El Clarín de Morelos
Prohibido Prohibir
23 de febrero del 2018
Se hizo tarde…
"Y cuando la gente
despertó,
el dinosaurio estaba ahí…solo que flaco,
su mirada ausente, olía a
olvido"
Javier Jaramillo
Frikas
Escrito lo anterior con sumo
respeto al maestro Augusto Monterroso
por alterar su épica frase para encontrar un símil con el tema a continuación,
sí, quién más, el dueño del marketing negativo de las redes sociales, el señor Graco Ramírez Garrido Abreu, en los
últimos latidos de su gobierno fallido.
Hoy, el sector
más amplio de la prensa morelense, la base—base, surge gladiadora por el abuso
de un rústico empleado del equipo de futbol Atlético Zacatepec (algo así como la reserva profesional de las Chivas del Guadalajara, solo que con
extranjeros) llamado Aldo González
en contra de un experimentado y consolidado periodista deportivo como es Roger Chávez Mixcoac, reportero los
últimos lustros de Sol de Cuernavaca. Todos conocen los sucesos luego del
último encuentro del equipo de la división de ascenso, a cuyos jugadores y
afición, les enviamos todo nuestro respeto.
Ya por la
mañana de este día las redes, portales, algunos medios, darán cuenta de lo que
sucede en torno a este hecho que logró lo que parecía improbable:
Unir al gremio
informativo, casi en su totalidad, para repudiar la cobardía del pobre diablo
jefe de prensa del club propiedad del multi conocido Jorge Vergara, dueño del campeonísimo del futbol mexicano,
empresario de éxito y que, seguro conoce Morelos por dos simples razones:
1.- Aceptó ser
amigo del gobernador Graco Ramírez cuando
este fue a su espectacular estadio Omnilife
–que ya se llama de otra forma— lo sedujo, convenció y le cedió, por sus
tanates –los de Graco,
puntualizamos-- vía convenios legaloides dignos de tinterillos de la
burocracia, el bonito y por dentro funcional estadio “Agustín Coruco Díaz”, del
hermoso Zacatepec, tierra y región de grande gente que hizo brillar a nuestro
Estado en el país con su legendario equipó en la primera y segunda división.
Historia pura que Vergara no sabe y Graco
ni imagina.
2.- Sin que se
conozcan grandes riesgos, Vergara
cumple con los requisitos de la Federación Mexicana de Futbol de tener filial
en el ascenso sin derecho a competir en caso de ser campeón en la máxima
categoría, y es, este equipo y en vía de 20 años el Coruco, SUS NEGOCIOS.
El señalado
incidente provocado por personal de Vergara,
su asociación con Graco Ramírez,
pateada LA PRENSA representada (yo
me anotó y firmo) por Roger Chávez,
lleva al que escribe a seguir puntualmente lo que hagan los colegas, pero a
meternos a partir de esta parte, a uno de los elementos que mayormente
afectaron a un especialista en la relación con personajes y medios de
comunicación como lo es Graco Ramírez,
desde siempre, para hacer la peor gestión de cuanto gobierno recordemos y
registre la historia moderna.
La Línea Curva
Su “parte
débil” desde que inicia su administración es la de comunicar a la sociedad,
como es obligación de este instrumento burocrático, además legal. Se suponía
que Graco, el conocido gladiador
político, el valiente opositor, el vertebrado hombre público, podría fallar en
áreas, cualquiera, menos en la que –esto ya, con lo vivido cinco años y cacho,
entra en el terreno de “se suponía”— fue dominador. El fino y en ocasiones rudo
trato con actores de los medios, dueños y voceros, advertía que ahí no había
preocupación. Requería de lo elemental: que aprendiera a gobernar –nunca lo
había hecho--, sobre todo a trabajar—trabajar (que tampoco lo hizo en su vida)
y a querer a una tierra que siempre lo bien trató para corresponderle
gobernándola como nadie, que sin ser su origen si era su destino.
