TERTULIA POLÍTICA
Cuando los nazis
vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque
yo no era comunista.Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron
a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque
yo no era sindicalista.Cuando vinieron a buscar
a los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío.
yo no era comunista.Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron
a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque
yo no era sindicalista.Cuando vinieron a buscar
a los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío.
Cuando finalmente
vinieron a buscarme
a mí, no había nadie más que pudiera protestar
a mí, no había nadie más que pudiera protestar
Martin Niemöller
Pedro Martínez Serrano
Aunque sin éxito, intentó ser rudísimo el golpeteo en contra
del Obispo de la Diócesis de Cuernavaca, Ramón
Castro y Castro que, el sábado anterior concentró a decenas de miles de
personas, que se sumaron de manera voluntaria, sin ningún tipo de estímulo
económico o de transporte, para lanzar un sonorísimo grito en contra de la
inseguridad que golpea a lo largo y ancho de la geografía morelense y que, el
gobernador Graco Ramírez insiste en
negar, dibujando una imaginario en el que todo es color de rosa.
A esa marcha a la que respondieron los fieles a la religión
que profesa y encabeza en Morelos el Obispo Castro y Castro, nos sumamos representantes de todos los sectores,
como también madres, esposas e hijos de los cientos de víctimas de la galopante
criminalidad, que golpea en los 33 municipios del Estado y que el mamotreto,
ese organismo amorfo y disfuncional llamado Mando Único no logra contener y, por el contrario, como el mismo Comisionado
Estatal de Seguridad Pública, Jesús
Alberto Capella Ibarra reconoce, se mimetiza con el crimen organizado, que
penetra hasta lo más profundo de su estructura.
En esta oportunidad como en la que convocó el año anterior,
fueron miles las personas que desbordaron las calles de Cuernavaca e hicieron
insuficientes los patios de catedral y sus calles adyacentes, para lanzar un ¡Ya
basta! Al clima de inseguridad y criminalización que nos golpea a todos los
morelenses.
En esa movilización
convocada por la iglesia para su feligresía, se expresaron consignas en
contra de todo lo que, como fieles a una doctrina les lastima; naturalmente se
expresó el rechazo a los matrimonios
entre personas del mismo sexo, como también en contra del aborto. Están en su derecho de hacerlo, como también quienes
respetamos creencias y preferencias, de ignorar esas expresiones.
Me pareció una posición facilona, cobarde y hasta ridícula,
aquella encaminada a acusar que monseñor Castro
y Castro encabezó marcha
contra bodas gay. Quienes lo posteron en redes sociales, quienes lo
escribieron en sus respectivos pasquines y quienes lo vociferaron en
noticieros, saben perfectamente que ese no fue el objetivo.
Toda la jauría, la recua de quienes se fueron en contra del
Obispo Ramón Castro y dedicaron
horas a desacreditar el descontento social de decenas de miles de morelenses,
por el pendejismo con que se conduce el Estado, al que se hunde en la miseria y
en la criminalidad, son personas enchufadas a la nómina del gobierno de Graco Ramírez y claro que están en su
derecho de hacerlo, por eso y para eso les
pagan. Están en su derecho de cuidar su chamba y lo respeto.
Lo que me parece una bajeza es el empeño de dividir a los morelenses, entre liberales y
conservadores, atizar una campaña de
odio en contra de quienes profesan la religión católica, sólo porque respetan
los dictados de su doctrina que, por cierto, establecen en su Código de Derecho Canónico, en su canon 1055, sobre el matrimonio: La alianza matrimonial, por la que el varón
y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por
su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación
de la prole, fue elevada por Cristo Señor a la dignidad de sacramento entre
bautizados.
Durante los años que radiqué en Tijuana y trabajé para el
periódico El Mexicano, me tocó la cobertura de iglesias y grupos
vulnerables, producto de ese encargo, asistí a masivos de los testigos de jehová,
marchas de orgullo gay, de defensa de (in)migrantes, lo mismo en aquella ciudad
norteña, que en algunas de California, Estados Unidos.
En todos los casos, las demandas eran dirigidas a los
gobiernos, Como acá, la marcha que encabezó el Obispo, pedían frenar los abusos policiacos, las prácticas de muerte,
entre ellas el aborto y, los católicos, por el no a los matrimonios del mismo
sexo, pero también exigían seguridad en las calles; los representantes de los
colectivos lésbico gay, bisexual y transexual, respeto a sus derechos y los
migrantes, un alto a las redadas abusivas y arbitrarias ordenadas en su contra,
para inflar estadísticas de seguridad, por el jefe de policía en turno, en su
oportunidad, Jesús Alberto Capella
Ibarra. Cada quien su tema y en su entorno.
Lo que molesta a Graco
Ramírez, lo que motiva que suelte a su jauría, a sus focas y que tire
millones de pesos para desacreditar, difamar y cuestionar a las decenas de
miles de personas que lo rechazan, es que nadie le reconoce sus programas basura y su complicidad con cientos de asesinatos, como los caso 200 que van
en el primer cuatrimestre del año.
Graco es un gobernador criminal, al que los morelenses ya no
soportamos, pero eso a él, a él lo tiene sin cuidado, porque para eso tiene el
apoyo incondicional de su cómplice, el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong,
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