miércoles, 18 de mayo de 2016

TERTULIA POLÍTICA

Abogados basura

Pedro Martínez Serrano
Lo que hoy sucede en Morelos, cuando las ejecuciones se multiplican y van de la mano de levantones, secuestros, cobro de piso y disputa entre grupos criminales por el control de la plaza, es una calca de lo que ocurrió en Tijuana, mientras Alberto Capella Ibarra sirvió a grupos criminales en aquella ciudad fronteriza, desde la titularidad de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, primero con el panista Jorge Ramos Hernández como alcalde y, luego, con el priísta Carlos Bustamante Anchondo.
Al tijuanense inventado en las luchas ciudadanas por la seguridad, por el empresario Ascan Luteotth, lo persiguen las guerras entre grupos criminales; los ríos de sangre y los panteones clandestinos, las fosas, que aparecen como por arte de magia en los lugares en los que opera Capella. Su éxito policiaco y los ambientes de seguridad que se atribuye, sólo son mediáticos, se difunden en periódicos, estaciones de radio y televisión a los que paga o asigna jugosos contratos, para favorecer a sus directivos columnistas estrella.
En el terreno de la realidad, Tijuana vivió sus peores momentos, sus días más sangrientos e inseguros, durante la estancia de Capella Ibarra como jefe de policía. Un ejemplo, el septiembre de 2008 aparecieron 12 ejecutados; a todos los arrancaron la lengua.
Fue durante su estancia de Capella al frente de la policía municipal, cuando Santiago Meza López El Pozolero, habría disuelto hasta 300 personas en ácido, cuyos restos enterró en fosas clandestinas en la zona oeste de Tijuana; en los límites con Tecate.
Luego de la ejecución de 12 personas en la zona de Otay Constituyentes, allá en Tijuana, en el rumbo del aeropuerto, el secretario de Seguridad Pública, Alberto Capella expuso en entrevista radiofónica que estos crímenes son producto de un choque por la supremacía entre dos bandas, la misma cantaleta que repite en Morelos.
Así desde que lo conozco, a partir de que empezó de gato de Ascan Luterotth, senador suplente de Ernesto Ruffo, el señor Alberto Capella nunca tiene la culpa de nada; siempre hay un culpable de lo que es su responsabilidad atender. Su mejor herramienta es la difamación, la denostación y el golpeteo en contra las víctimas y/o de quien, con razón o sin ella, lo cuestiona o critica sus procedimientos, siempre con un pestilente tufo a complicidad con el crimen organizado.
Copia al carbón del gobernador Graco Ramírez, contestatario, difamador, fanfarrón y mentiroso, su jefe institucional, de quien por cierto no recibe órdenes, Alberto Capella tiene justificación para todo, pero la solución de nada. Siempre hay un culpable de que Morelos se ahogue en sangre y apeste a cementerio, menos él, el Mando Único, quienes lo dirigen y menos quienes lo patrocinan.
El recurso de siempre de Capella, el que se empeña en machacar, para ofender a los ciudadanos, más allá de siglas partidistas, religión o condición social, es el de difamar; invariablemente se criminaliza a las víctimas; ante el pendejismo oficial para resolver los cientos de asesinatos que se registran en Morelos, la respuesta es la misma: andaba en asuntos relacionados con el crimen organizado y punto. Carpetazo.
Lo que es agraviante, lo que no creo que pueda permitir una sociedad responsable, con profesionales del derecho comprometidos con las causas legales más sentidas de la población, es que se deje impune la acusación bajuna, ofensiva y gravísima, expresada por Alberto Capella con esa advertencia de que No vamos a publicar lo que sabemos para no denostar la imagen de las víctimas. No se ocupe ser más imbécil, como tampoco más difamador, para lastimar a los familiares de quienes han perdido la vida en este Morelos inseguro, entregado al crimen organizado.
Lo que llamó poderosamente mi atención, lo que me alarmó, por el desdén con que lo plantea el Comisionado Estatal de Seguridad Pública, Jesús Alberto Capella, es el siguiente apunte, atribuido al funcionario:
Gracias a los abogados corruptos que sacan a peligrosos criminales a billetazos, es que el delincuente sale más empoderado de las audiencias de juicios orales a delinquir, pero con mayor violencia aún. Esos abogados basura, son los que le terminan de despedazar más la vida a las víctimas y favorecen la inseguridad.

Y todavía esos abogadetes se atreven a criticar (al gobierno) por los homicidios, cuando son los cómplices de sus fechorías, al encubrirles y favorecer la corrupción y por ende, la inseguridad.

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