lunes, 27 de marzo de 2017

TERTULIA POLÍTICA

Detestan a Beatriz
La llegué a escuchar hablando con personal
de a 500 semanales, dejando ver sus aprietos económicos;
“a mí no me da pena comprar en el tianguis de Chamilpa,
o en las segundas; consigues cosas muy buenas…
Estos zapatos, son de marca, presumió, me costaron
150 pesos y velos, levantó el pie, se ven muy buenos”
Pedro Martínez Serrano
En los días más recientes he ocupado mis espacios en redes sociales, mi blog de Tertulia Política y mi listado de correos electrónicos, en temas relacionados al Congreso del Estado; he mencionado a la diputada Beatriz Vicera Alatriste y he visto con sorpresa, el rechazo social en su contra; el rencor de parte de los trabajadores del recinto legislativo y de muchas personas a las que juró lealtad, amistad y compromiso.
Debo aclarar que conocí a Beatriz hace algunos años, trabajaba en el equipo de Marisela Sánchez; no era de sus confianzas, pero si cercana a ella; la llamaba mi jefa, mi patroncita, con un tono zalamero y servil. Era evidente que con cada expresión buscaba congraciarse y ascender en el ánimo de la ex candidata al gobierno del Estado.
Supongo que eran días difíciles para la hoy diputada Presidente de la Mesa Directiva del Congreso local; se veía apurada de dinero; su aspecto era algo así como pintoresco; se enjaretaba la ropa, los zapatos que podía, no los que quería.
La llegué a escuchar hablando con personal con salario de a 500 semanales, dejando ver sus aprietos económicos; “a mí no me da pena comprar en el tianguis de Chamilpa, o en las segundas; consigues cosas muy buenas… Estos zapatos, son de marca, presumió, me costaron 150 pesos y velos, levantó el pie, se ven muy buenos”.
Asqueroso y fijado como soy en la higiene de las personas, me di cuenta que la señora tenía problemas de “hongos dermatofitos”, es decir las uñas gruesas y los dedos pellejudos. Ese día, cuando me despedí, evité darle la mano, como lo he evitado las ocasiones subsecuentes, que no son más de tres o cuatro, que la he encontrado.
Apresuré a mi amigo Luis Antonio García, el Buki, como se le conoce en el medio periodístico, para que subiera a mi camioneta. Ella atendía un modesto taller de imprenta propiedad de Marisela Sánchez a quien, en algún otro acercamiento en su negocio, por acompañar a Luis, me tocó ver que regañara un poco duro a la hoy diputada presidenta de la mesa directiva.
Aquellas apremiantes económicas en que conocí a Beatriz, que ocupaba a mujeres comparsa en eventos de Marisela, para que le firmaran gastos de 20 o 30 mil pesos, a cambio de sus 300 pesotes, contrastan con la ahora diputada plurinominal llegada ahí por el PRI y que hoy jura lealtad al PRD.
Hoy mira por arriba del hombro a quienes antes pedía favores, a quienes les pedía “aventón” y hasta ropa prestada. “Fíjate manita que voy a un evento al CEN y no tengo qué ponerme”, comentaba a manera de ruego a quien se desprendía para regalarle algunos trapos avejentados en el closet o le tiraba uno pesos, para que se comprara algo. Sabe perfectamente a quien me refiero.
Beatriz Vicera cambió hasta el tono de voz, es presumida, soberbia y vengativa, dictatorial, en el Congreso del Estado la aborrecen y se burlan de ella, de ese estilo pueblerino, taimado y ventajoso, ladrona e hipócrita; arranca risas burlonas cuando habla de que “yo me siento mal si no compro mis zapatos de marca; fíjate que lo corriente me lastima”, suelta por ahí en los pasillos del legislativo, para que luego rematen quienes la escuchan, incluidos diputados y diputadas: “si lo corriente le lastima, que no se vea al espejo”.
Esa mujer que en 2018 terminará sola y apestada, sin amistades, pero también en riesgo de volver a lo de siempre, a la pobreza lastimosa que padecía, es aborrecida por muchos, especialmente por gente que trabaja a su lado, de cerca, muy, muy cerca de ella.
El siguiente texto, salió de su oficina, de la oficina que ocupa en la presidencia de la mesa directiva y lo atizaron personas de su equipo. Es el siguiente:

Don Pedro, Tiene usted toda la razón! Ya hasta quiero que termine esta legislatura para poder expresarme libremente.
Es cierto y más que cierto, me consta, lo que escribe de Beatriz Vicera.
Independientemente de todas las barbaridades que hace y son del dominio público, tanto pregona su dizque lucha por las mujeres y con una mano detiene su pancartita de "NO A LA VIOLENCIA POLÍTICA Y LABORAL CONTRA LAS MUJERES" y con la otra, firma órdenes injustas, injustificadas y violatorias de los derechos de las mujeres que trabajan en el congreso.
Como si no tuviera un presidente del legislativo, nada importante qué hacer, se dedica a DESQUITAR SUS COMPLEJOS Y FRUSTRACIONES ABUSANDO DE SU JERARQUÍA SOBRE OTRAS MUJERES, inventando y difundiendo chismes y calumnias propios de como bien dice usted, sirvientas (que se entiende en ellas porque en qué más se entretienen y qué otra preparación, razón o experiencia les asiste).
En mi caso, he sido víctima de calumnias, abusos y violaciones a mis derechos porque... ¡Porque sí! Como nunca he tenido mayor trato con ella, que el saludo cuando ella era empleada de Marisela. Parece que le molesta que exista o existamos otras mujeres, no sé por qué, no lo entiendo.
Y soy mujer, trabajadora, política, jefa de familia, madre soltera, vaya, entro en todos los clichés de la defensa "feminista", con la única diferencia que además me he preparado y con mucho esfuerzo para el desempeño de mi profesión y mis encargos en la función pública.
Conozco de casos que como el mío, que llevan meses sin sin cobrar salarios devengados, sólo porque la señora no quiere entregarlos.
Y aunque ha hecho acuerdos con diputados de diferentes partidos y otros actores políticos, que han intervenido a favor de quienes trabajamos sin el salario desde hace meses, no ha cumplido su palabra, no más porque no le da la gana o le caemos mal.
A todos les dice que sí, que claro, que ya está arreglado, no más que después de repartir calumnias que se inventan de quienes no somos de su agrado.
Entre quienes trabajamos sin sueldo, sólo por conservar nuestro empleo, hay personas que han estudiado y leído cuanto han podido, que han servido en la función pública por más de 20 años, sin embargo las trata como sus iguales, como ex sirvientas; les reclama y exige, les grita, en tono vulgar, bajo, con palabras incorrectas.
El peor delincuente tiene derecho a defenderse, a ser oído y vencido en un juicio justo. Vaya es de elemental justicia escuchar a dos partes. Y muchos ni enterados estamos de quién y por qué nos acusa.
Al fin, no es sino un pretexto porque sólo ella sabe qué hace con el dinero de los trabajadores y sólo ella sabe el origen y los sentimientos que tiene hacia quien ni en el mapa la ubicaba.
Mientras el tiempo llega, no sabe Usted cuánto nos reconforta que aún sin proponérselo, sea Usted nuestra voz y seguramente la de muchos otros engañados por la señora Vicera Alatriste.
Se nos castiga también por ser de confianza y por ser mujeres (no vayamos a competir) y nos tenemos que callar pero no será para siempre. Y eso es lo que no entienden.
En esta ocasión, sólo quiero decirle GRACIAS, de corazón.

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