miércoles, 25 de mayo de 2016

TERTULIA POLÍTICA

Gasolina al fuego

Pedro Martínez Serrano

Lo que hoy ocurre en Morelos es inédito. Sus calles se convirtieron en tiraderos de cadáveres; en zona de guerra entre grupos criminales, caldo de cultivo para extorsionadores y moneda de cambio con la que se paga a grupos de choque, golpeadores y esquiroles al servicio de los gobiernos estatal y municipales, refugiados en agrupaciones sindicales que inundan parques, jardines y aceras, con comerciantes de todo tipo de productos, lo mismo piratas, que robados; nuestras calles están invadidas de vendedores de todo tipo de fritangas que, sin permiso y sin cumplir ninguna norma sanitaria, venden lo que les viene en gana y lo hacen donde les da la gana; ellos vienen de otros estados, especialmente de Guerrero y parte del Estado de México, traen carretillas mugrosas y barbacoa que anuncian de borrego y de chivo, pero a veces pienso que también es de perro.
Nuestra entidad está sumida en la anarquía, en el abandono y el olvido, lo mismo de los gobiernos municipales, todos ellos corruptos, que un día sí y otro también buscan negocios facilones pero generosos, por ejemplo con la expedición de permisos de construcción, de uso del suelo, de horas extras y de todo aquello que deje igualas tramposas, a quienes se encargan hoy de saquear sus arcas, a quienes lo menos que interesa es que las cosas caminen correctamente. Nadie sanciona la ilegalidad; nadie castiga el abuso, nadie defiende a las víctimas; se vive un ambiente de todos contra todos y sálvese quien pueda.
Y precisamente en esas condiciones de explosividad social, el gobernador Graco Ramírez parece que disfruta abriendo frentes, desprestigiando, agraviando y golpeando a quienes no piensan como él, a quienes cuestionan su pendejismo (Diccionario de Real Academia de la Lengua / Pendejo: tonto, estúpido, cobarde, pusilánime, de vida irregular y desordenada); el mandatario y quienes lo asesoran, parece que disfrutan atizando, ensanchando la brecha entre ellos, los que se sienten los buenos, pero que los morelenses vemos como ladrones, represores sanguinarios y criminales y, en la otra esquina, todos los que rechazamos que Morelos siga desangrando en lo económico y social.
En esas condiciones de voraz saqueo que se achaca al hijastro del gobernador, Rodrigo Gayosso, ese que lo mismo llora al hombro de un colaborador, normalmente jovencitos de buena facha y buena percha, que amenaza y agrede a periodistas o adversarios políticos; en este momento en que Morelos arde y el fuego amenaza con hacer volar las desprestigiadas instituciones del Estado, el señor Graco Ramírez, vengativo, traicionero y sanguinario como es, con todo y esa cara de pendejo que tiene, decidió que el fuego se combata con gasolina.
Graco es temerario, pero dictatorial; dictadorzuelo de pacotilla que no permite que se le lleve la contra, ni se le expliquen las cosas, como tampoco los alcances de sus estúpidas decisiones; él hace y deshace en Morelos y lo único que le preocupa es quedar bien, estar bien; arrodillarse e hincarse a gusto y como mejor se complazca quien lo mantiene en el cargo, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
En esas condiciones de la dictadura que está a punto de explotar en Morelos, Graco Ramírez ordenó encender la mecha del furioso explosivo que lo podría despedazar, cuando menos echarlo fuera del cargo que sigue usurpando, para ser enviado a una cárcel de alta seguridad, de las varias que ya lo esperan.
El explosivo ideal para que el incendio desborde, es la estúpida orden acatada por la Presidenta de la Junta Política y de Gobierno, del Congreso del Estado, la diputada Hortensia Figueroa Peralta, esa señora que camina y actúa en el recinto de Matamoros, de acuerdo y a gusto del dictado de Graco, a quien complace sumisa y obediente, sin importar el ridículo y el desprestigio que la embarran. Ayer lo volvió a hacer; ayer volvió a arremeter en contra de la Universidad Autónoma del Estado y de quien la representa, el rector Alejandro Vera Jiménez.
Más allá de los principios de la autonomía universitaria; más allá del respeto a la institución formadora de profesionales que enaltecen el nombre del Estado, la diputada Figueroa Peralta consiguió que el pleno del Congreso del Estado, ordenara auditar los recursos de la máxima casa de estudios, en los periodos administrativos de 2014 y 2015.
Creo que lo que busca Graco con sus estúpidas decisiones, avaladas y ejecutadas por su leal y fiel ayudante en el Congreso, Hortensia Figueroa, es despertar al gigante dormido; a ese gigante intelectual y pensante que tiene rumbo y liderazgo, de lo que carece precisamente el Estado, cuyas instituciones carecen de rumbo y líder.

El choque con la Universidad Autónoma del Estado, volverá a arrodillar a Graco, sólo que en esta ocasión exhibirá la bajeza de su servidumbre y, los efectos podrían ser gravísimos. A la máxima casa de estudios del estado no se le puede pisotear y mucho menos se debe permitir.

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