miércoles, 8 de mayo de 2019

TERTULIA POLÍTICA

Ambulantaje y criminalidad

(…) he sido un severo crítico del Comisionado Estatal
de Seguridad (CES), el vicealmirante José Antonio Ortiz Guarneros,
sin embargo, en esta ocasión, debo reconocer que
le asiste la razón: es imposible asignar un policía a cada ciudadano

Pedro Martínez Serrano
Como nativo de Cuernavaca y vecino del Centro Histórico durante algo así como 20 años, a partir de 1982, he sido testigo de los cambios que ha sufrido el corazón de la ciudad, lo mismo en su trazo urbano, resultado de ocurrencias y desvío millonario de recursos, que del caos y convulsión, consecuencia de la disputa de poder y guerra de espacios en la vía pública, para la explotación de comerciantes ambulantes y semifijos, por parte de dirigentes sindicales deshonestos, proclives a la complicidad criminal.
        Lo que ocurrió a las afueras del palacio de gobierno, cuando un sicario, presuntamente solitario, disparó en contra de un grupo de personas y, según se dio cuenta en redes sociales, en el acto resultó muerto al empresario Jesús García, por cierto padre del “Güero”, joven asesinado en medio de cientos de personas, cuando encabezaba la cabalgata de la víspera de la Feria de la Primavera, me parece que es la consecuencia de la disputa por el control de ínsulas de poder y dinero, mucho dinero que se mueve alrededor del comercio ambulante y semifijo.
       El asunto que escandalizó y aterrorizó a la población, en especial a quienes miraron sorprendidos a un sujeto que disparó a plena luz del día, en medio de cientos de personas, a sabiendas de que su detención era segura, sin embargo, creo que hay que revisar la operación de quienes se enriquecen a costa del caos y la convulsión del Centro Histórico, cuyos representantes sindicales, tienen un gusto particular por las armas.
        Los pleitos por el control del Centro Histórico, han sido muchos, desde los años del doctor Juan Salgado Brito (85-88) como alcalde de Cuernavaca, cuando se les reubicó en los terrenos ahora llamados “Los Fayuqueros”. En aquellos días, la resistencia fue feroz. Hoy los localitos en ese lugar, valen cientos de miles de pesos; luego el ingeniero Sergio Figueroa Campos, los metió en lo que ahora se llama “Plaza Lido”.
        Sin embargo, lo que antes fue caldo de cultivo electoral, se convirtió en territorio de mafias sindicales, a las que se debe someter y llamar al orden, si no se desea que las cosas pasen a mayores; si es que algo peor que lo ocurrido hoy, puede existir.
        Creo que la investigación, debe caminar en dos direcciones y dejar perfectamente claro su resultado: por qué un sujeto “solitario” llegó a disparar hasta el palacio de gobierno, lo que pareciera un acto suicida y; los dividendos que obtienen los que, al amparo de sindicatos corruptos, inundan las calles y avenidas de la ciudad, con personas que se dedican al comercio informal.
        Vale la pena destacar que he sido un severo crítico del Comisionado Estatal de Seguridad (CES), el vicealmirante José Antonio Ortiz Guarneros, sin embargo, en esta ocasión, debo reconocer que le asiste la razón: es imposible asignar un policía a cada ciudadano.

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