TERTULIA POLÍTICA
Detestan a Beatriz
La llegué a escuchar hablando con personal
de a 500 semanales, dejando ver sus aprietos económicos;
“a mí no me da pena comprar en el tianguis de Chamilpa,
o en las segundas; consigues cosas muy buenas…
Estos zapatos, son de marca, presumió, me costaron
150 pesos y velos, levantó el pie, se ven muy buenos”
de a 500 semanales, dejando ver sus aprietos económicos;
“a mí no me da pena comprar en el tianguis de Chamilpa,
o en las segundas; consigues cosas muy buenas…
Estos zapatos, son de marca, presumió, me costaron
150 pesos y velos, levantó el pie, se ven muy buenos”
Pedro Martínez
Serrano
En los días más recientes he
ocupado mis espacios en redes sociales, mi blog de Tertulia Política y mi
listado de correos electrónicos, en temas relacionados al Congreso del Estado;
he mencionado a la diputada Beatriz
Vicera Alatriste y he visto con sorpresa, el rechazo social en su contra;
el rencor de parte de los trabajadores del recinto legislativo y de muchas
personas a las que juró lealtad, amistad y compromiso.
Debo aclarar que conocí a Beatriz hace algunos años, trabajaba en
el equipo de Marisela Sánchez; no
era de sus confianzas, pero si cercana a ella; la llamaba mi jefa, mi patroncita, con un tono zalamero y servil. Era evidente
que con cada expresión buscaba congraciarse y ascender en el ánimo de la ex
candidata al gobierno del Estado.
Supongo que eran días difíciles
para la hoy diputada Presidente de la Mesa Directiva del Congreso local; se
veía apurada de dinero; su aspecto era algo así como pintoresco; se enjaretaba
la ropa, los zapatos que podía, no los que quería.
La llegué a escuchar hablando con
personal con salario de a 500 semanales, dejando ver sus aprietos económicos; “a mí
no me da pena comprar en el tianguis de Chamilpa, o en las segundas; consigues cosas muy buenas… Estos zapatos, son de marca, presumió, me
costaron 150 pesos y velos, levantó el pie, se ven muy buenos”.
Asqueroso y fijado como soy en la
higiene de las personas, me di cuenta que la señora tenía problemas de “hongos
dermatofitos”, es decir las uñas gruesas y los dedos pellejudos. Ese día,
cuando me despedí, evité darle la mano, como lo he evitado las ocasiones
subsecuentes, que no son más de tres o cuatro, que la he encontrado.
Apresuré a mi amigo Luis Antonio García, el Buki, como se
le conoce en el medio periodístico, para que subiera a mi camioneta. Ella
atendía un modesto taller de imprenta propiedad de Marisela Sánchez a quien, en algún otro acercamiento en su negocio,
por acompañar a Luis, me tocó ver
que regañara un poco duro a la hoy diputada presidenta de la mesa directiva.
Aquellas apremiantes económicas
en que conocí a Beatriz, que ocupaba
a mujeres comparsa en eventos de Marisela,
para que le firmaran gastos de 20 o 30 mil pesos, a cambio de sus 300
pesotes, contrastan con la ahora diputada plurinominal llegada ahí por el PRI y
que hoy jura lealtad al PRD.
Hoy mira por arriba del hombro a
quienes antes pedía favores, a quienes les pedía “aventón” y hasta ropa
prestada. “Fíjate manita que voy a un evento al CEN y no tengo qué ponerme”,
comentaba a manera de ruego a quien se desprendía para regalarle algunos trapos
avejentados en el closet o le tiraba uno pesos, para que se comprara algo. Sabe
perfectamente a quien me refiero.
Beatriz Vicera cambió hasta el tono de voz, es presumida, soberbia
y vengativa, dictatorial, en el Congreso del Estado la aborrecen y se burlan de
ella, de ese estilo pueblerino, taimado y ventajoso, ladrona e hipócrita; arranca
risas burlonas cuando habla de que “yo me siento mal si no compro mis zapatos
de marca; fíjate que lo corriente me lastima”, suelta por ahí en los pasillos
del legislativo, para que luego rematen quienes la escuchan, incluidos
diputados y diputadas: “si lo corriente le lastima, que no se vea al espejo”.
