TERTULIA POLÍTICA
Suerte te de Dios, que el saber poco
te vale
Como perro bicicletero
Pedro Martínez Serrano
Desde el 1 de octubre de 2012, incluso
antes de que asumiera la gubernatura, he sostenido que Graco Ramírez es un
sujeto mentiroso, parasitario, tramposo
y ratero, profundamente ratero, como
también permisivo y cómplice (por
omisión o comisión y, en ambos casos, incurre en delito) de las
ejecuciones, levantones, cobros de piso y todo aquello, que el crimen
organizado hace a placer en Morelos, mientras que él vive sedado con sus sueños
presidencialistas y repitiendo locuaz, que el Mando Único funciona y muy bien.
Lo anterior viene a tema, porque
creí que el movimiento convocado, según dicen, por 100 agrupaciones ciudadanas
adheridas al llamado Frente Amplio Morelense (FAM), del que sólo veo a mi amigo
Gerardo Becerra Chávez, dirigente de
la Coordinadora Morelense de Movimientos Ciudadanos (CMMC); al escritor Javier Sicilia, manejador del rector de
la UAEM, Alejandro Vera Jiménez; a
mi Obispo Diocesano Ramón Castro (a
quien sólo utilizaron y desecharon; dejaron solo) y a los dirigentes
transportistas, Dagoberto Rivera y Enrique Rodríguez Zagal, tendría éxito.
La marcha del pasado martes, me pareció un éxito, se sacudió el descontento
generalizado en contra de Graco Ramírez;
en Cuernavaca caminaron miles de ciudadanos; lo hicieron también en Cuautla y
Jojutla; acá a la capital, también vinieron vecinos de los 33 municipios, para
sumar su grito al de la mayoría de los morelenses: ¡Fuera Graco!
Fueron muchos, muchísimos los que
se manifestaron, pero nunca los cien mil que reportaron los organizadores a
quienes respeto, pero opino que mentir en cuanto a las cifras, los hace igual
que aquel a quien rechazan, el mentiroso mayor, Graco Ramírez.
Luego de la marcha y el plantón a
un costado del Palacio de Gobierno, se fueron sucediendo hechos que me
indicaron que el movimiento estaba condenado al naufragio; que el esfuerzo de
muchas personas, especialmente el de mis amigos Carlos Ruiz Venegas, Rosario
Vilchis, Rosario Martínez, Mónica Romero y muchos que desde las
redes sociales animaron la participación de los morelenses, empezaba a venirse
a menos.
El rector se portó como fajador
de barriada; como porro de quinta, intentó animar a los estudiantes a asaltar el palacio de gobierno, ese
espacio pú-bli-co que ahora resulta que es propiedad de la UAEM. Él mismo
brincó cercos y se encaminó a la puerta principal de lo que el mamón de Graco hizo llamar Casa Morelos.
Debo reconocer que Jorge Meade González, el hijo de mi
querida amiga Cecilia, actuó
correctamente se condujo como lo que empieza a cuajar, como político-político;
me cuentan que encerrado en su oficina, el opaco, desteñido y pusilánime
pueblerino secretario de gobierno, Matías
Quiroz Medina, llamó a su oficina al subsecretario y le consultó tembloroso
y temeroso: qué vamos a hacer.
A lo que Meade, como Venado que
es, egresado de la UAEM, repuso: yo bajo.
Que te acompañen; propuso Matías. Jorgito le aclaro que no era prudente y
le explicó por qué, para enseguida a grandes zancadas bajar y saludar a Vera Jiménez: que pasó señor rector,
estoy a sus órdenes, le dijo, lo que ya no supo que contestar y sólo acomodó,
con voz temblorosa: queremos dialogar Jorgito,
queremos dialogar.
Desde que se fueron a meter al
obispado los representantes de las supuestas 100 agrupaciones ciudadanas,
supuse que las cosas complicarían para Monseñor Ramón Castro, el obispo Diocesano y creo que así fue.
Quienes convocaron a ese
encuentro en la Catedral, seguramente no sabían, aunque seguro quisieron
olvidarlo, en especial Javier Sicilia,
que sabe mucho de los jesuitas, que la iglesia católica es jerárquica; ahí se
obedece sin cuestionar y, eso fue lo que motivaron; que desde la Conferencia del
Episcopado, que preside el Cardenal de Guadalajara, José Francisco Robles Ortega, se llamara a la prudencia al Obispo Castro.
Igual, que la Coordinadora
Morelense de Movimientos Ciudadanos (CMMC) se unió y, casi, sometió a las
decisiones de Javier Sicilia, que
ejecuta por medio del rector Alejandro
Vera Jiménez, me pareció que esa lucha que ha encabezado Gerardo Becerra, se vería afectada. Así
fue. En mi opinión de hoy, no influye el
reclamo y amenaza de parte de un integrante de la CMMC, gato de Gerardo, no
sé si por orden de él o por decisión personal de exhibir que en el gobierno del
estado se me paga para ofender al rector. Lo reté a probarlo.
No estaba equivocado, el rector Alejandro Vera me parece que es un
sujeto oportunista, ventajoso y mentiroso, copia fiel de su enemigo de ocasión,
el (des) gobernador Graco Ramírez.
Resulta que ayer, de manera sorpresiva,
el rector de la máxima casa de estudios, el doctor Vera dejó, nos dejó colgados a los miles y miles de morelenses que
exigimos la salida de Graco del
gobierno del Estado, cuando le dijo a Joaquín
López Dóriga que el motivo de las movilizaciones NO era su caía. No sólo
eso, aceptó también que es investigado por el desvío de 440 millones de pesos.
Por la mañana, había dispuesto que se levantara el plantón de las calles
tomadas del Centro Histórico.
Tengo la impresión de que el
rector Vera Jiménez actuó como el
perro bicicletero, que ladra y ladra y cuando la bicicleta para, no sabe para
qué correteó.
Sin aspavientos, mi amiga Mónica Romero, la activista y ambientalista,
se apersonó en un evento de la Federación Nacional de Municipios de México
(Fenam) y con una cartulina de ¡Fuera Graco! inundó las redes sociales con el
tema. Gasto unos 20 pesos de transporte y 10 pesos, cuando mucho en la cartulina,
con la que propinó un rudísimo revés a Ramírez.
No ocupó el tramposo gasto de millones de pesos, con cargo a la UAEM, para una
movilización que ayer perdió su impacto y asesinó la calidad moral de quien la
encabezó.
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