El otoño del esquirol
De un plumazo, se derrumbaron las ofertas
del esquirol Ramírez a sus patrones:
un frente amplio PAN-PRD que asegurara
el triunfo del PAN y jamás PRD-López Obrador,
en alianza para el 18. Ahora la negociación
es con Miguel Ángel Mancera
del esquirol Ramírez a sus patrones:
un frente amplio PAN-PRD que asegurara
el triunfo del PAN y jamás PRD-López Obrador,
en alianza para el 18. Ahora la negociación
es con Miguel Ángel Mancera
Juan JARAMILLO FRICAS
Entre eventos, reuniones y
viajes internacionales, el Presidente de la Conago en tiempos de Trump, Graco
Ramírez Garrido Abreu, que también funge como Gobernador de Morelos, descuidó
sus importantes funciones como operador ─esquirol─ político de su partido y las
oficinas del poder, provocando un desplome en su cotización como uno de los más
grandes operadores ─esquiroles─ de la izquierda y el sistema.
Para
entender el desplome de Graco ante sus aliados, hay que voltear la mirada hacia
su hijo político Rodrigo Gayosso Cepeda, que si bien es cierto, operó con
eficacia las reformas, refinanciamientos, que taparon el hoyo en el Instituto
de Crédito y reactivaron las obras pendientes de su gobierno, Congreso,
Teopanzolco, Centro Histórico entre otras.
Lo embarcó ─Gayosso─ en una aventura catastrófica, cuyos
saldos todavía se siguen pagando. Nos referimos al “affaire” con el alcalde de
Cuernavaca, Cuauhtémoc Blanco Bravo, sin duda alguna el gran vencedor en este
pleito innecesario.
En enero ─23/2017─, la dirigencia nacional del PRD anunció
su alianza con MC y PT en el Estado de México, cancelando de tajo la pretendida
alianza con el PAN, que tanto promociono Graco y sus Chuchos. La dirigencia
panista negoció directamente en los Pinos, segundo revés para Graco.
El tercero llegó pronto, el senador Barbosa coordinador de su
bancada en el senado, anunció su amplio respaldo para Andrés Manuel López
Obrador. Saltan los “chuchos”, Graco y hasta el joven Gayosso. “Fusilen a
Barbosa” ¡Que se largue del partido! ¿Qué renuncie la Barrales! ¡Es el gato de
Gamboa!
La respuesta fue lapidaria: “El problema no es la
coordinación del PRD en el Senado. Lo que está en juego, es la postura del PRD
rumbo al 18. Casi me linchan por apoyar a Andrés Manuel, pero a Graco Ramírez,
quien hace un trabajo de esquirol, impulsando una alianza con Acción Nacional,
no le dicen nada”.
De un plumazo, se derrumbaron las ofertas del esquirol Ramírez
a sus patrones: un frente amplio PAN-PRD que asegurara el triunfo del PAN y jamás
PRD-López Obrador, en alianza para el 18. Ahora la negociación es con Miguel Ángel
Mancera.
El regreso de Alejandra Barrales al senado, con la
aprobación del PRI y el PAN, significaba tácitamente el reconocimiento de la
Mesa Directiva de Dolores Padierna y Fernando Mayans, como coordinadora y vice
coordinador de la bancada perredista en el senado.
Mancera quien se dice no milita en el PRD, se convirtió en
su dueño gracias a su alianza con René Bejarano y su Dolores de cabecera,
acordó con el gobernador de Tabasco Arturo Núñez vía la vice coordinación de
Mayans y Silvano Aureoles, el gobernante michoacano con su destape previo se
mantuvo al margen.
Graco imaginó que la Conago en tiempos de Trump, le daría el
impulso para convertirse en un aspirante creíble a la presidencia por su
partido. La realidad fue otra, de hecho nunca tuvo el empaque de presidencial,
lo tomaban a chunga y, la Conago en tiempos de Trump le sirvió de escaparate temporal,
pero a la vez lo amarró para intervenir mayormente en el conflicto de su
partido.
No todo está perdido para el tabasqueño, los resultados del
PRD en las elecciones de junio en Coahuila, Nayarit y Estado de México, le
podrían dar un respiro, sin embargo, él sabe que las condiciones cambiaron.
Sabe que López Obrador puede ganar en el 18, sabe que ha llegado la hora de
retirarse de las cañerías políticas.
Sabe que un exilio dorado le caería de perlas, le gusta la
embajada de España, pero se conformaría con el Consulado de Barcelona, después
de todo, las principales oficinas del poder valoran sus servicios prestados, aunque
hoy ya no los necesiten.
El Otoño del Esquirol es evidente, lo cual implica que
atienda el otoño de su gobierno y las complicadas decisiones que habrá de
tomar, empezando con la obligada negociación, con su retoño político ─dueño del
Congreso del Estado─ y después, si todo sale bien, echarse una mirada al espejo
y tratar de disfrutar el otro otoño: el de su vida.
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