por cierto, busca llevar como esquiroles en la candidatura presidencial al tabasqueño más odiado en Morelos y al loquillo Gerardo Fernández Noroña, a quienes encargará perseguir y difamar hasta hartarse a Andrés Manuel López Obrador.
El del jueves anterior, fue el Grito de la noche triste; triste para muchísimos morelenses que llegaron sin invitación perredista al Centro de Cuernavaca, para encontrarse con la sorpresa de que el patio de su casa, la Plaza de Armas, estaba secuestrada por un enloquecido con delirios de persecución.
Precisamente ese sujeto enloquecido y mentiroso, permitió que el Centro Histórico se convirtiera en un basurero; un estercolero en medio del cual, los hampones del Nuevo Grupo Sindical, se echaron cientos de miles de pesos a la bolsa, por permitir la venta de todo tipo de porquerías, fritangas y hasta enervantes.
Quienes se atrevieron a acercarse al Centro de Cuernavaca, motivados por el nacionalismo y la idea de convivir con su familia, chocaron con la desagradable sorpresa de que tendrían que caminar por apretujados y pestilentes pasillos, andadores de no más de metro y medio que se dejaron alrededor del Palacio de Gobierno y la Plaza de Armas.
Quienes le mentaron la madre a Graco Ramírez con más gusto, fueron los comerciantes afectados por su pendejismo y delirios de persecución, esos que no pudieron trabajar en sus establecimientos, porque al tabasqueño imbécil, se le ocurrió sitiar el Centro Histórico.
Y mientras que para el mismo Graco, el ambiente monárquico en Palacio de Gobierno, fue lúgubre, de risitas fingidas y abrazos hipócritas, el cuchicheo: ya se va; ya no termina el año, no lo pudo controlar nadie, ni su mismo hijastro, el tal Rodriguito Gayosso, el mismo que andaba feliz, haciendo cuentas de lo que se robó, lo mismo en el festejo patrio, que costó más de 10 millones de pesos, que con la remodelación de la Plaza de Armas, en cuya obra de robó casi 30 millones de pesos.
Durante la ceremonia del grito de la noche triste, el gobernador Ramírez se soltó escupiendo mentiras a través del canal de televisión que controla, al igual que en las estaciones de radio, chifladuras que, como a mí, seguramente hicieron reír a miles de morelenses.
Llegó al ridículo de soltar en cadena estatal de radio y televisión, para provocar la carcajada de muchos, que amigos personales se habían comunicado con él a lo largo del día, para pedirle que les consiguiera habitación, que ya no habían encontrado. Graco Ramírez, mostró su irresponsable locura, cuando habló de inversiones y seguridad, en cuyos apartados, Morelos se encuentra en primeros lugares lo mismo en desempleo, que en inseguridad.
La descomposición que se vive en Morelos, no la pudo cubrir, ni el cerco metálico que tendieron alrededor de Palacio de Gobierno y la Plaza de Armas (un gigantesco monumento a la corrupción), como tampoco mover la ruta del desfile del pasado 16 de septiembre… TIC… TAC… TIC… TAC

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