TERTULIA POLÍTICA
Javier y Javier / Bolaños y López
Pedro Martínez Serrano
Oportunista, corrupto,
traicionero y con una profunda adicción al sexo con niñas, siempre que no hayan
superado los 12 años de edad, pero también coleccionista de automóviles de lujo,
Javier llegó a Morelos, como dicen
las abuelitas observadoras y puntillosas, con una mano atrás y otra adelante;
llegó con hambre y decidido a hacer todo, absolutamente todo, con tal de tener
dinero, mucho dinero. Lo consiguió.
Gracias a la relación de su ex
esposa, con la ex esposa del ex gobernador Sergio
Estrada Cajigal, el ahora acaudalado diputado federal panista Edmundo Javier Bolaños Aguilar, se colocó en el ayuntamiento de Cuernavaca,
al frente del sistema de agua potable y fue entonces cuando empezó la desgracia
financiera y el robo, el saqueo descarado en el organismo administrador del
agua en Cuernavaca.
Con su llegada a ese organismo,
encargado de la operación del sistema de agua potable de Cuernavaca, hoy en
quiebra, luego del saqueo que ha soportado por años, Javier Bolaños Aguilar empezó a mejorar su nivel de vida; le dio rienda
suelta a sus gustos caros, el más; el que le hace adicción, es el que
tiene que ver con ese tufo pestilente a pederasta que deja a su paso y que le
ha causado problemas que han revotado hasta Tetela del Volcán.
Pero fiel exponente de la política de la bicicleta, que se agacha (en su caso repta, se
inclina y se hinca, se pone a gusto de quien manda) con los de arriba y patea a los de abajo, el ahora diputado federal Javier Bolaños Aguilar, por cierto
ausente de su distrito, de la ciudad y del estado, que no visita si no es para
hacer negocios, componendas o preparar el terreno para su próxima candidatura,
aliado al PSD, el partido que revivió Cuauhtémoc
Blanco Bravo, se dedica a golpear y difamar a quienes mira como sus
adversarios, a quienes cree que le pueden hacer contrapeso en sus aspiraciones
dentro del Partido Acción Nacional.
Antes de llegar a la posición que
hoy ocupa, desde la cual busca brincar a la candidatura al gobierno del Estado,
me confió uno de quienes lo ayudaron a sentarse en donde ahora está y que
terminó decepcionado por esa actitud traicionera, ventajosa e hija de la
chingada, Javier Bolaños se incrustó
en lo que llaman el cártel del agua,
algo así como una banda criminal que opera los servicios del vital líquido en varios
estados y, mediante componendas, consiguen recursos y asignan contratos
millonarios a empresas que los benefician con el 20 por ciento.
Su participación en el cártel del
agua, me contó Gilberto Avila Portilla,
uno de quienes llegaron de Veracruz junto con Carlos Tecero, para operar la consultoría a favor de la que se
facturaron millones de pesos del diputado Bolaños,
en sus años de funcionario gubernamental, con cuyos recursos compró lo mismo
una colección de autos de lujo, que un par de ranchos en Veracruz y propiedades
en Morelos y Guerrero.
Siempre atento a complacer al
gobernador en turno, hoy no es la excepción, Javier Bolaños sirve a Graco
Ramírez y cada que puede se sirve de él. La más reciente componenda entre
ambos, es el rudísimo golpeteo en contra de los diputados panistas, en especial
de Víctor Manuel Caballero Solano a
quien le reconoce ventajas sobre él, en especial su relación con panistas de cúpula,
de esos que influyen o mandan en el comité nacional de ese partido.
Y para reforzar el daño en contra
de sus adversarios, echa mano de su gato, un pendejete desprestigiado al que no
quiere ni su familia, un tal Javier
López Sánchez, uno de los más rateros panistas de Morelos; un ladrón al que
se exhibió hasta el cansancio, en el proceso electoral de 2009, cuando Manuel Martínez Garrigós ganó la
presidencia municipal.
En ese tiempo, en el borde del
cinismo y la estupidez, el Chabelo, como lo bautizó el
periodista Javier Jaramillo Frikas (creo
que otra vez en el periódico Morelos
Habla) dispuso del dinero del Estado como si se tratara del personal, para
promover hasta la locura el intento de su (ex) esposa de ser candidata a diputada
local por el IV distrito local, posición que logró en el PAN y perdió en la
calle, con el rechazo del electorado.
Parasitario, vividor y bueno para
sangrar el erario, Javiercito López
Sánchez Chabelo, tenía una plaza
de 75 mil pesos mensuales en el Congreso del Estado, mientras que su (ex) esposa
cobraba 60 mil. Al inicia de la actual legislatura se les dio de baja de
inmediato, además de que hay gastos que no alcanzó a justificar el leal amigo,
socio y gato de Javier Bolaños Aguilar.
Hoy Javier y Javier, Bolaños, el
diputado federal y López, su gato, sueltan sonoras carcajadas y de pendejos no bajan a los hermanos Yáñez y a Cuauhtémoc Blanco, como a su asesor, el españolete José Manuel Sanz, con quienes pactaron trabajar
por una alianza entre el PAN y el PSD para el 18 y, con ella, lograr la
gubernatura y la primera senaduría.
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