lunes, 4 de julio de 2016

Javier Jaramillo Frikas / Prohibido Prohibir / La Familia

Prohibido Prohibir
4 de julio del 20016

La Familia

Por su parte, el sector que durante años ha buscado un trato igualitario,
sin exclusión en una sociedad de costumbres como la nuestra, donde desde
el cura pederasta (habrá chance en los próximos días que narre el daño
que un párroco hizo a los jóvenes de un barrio, abusando a muchos
que viven recuperándose y otros que se fueron a la tumba con la carga
de El Salvador —como se veía por la comunidad— era un pederasta que
se encumbró en la jerarquía religiosa morelense. ¿Cuántos siguen?
Los medios consignan constantemente este tipo
de abusos, desde Marcial Maciel, Romero, la Diócesis de Boston

Javier Jaramillo Frikas
         Enmarcado en una realidad contundente, las preferencias diferentes al supuesto común social, toman cauces ríspidos. Aquí ya no importa el número de los que maldicen la homosexualidad o aquellos que abren espacios para que se les respete tal como son. Cada sector de la sociedad es importante, solo que en este tema la única condición con posibilidades de convivencia es negada tajantemente por uno de estos segmentos y predomina la intolerancia.
         El tema de los matrimonios igualitarios ha traspasado congresos y ayuntamientos y se mece en la cuerda de las leyes. En una especie de Guerra Santa donde los Diablos pueden vestirse de ángeles y pregonarlo, manifestarse, mientras los presuntos demonios avanzan lento pero firme por la contundencia que mencionábamos, queda solo que la tolerancia predomine entre los satanizados encima de quienes jamán los van a aceptar. Ha sido en principio un asunto de números, de votos de unas cuantas personas. ¿Cuántos diputados, regidores, síndicos, alcaldes, tenemos en Morelos? Es una inmensa minoría. Sin embargo, reformas y nuevas leyes están en sus manos. Así, ese pequeño grupo de poder, es propenso a ser influenciados, manipulados o forzados.
         Ayer vimos un movimiento más en contra de la comunidad Lésbico—Gay, con razones que fundamentan en La Familia. La humanidad surge y en su transcurso caminan de lado a lado, heterosexuales y homosexuales, los últimos con los gritos intolerantes de los primeros desde el mismo seno familiar, arrumbados cual fueran los demonios encarnados. A ocultas o viviendo en forma angustiante porque una afirmación de su condición tiene como principal verdugo a La Familia. Han pasado siglos, muchos, y la sociedad con dificultad crece en conciencia que son acciones que parten de la misma creación, digan lo que digan los libros religiosos que rigen a las diversas creencias. No sabemos si exista alguna que acepte una condición contraria a la heterosexualidad.
         La condena desde todas partes, tan antigua como la humanidad. Hoy, en el Siglo XXI, el tema de Morelos en las últimas semanas es el Matrimonio Igualitario. Aquí como en otras entidades tiene resistencias naturales, y otras a las que agregan odio, odio que penetra en el tiple de quienes consignan, odio entre los que tras sus espacios de poder organizan movilizaciones con lo que consideran una presunta minoría más proclive al infierno que a la gloria como ellos la interpretan. Es un tema cultural obviamente. Igual que con el poder de gobiernos, quién no esté de acuerdo con las palabras conservadoras, está condenado. Absolutismo puro: o estás conmigo o en contra mía. Intolerancia plena. Así se escucharon los clamores en cabildos donde los bandos en contra y a favor llevaban un tufo político—partidista al simple sentido. Era evidente la estrategia de representantes populares en lo que, finalmente, parecía un ensayo de tipo electoral y una medición de sus alcances, aprovechando su indignación con un tema para conocer sus posibilidades en el 2018.
         ¿Una Guerra Santa? No. Es un tema de intereses de poder, abusando de un asunto tan real como que existe El Vaticano: la preferencia sexual diferente a lo que sus libros consignan, redactados en espacios de inquisición con la luz de una vela, quién sabe qué siglo. Eso sí, hace muchísimos años. De igual forma en que se ataca públicamente a homosexuales y lesbianas, esconden bajo las sotanas pecados graves, en la deformación de generaciones que a petición de sus mayores familiares o por convicción caen en manos de un pederesta en potencia. Y es ahí, que lo que atacan hoy y ayer y seguro mañana, ellos lo producen en un porcentaje en las  paredes de parroquias.
         No es tema sencillo, pero los elementos sobran con casos que el mundo entero conoce, como el del líder de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, marcado desde Roma por los altos purpurados, o el de la película Spothline, basada en hechos reales, ganadora del Oscar el año anterior, que documenta uno a uno miles de abusos sexuales de curas y obispos contra menores en la Arquidiócesis de Boston, en Estados Unidos. Sí, realizado no por personas con preferencias diferentes, sino por abusivos del poder desde el púlpito.
         Y vaya que existen casos locales que, tenemos que decirlo con todas sus letras, NO RETRATAN A LA IGLESIA GENERALMENTE, pero si lo conocen las altas autoridades o tuvieron constancia de ello. Y nunca sucedió nada. Los trasferían de parroquia o los ascendían en los grados eclesiásticos. Finalmente, así lo veíamos de niños, porque eran los enviados de Dios. Y La Familia, es ahí justo cuando tienen que intervenir, al primer aviso de un intento de abuso o cuando la prueba mayor, traumatiza a un menor de ocho años que sale corriendo de la parroquia porque el padre —que él veía cual Jesucristo— sostiene una relación con un joven muchacho que fue perseguido por la conciencia y murió alcoholizado.
         Y aparece La Familia ante esa visión inusual. ¿Cómo el siempre admirado párroco hace eso? Entonces era cierto lo que se corría entre los adolescentes que entraban y salían de su aposento día, tarde y noche. Incluso, depositados para apoyar labores de la iglesia por La Familia misma. Si, existe doble moral triple, multiplicada. Y ello, nada tiene que ver con la fe y lo que se cree, en el Poder Superior que cada uno conciba. Eran actos arbitrarios. Y tenemos presente el encabezado del diario Avance de Morelos en los primeros años de la década de los sesenta, en la nota roja, que decía así: Cura agrede a jovencita y quita motocicleta a su novio frente a la iglesia. ¿Cuándo habíamos visto una cabeza así en un diario local? Nunca. Tampoco sabíamos que un clérigo tomara la calle para defender lo que creía suyo, a cambio de favores sexuales. El muchacho y La familia salieron del barrio porque los seguidores del párroco no le perdonaban ese acto.
         Ayer, con exclamaciones de Viva la Familia, ubican su posición que es respetable en la gente que lo cree. Sin embargo, imaginamos en cada imagen brazos, manos y cerebros que esconden muchas realidades como la presencia de Satán en lo que parece ser —para ellos— La Casa de Dios…

