Congreso / Diálogo
Pedro Martínez Serrano
El diputado Francisco Moreno
Merino, es un político polémico, hosco y hasta rudo en su ejercicio; muchos
lo ven con recelo, pero ni ellos, ni los que cuestionan su estilo, le pueden
escamotear que es un hombre de resultados, objetivo, certero y puntualmente
respetuoso de la ley, tanto como enérgico en su cumplimiento.
Lo anterior viene a tema
porque hace mucho, al menos desde que empecé en el ejercicio periodístico, hace
más de 3 décadas, no me había tocado ver que un diputado repitiera en la Presidencia
del Congreso, como ocurrió en esta oportunidad con el legislador Moreno
Merino quien, se le quiera o no reconocer, ha llevado una conducción tersa,
respetada y respetable del Poder Legislativo.
Y para retomar el respeto
de la sede legislativa de los morelenses, de manera personal, sin escoltas, ni
ayudantes; mucho menos gorilas apantalla tontos, ha enfrentado, ha atendido a
quienes se han tratado de instalar en el edificio de Matamoros, a manera de
toma de sus instalaciones.
Y lo hizo frente al
rector de la Universidad Autónoma del Estado (UAEM), el doctor Alejandro
Vera Jiménez quien, luego de mantenerse en plantón en la explanada de
Palacio de Gobierno (me resisto a llamarle Casa Morelos, porque es precisamente
a los morelenses a quienes se les prohíbe el acceso), anunció que se trasladarían
al edificio legislativo de Matamoros; que tomarían
el Congreso. Moreno Merino lo paró en seco. No le permitió el
acceso.
De manera amable, pero
enérgica, el mismo diputado Presidente del Congreso, invitó al rector a
desistir de su intentona; de su fanfarronada; le aclaró que al edificio
legislativo no se le permitiría la entrada, pero aun así, si usted desea expresar alguna manifestación, lo va a tener que hacer
en la calle; nosotros le ofrecemos seguridad, pero de la calle para afuera.
Mientras capotea con la
embestida de muchos protagónicos que buscan convertir al Congreso del Estado en
su caja de resonancia, el diputado Francisco Moreno Merino hace lo que sabe,
dialoga, acuerda y resuelve; como lo hizo desde el momento mismo en que asumió
la presidencia del legislativo.
De entrada al inicio de
la legislatura, el año anterior, limpió de parásitos
presupuestívoros, especialmente del largo listado de aviadores enchufados a
la infladísima nómina del Congreso, por Javier Bolaños Aguilar, el ahora
diputado federal que fue el primero en protestar, le dieron de baja a Javier
López Sánchez, que cobraba no más 75 mil pesos mensuales, además de algunas
amantes, a las que daba el gasto con la
nómina.
Otro que también saqueó
hasta que se hartó la nómina del legislativo, es Juan Ángel Flores
Bustamante, quien mantuvo con dinero del erario a muchos de sus asesores;
la mayoría de ellos jovencitos, fornidos y bien pagados.
El primer tema que le
tocó enfrentar y resolver, al también académico de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), en su Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, fue
el que derivó del lamentable asesinato de la joven presidenta municipal de
Temixco, Gisela Mota Ocampo, cuya suplencia se concretó en la persona de
Irma Camacho García.
Es de destacar que en la
actividad legislativa, el diálogo ha sido el instrumento principal para llegar
a los acuerdos que dan rumbo a la convivencia de los diputados, pero también
para que casi el 100 por ciento de los instrumentos legales que ahí han sido
votados, hayan salido por unanimidad.
Creo que lo que ha incidido
también para la elección del diputado Moreno Merino, como Presidente del
Congreso por un segundo periodo, es el hecho de que es el morelense mejor
colocado en los centros del poder en la Ciudad de México, en particular en Los
Pinos, en donde el hombre que firma como presidente, Enrique Peña Nieto y
él, son amigos desde los años de la infancia.
No por nada, cada que
visita Morelos en secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong o
cualquier integrante del gabinete presidencial, se dirigen al diputado Moreno
Merino con mucha atención; incluso Osorio y Moreno se reúnen en
privado, cada que aquel está en nuestra entidad.
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