Y vean lo que
ha pasado…
Todos los días
repetimos la gravedad de la inseguridad que es un hecho, como también es la
desmedida corrupción y mala administración además de la llegada de gente
extraña, inútil, a su gobierno estatal, igual que eventos provocados por unos y
otros (socavón, matanzas de policías
contra niños y mujeres, crímenes políticos todavía oscuros de una alcaldesa y
el largo rosario de agravios que atenaza a la sociedad local) así como la
reacción de la naturaleza que para mala fortuna de quienes aquí vivimos y del
propio Graco –a él
circunstancialmente porque regresará, si lo dejan, de donde vino—nos han
convertido en zona sísmica.
¿Por qué falló
en lo único que parecía seguro conocía y dominaba? ¿Qué le pasó al estratega
mediático—político ya en el poder? ¿Cómo, la comunicación de su administración
nunca, nunca, logró penetrar en los morelenses? ¿Por qué nadie en estos casi
seis años jamás le ha dado crédito a lo que dice han hecho?
Una realidad
es que ya no tiene remedio su administración completa. Y nos llama la atención
que existen rubros donde pareciera que ha realizado mejor tarea que otros
gobernantes. Pero es solo eso: percepción, no convencimiento. Y además de que
con nada se cura el mal, se agotó el tiempo, el árbitro está a punto de silbar
el final del encuentro de Graco con los morelenses, y el resultado es público y
reconocido: perdió y perdimos.
No hubo
recuperación alguna en lo general, continuó
mandando la delincuencia organizada –o eso pareciera a pesar de la
convicción del jefe Capella, que
este sí casi convence desde su perspectiva y en espacios a modo como lo último
con la vergüenza de los medios, el señor Juan
José Arrese, del que el comisionado se burló en un evento pagado, donde
casi hace llorar de nuevo al lacrimógeno neo comunicador antes futbolero, que
coincide con el tema de hoy--, tampoco se notó crecimiento económico, las obras
más importantes fueron traídas por el gobierno federal ya sea por gestión del
gobierno graquista o por legisladores.
Es un fracaso
absoluto.
Le falló la
comunicación al gobernador, el que sus gobernados conocieran qué hacían en sus
dependencias, que le creyeran, que él mismo se los dijera. No pudo o no quiso.
O con interrogantes: ¿No pudo o no quiso? Como sea es un fracaso.
Y se agotó el tiempo.
Ha cambiado una y otra vez en la oficina de prensa y no le funcionó. Las
relaciones públicas jamás aparecieron. La parte débil de su administración ha
sido esa. Ya lo sabe, lo han incluso lastimado, y él, ahí sí, es hombre, conoce
reglas de la política que ningún colaborador o cercano apenas intuyen. Y lo
saben, y sienten, y padecen, pocos que lo han acompañado en uno y otro lugar,
durante esta accidentada gestión y le han sido leales. Porqué también los hay.
Jorge Messeguer es uno de ellos, David
Martínez, otro. ¿Y? ¿Y?
Se ha quedado
sólo. Muchos, apenas se les mira, a lo lejos, la cabecita más allá del llano.
Corren y corren, se deslindan. Corren y corren, sienten el fuego en los
aparejos. Corren y corren y solo vuelven para levantar fajas de dinero
sustraído de la arca. Corren y corren, son desleales. Esos, los que corren, no
supieron, quisieron o no les permitieron decir a su jefe, a su gobernador, que
ahí donde él es experto las cosas no funcionaban, que por más tareas que
hicieran no había resultados con la sociedad. Nunca llegaron. ¿A poco todo era
malo? Seguramente no. ¿Pero cómo saberlo si la gente, los morelenses nunca se
enteraron?
Hoy se pagan
facturas sociales y políticas que ni con artimañas pueden sortearse. Eso de pasar
horas y días de la semana en noticieros nacionales, con líderes de opinión de
medios nacionales, pagados los eventos, nunca penetraron en la confianza de los
morelenses que, hartos de malos gobiernos, no creían lo que escuchaban y veían.
Si con elemental sentido común, sus cercanos y hasta íntimos, lo percibían, por
qué no lo comentaban con él. Más allá de la falta de uso de los medios
estatales, de establecer un puente de comunicación real con la sociedad aquí,
en esta tierra tan pródiga, corría a foros donde lucía su buen discurso y se
fajaba con propios y extraños. Todo era concertado vía pagos, es la realidad
con los empresarios de los grandes medios.
