lunes, 27 de marzo de 2017

Sobre Betty Vicera Alatriste...
Timidez, gratitud e hipocresía del resentido

Mi dilecto amigo Pedro, a propósito de tu columna de hoy, sobre el tema de Beatriz Vícera Alatriste, te mando este apunte-

Entre los lectores que me hacen favor de recibir mis despachos de la Tertulia Política, he de agradecer su atención a profesionistas de todo tipo, en esta ocasión un queridísimo amigo, licenciado en psicología, de quien reservo su nombre por dos razones, la primera, no me lo pidió y, la segunda y más importante, porque es un personaje querido y respetado entre la sociedad de Cuernavaca, de ahí que no me gustaría causarle algún problema, alguna revancha de parte de la diputada presidente de la mesa directiva del congreso del estado, Beatriz Vicera Alatriste, sobre quien me envió el siguiente apunte, mismo que la describe de cuerpo entero, pero que también se suma a los muchísimos mensajes que, públicos o privados, expresan el repudio en su contra. Aquí el texto:

Timidez, gratitud e hipocresía del resentido

Gregorio Marañón*
"Coincide muchas veces el resentimiento con la timidez. Muchos hombres que ofrecen la otra mejilla después de la bofetada no lo hacen por virtud, sino por disimular su cobardía; y su forzada humildad se convierte después en resentimiento. Pero, si alguna vez alcanzan a ser fuertes, con la fortaleza advenediza que da el mando social, estalla tardíamente la venganza, disfrazada hasta entonces de resignación. Por eso son tan temibles los hombres débiles y resentidos cuando el azar los coloca en el poder, como tantas veces ocurre en las revoluciones. He aquí también la razón de que acudan a la confusión revolucionaría tantos resentidos y jueguen en su desarrollo importante papel. Los cabecillas más crueles tienen con frecuencia antecedentes delatores de su timidez antigua y síntomas inequívocos de su actual resentimiento.

Asimismo, es muy típico de estos hombres (mujeres como la tal Beatriz Vicera Alatriste), no sólo la incapacidad de agradecer, sino la facilidad con que transforman el favor que les hacen los demás en combustible de su resentimiento. Hay una frase de Robespierre, trágico resentido, que no se puede leer sin escalofrío, tal es la claridad que proyecta en la psicología de la Revolución: “Sentí, desde muy temprano, la penosa esclavitud del agradecimiento”. Cuando se hace el bien a un resentido, el bienhechor queda inscrito en la lista negra de su incordialidad. El resentimiento ronda, como animado por sordos impulsos, en torno del poderoso; le atrae y le irrita a la vez. Este doble sentimiento le ata amargamente al séquito del que manda. Por esto encontramos tantas veces al resentido en la corte de los poderosos. Y los poderosos deben saber que a su sombra crece inevitablemente, mil veces más peligroso que la envidia, el resentimiento de aquellos mismos que viven de su favor.

Es casi siempre el resentido, cauteloso e hipócrita. Casi nunca manifiesta a los que le rodean su acidez interior. Pero debajo de su disimulo se hace, al fin, patente el resentimiento. Cada uno de sus actos, cada uno de sus pensamientos, acaba por estar transido de una indefinible acritud. Sobre todo, ninguna pasión asoma con tanta claridad como ésta a la mirada, menos dócil que la palabra y que el gesto para la cautela."

* Gregorio Marañón, "Teoría del Resentimiento", en "Criterios Profesionales", Central Mexicana de Servicios Generales de AA, México, 2013, pp. 121-122)

No hay comentarios:

Publicar un comentario