Estos son comentarios en el FB…
Javier Jaramillo Frikas La intolerancia. Suscribo en el comentario de Alfredo de la Torre: no se casen  (ni se acerquen, si así quieren) con la realidad histórica, mundial, con seres humanos de preferencias diferentes, y respeten la Constitución. Hagan Santos a Maciel, a los miles de casos en la Diócesis de Boston y a los purpurados pederastas de Morelos. Eso sí, Que viva la Familia...

Javier Jaramillo Frikas / 2 de julio a las 13:58 •
Un tema, en toda época, complicado cuando sectores de la sociedad se enfrentan tras decisiones del orden político determinan, como es el caso de los Matrimonios Igualitarios. Por un lado la libertad de ser, actuar y decidir cómo y con quien vives o deseas vivir.
Hoy el manoseo de los números son el tamaño de la contienda, un símil de la vieja guerra en el pueblo irlandés con católicos y protestantes radicales, solo que aquí es el derecho de una comunidad amplia, seres humanos que como cualquier otro, nace, crece y muere, como es la Lésbico—Gay con otra que por los siglos de los siglos ejerce una influencia importante que en ocasiones hace a sus dirigentes, dueños de la verdad absoluta como es el sector católico, o de otro tipo de manifestaciones religiosas.
Los votos en el Congreso Local son determinantes en su origen y al final de la ley en mención, no obstante que los diputados y las diputadas han perdido la confianza, el respeto y la credibilidad de unos y otros. Es visible que no cuentan con voluntad propia y de esa manera la ley fue enviada al Constituyente (los 33 municipios) y ahí quienes votaron a favor o en contra es importante revisarlo, porque todavía existen votos de conciencia, por fortuna, así sean los menos. La operación de los partidos se notó, sobre todo uno, Acción Nacional, que desplegó a su Plana Mayor a partir desde las parroquias hacia los ayuntamientos, ejerciendo presiones que iban más allá de la protesta natural, parecía fanatismo en algunas partes, que solo faltaba la leña verde para en la hoguera quemar a todo aquel que no actuara o pensara diferente.
Por su parte, el sector que durante años ha buscado un trato igualitario, sin exclusión en una sociedad de costumbres como la nuestra, donde desde el cura pederasta (habrá chance en los próximos días que narre el daño que un párroco hizo a los jóvenes de un barrio, abusando a muchos que viven recuperándose y otros que se fueron a la tumba con la carga de El Salvador —como se veía por la comunidad— era un pederasta que se encumbró en la jerarquía religiosa morelense. ¿Cuántos siguen? Los medios consignan constantemente este tipo de abusos, desde Marcial Maciel, Romero, la Diócesis de Boston.
Ahora, en espera de la última decisión para que personas del mismo sexo puedan contraer matrimonio, las vestiduras se arrastran de todas partes, en tanto los que hacen política en el PAN, complacidos porque han realizado un ejercicio electoral mucho antes de la víspera, y los demás partidos creyeron cumplir cuando los diputados emitían su voto la primera ocasión. Se les olvidó que los temas se socializan y se hace en el campo.
Es un tema de análisis donde el menos culpable es el ser humano con una preferencia diferente al común, que así nació o así lo decidió. Más grave es que LOS FUERCEN a cambiar desde el púlpíto. Y aclaro, me bautizaron y confirmaron mis padres con sus compadres para hacer una pachanga. No me consultaron. Hubiese querido escoger padrinos. Mi primera comunión por voluntad propia, a los ocho años, y luego vino el choque, la imagen del Jesús en posición incómoda --él se veía cómodo-- sometiendo a un joven que luego de tirarse a la borrachera, enfermó y murió congestionado.

Por eso, vivan las libertades.

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