Despreció a
muchos, subestimó a todos. ¿El, Graco,
experto, amigo de los dueños de diarios de verdadera circulación nacional y
televisoras de alcance más allá de las fronteras? ¿Él, el de las antesalas en
las lujosas oficinas de los barones de la prensa, iba a perder el tiempo
buscando el sendero de que los que votaron y no por su propuesta hace seis años
supieran que tenían gobernador y era capaz?
¿Cómo? ¿Quién
lo iba a desafiar, si un gobernador en su Estado lo es TODO, decían?
(Abrimos este paréntesis
para traer unos modelos de comunicarse desde el poder: “Charla con tu
Gobernador”, cuando don Antonio Riva
Palacio López —1988-1994— que se encadenaban los medios electrónicos
locales. Y otro: reuniones de Fortalecimiento Municipal de don Lauro Ortega Martínez —1982-1998—, en
cada poblado de la entidad, que llevaba a su gabinete completo, a los delegados
federales, jefes de la zona militar, a todos. El contacto era directo, porque
Morelos es pequeño y se puede. Lo cerramos)
Eso, lo
anterior, se llama gobernar. Es comunicarse, estar cerca, hacer POLÍTICA,
pavimentar el camino de salida. Antes y después de este par de mandatarios, uno
huyó por bandido –León Bejarano a
Costa Rica con su yerno Rafael Ángel
Calderón Fournier, posterior presidente de ese país— y los antecesores de Graco, fallaron. Uno de ellos, incluso,
la piedra angular desde donde se proyectara el actual gobernador al cargo que
tanto le pesa en este momento, Jorge
Carrillo Olea, a estas alturas del encuentro Graco—Morelenses, es una criatura de pecho, cuyo descuido y
desilusión al encontrarse con la bravía población local, apresuró su ida.
Camina sólo, por calles y adquiere sus víveres en la tienda comercial cerca de
su casa.
¿Podrá hacerlo Graco Ramírez?
Dura
condición, porque Graco no es tan
malo como lo pintamos, pero tampoco tan bueno como se cree y lo hacen suponer
sus cada vez más pocos allegados. El asunto tiene que estar en su entorno. No
escuchó, no los dejó hablar derecho, o perdió la razón. Algo sucedió, una
gestión que hoy parece eterna, en los hechos es corta, y estos días, semanas y
pocos meses, los sufre el aún gobernador, le corren lentos.
Y es culpa de
él, porque los morelenses lo eligieron a él. Y falló. Vaya ironía, sus
tropezones se dieron parte por la soberbia que ha tenido desde siempre, la
arrogancia de ser el gobernante de todos y no quitarse la investidura de
luchador social y aguerrido opositor al Sistema. Se perdió. Y vale la
repetición:
El orificio
pequeño de su llegada es hoy un socavón,
lo vio en su comunicación y creyó que con sus despliegues por él mismo armados
con “sus amigos y aliados en la gran capital”, este Estado de poco más de 2 millones
de habitantes (¡Bah!, diría, “Ixtapalapa es más grande”) no requería de los
medios que llegan modesta pero a cada instante, a los hogares de los
morelenses, como tampoco le interesó que los compromisos locales, medios a su
disposición, habían sido, hace mucho, rebasados.
Pero señoras, señores,
amigos, conocidos, Todos pues, Graco
Ramírez no obstante estar siempre en “La Burbuja” halagado por su Corte (y
regañado en lo cortísimo), sabía que no le funcionaba una oficina con funciones
de secretaría de despacho, y lo dejó, lo dejó, porque si de algo conocía –y
bien-- era de ese sector, el de la comunicación social, política y de las
relaciones públicas, con un pequeño detalle: operó donde no tenía, justo allá
donde la línea ágata vale miles y los segundos al aire, millones.
Ni hablar. Se
perdió. Y hoy, es tarde ya, tarde ya, tarde ya…
(Fuerte abrazo
a Roger Chávez Mixcoac y a todos los
comunicadores, sin excepción, a pesar de las alusiones)