Esa mujer que en 2018 terminará
sola y apestada, sin amistades, pero también en riesgo de volver a lo de
siempre, a la pobreza lastimosa que padecía, es aborrecida por muchos,
especialmente por gente que trabaja a su lado, de cerca, muy, muy cerca de
ella.
El siguiente texto, salió de su
oficina, de la oficina que ocupa en la presidencia de la mesa directiva y lo
atizaron personas de su equipo. Es el siguiente:
Don Pedro, Tiene usted toda la razón! Ya hasta quiero que termine
esta legislatura para poder expresarme libremente.
Es cierto y más que cierto, me
consta, lo que escribe de Beatriz Vicera.
Independientemente de todas las
barbaridades que hace y son del dominio público, tanto pregona su dizque lucha
por las mujeres y con una mano detiene su pancartita de "NO A LA VIOLENCIA
POLÍTICA Y LABORAL CONTRA LAS MUJERES" y con la otra, firma órdenes
injustas, injustificadas y violatorias de los derechos de las mujeres que
trabajan en el congreso.
Como si no tuviera un presidente
del legislativo, nada importante qué hacer, se dedica a DESQUITAR SUS COMPLEJOS
Y FRUSTRACIONES ABUSANDO DE SU JERARQUÍA SOBRE OTRAS MUJERES, inventando y
difundiendo chismes y calumnias propios de como bien dice usted, sirvientas
(que se entiende en ellas porque en qué más se entretienen y qué otra
preparación, razón o experiencia les asiste).
En mi caso, he sido víctima de
calumnias, abusos y violaciones a mis derechos porque... ¡Porque sí! Como nunca
he tenido mayor trato con ella, que el saludo cuando ella era empleada de Marisela. Parece que le molesta que
exista o existamos otras mujeres, no sé por qué, no lo entiendo.
Y soy mujer, trabajadora,
política, jefa de familia, madre soltera, vaya, entro en todos los clichés de
la defensa "feminista", con la única diferencia que además me he
preparado y con mucho esfuerzo para el desempeño de mi profesión y mis encargos
en la función pública.
Conozco de casos que como el mío,
que llevan meses sin sin cobrar salarios devengados, sólo porque la señora no
quiere entregarlos.
Y aunque ha hecho acuerdos con diputados
de diferentes partidos y otros actores políticos, que han intervenido a favor
de quienes trabajamos sin el salario desde hace meses, no ha cumplido su
palabra, no más porque no le da la gana o le caemos mal.
A todos les dice que sí, que
claro, que ya está arreglado, no más que después de repartir calumnias que se
inventan de quienes no somos de su agrado.
Entre quienes trabajamos sin
sueldo, sólo por conservar nuestro empleo, hay personas que han estudiado y
leído cuanto han podido, que han servido en la función pública por más de 20
años, sin embargo las trata como sus iguales, como ex sirvientas; les reclama y
exige, les grita, en tono vulgar, bajo, con palabras incorrectas.
El peor delincuente tiene derecho
a defenderse, a ser oído y vencido en un juicio justo. Vaya es de elemental
justicia escuchar a dos partes. Y muchos ni enterados estamos de quién y por qué
nos acusa.
Al fin, no es sino un pretexto
porque sólo ella sabe qué hace con el dinero de los trabajadores y sólo ella
sabe el origen y los sentimientos que tiene hacia quien ni en el mapa la
ubicaba.
Mientras el tiempo llega, no sabe
Usted cuánto nos reconforta que aún sin proponérselo, sea Usted nuestra voz y seguramente
la de muchos otros engañados por la señora Vicera
Alatriste.
Se nos castiga también por ser de
confianza y por ser mujeres (no vayamos a competir) y nos tenemos que callar
pero no será para siempre. Y eso es lo que no entienden.
En esta ocasión, sólo
quiero decirle GRACIAS, de corazón.
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