TERTULIA POLÍTICA
Caballos de Troya
Pedro Martínez
Serrano
A medida que se aproxima el 1 de julio, la memoria de los
electores empieza a olvidar, que muchos de los que hoy se dan golpes de pecho, juran
lealtad y secundan “hasta con su propia vida” los ideales de Andrés Manuel López Obrador, no son más
que “pájaros de cuenta” “Caballos de Troya”, infiltrados que cumplen un solo propósito:
servir a lo que el próximo presidente de la república llama la “mafia del poder.
Y aunque el
listado es largo, hay dos casos que ilustran la infiltración de Graco Ramírez y los intereses que a él
representan, en el proyecto alternativo de nación que busca encabezar López Obrador: los perredistas “arrepentidos”,
Lucía Meza Guzmán, ahora candidata a
senadora y el candidato a diputado local por el segundo distrito, Héctor Javier García Chávez quien,
además de ser proclive a la pederastia,
por cuyo delito ha sido denunciado, es nada menos que el ideólogo, el consultor estrella de la campaña de Rodrigo Gayosso. Él fue el de la idea
de “Morelos tiene Gayo”.
De Lucía Meza, responsable directa del
cabildeo para el endeudamiento del Estado, para beneficio de Graco y su hijo, Rodrigo Gayosso, hoy candidato a gobernador por el PRD, sólo se
debe decir que fue ella la responsable de tender las redes de encubrimiento de
la pestilente corrupción en que se sumergió a Morelos a partir de 2012.
Lucía Meza, rabiosa, vulgar y bajuna
critica de Andrés Manuel López Obrador,
a quien no se cansaba de pendejear y ningunear, hoy se da golpes de pecho y “ofrenda
la vida” por el tabasqueño, cuando en el terreno de los hechos, sigue cobrando
en la “Nómina Gayosso”, a quien ha
servido en la movilización en la región de los altos y el poniente del Estado,
por medio de su esposo, un tal Ricardo
Robledo.
El otro de los
infiltrados, destinado a modificar los equilibrios legislativos, para jugar las
contras al próximo gobernador, Cuauhtémoc
Blanco Bravo, jalando diputados a la causa perredista, es Javier García Chávez, actual diputado
federal y candidato a la diputación local por el segundo distrito.
El mismo que
votó a favor del gasolinazo, esa decisión incendiaria en agravio de la economía
de los mexicanos, tema que condena con energía Andrés Manuel, es quien a trasmano coordina los sótanos de la rabiosa
guerra sucia que se mantiene en contra de Cuauhtémoc
Blanco; El Gato, como le agrada
que le llamen, se reúne en un domicilio de la colonia Vista Hermosa, con “los
estrategas” de Rodrigo Gayosso, Jorge Meade y Víctor Caballero. Quien lo secunda en el trazo de las rutas, es Jaime Álvarez Cisneros, el coordinador
del candidato panista y del MC a la gubernatura.
La misión que
cumple el PRI, su candidato, Jorge Meade,
desde la profundidad del quinto lugar en la preferencia electoral, es pegar el “madrazo
mañanero” a Cuauhtémoc Blanco; quien
dicta las líneas es precisamente el Gato
y quien toma nota de las mismas, es uno de los gatos del ex delegado de Sedesol
en Morelos quien, por cierto, creo que está quemando naves para llegar el
puerto al que aspira: buscar la negociación para reconocer el triunfo de aquel
a quien hoy crucifica.
El Gato, ese sujeto
perverso y traicionero, que ha pavimentado su ascenso al poder, aplicando la
política de la bicicleta: pateando a los de abajo y agachándose con los de
arriba, se encuentra frente a la exhibición de un largo listado de abusos en
agravio de niñas morelenses, pero también frente al riesgo de que su principal
activo, Cuauhtémoc Blanco lo deje
caer; que lo desmarque de aquellos a favor de quienes pide el voto.
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