TERTULIA POLÍTICA
Caricias compradas /
Movilizaciones masivas
Pedro Martínez
Serrano
Cuando los tuyos no pueden disimular el odio... La mirada de Hortensia Figueroa Peralta lo dice todo |
Si algo le sobra a Rodrigo Gayosso, es dinero, mucho
dinero mal habido; millones de pesos y dólares, con los que atiborra bodegas en
maletas que amontona en los lujosísimos espacios en los que habita, lo mismo en
Cuernavaca, que en la Ciudad de México.
Precisamente
del dinero de que dispone, tiene ya un apartado para tratar de comprar el voto
masivo de los morelenses, para conseguir continuar el sueño familiar, gobernar
Morelos ¡24 años!; heredar la gubernatura a su hermano José Domingo; a su madre, Elena
Cepeda y, si le alcanza, a su querido Julio
Yáñez, ese sujeto sin escrúpulos que lo mismo sube o baja, el mismo con el
que ha hecho “viajes maravillosos, de ensueño” al extranjero. El primero de
ellos, el de la conquista de “esa bonita amistad” a Disneylandia, en
California, Estados Unidos.
El candidato
del PRD a la gubernatura, el señor Gayosso,
andaba contentísimo, festejaba, saludaba de mano a ricos y pobres, a acarreados
y amistades. Siempre más cerca del hombro de Julio Yáñez, que a la cintura de su esposa, la señora Melissa Torres Sandoval, con quien me
dicen que ya tiene problemas, por el desdén con que la trata y el cinismo con
que se conduce con sus colaboradores más cercanos; todos ellos jovencitos
“acuerpados”.
Ayer,
Gayosso hizo acarrear a Cuernavaca a
miles de morelenses, muchos, muchísimos que inundaron las calles y avenidas.
Bloqueó al menos el perímetro de las 60 manzanas que conforman el Centro Histórico.
Eran miles, sí, pero jamás 40 mil, mucho menos los 45 que reportaban sus
empleados.
La
emoción se desbordó, Rodrigo y Julio, siempre enlazados del brazo y
por momentos abrazados de manera muy efusiva, se tomaban fotos frente a los
poco más de cinco mil personas con las que se llena la Plaza de Armas de
Cuernavaca, el frente del Palacio de Gobierno; presumían en gráficas la
presencia de los miles de acarreados.
El
tema llevó a la risa de muchos y la ira de más, sin embargo, ellos felices
tómese y tómese fotos ante miles de acarreados, de personas que llegaron al
evento obligadas por el hambre o a cambio de despensas robadas a los
damnificados y su respectivo paraguas amarillo, es como ir a tomarse una
fotografía en Central Park, Nueva York; estás ahí, pero nada es tuyo, más que
el recuerdo, como va a pasar a Rodrigo
y sus aliados; tendrán sólo el recuerdo de que buscaron ser, sin lograrlo.
La
ingenuidad y los arrebatos del candidato perredista a gobernador, muy propios
de los de su tipo de enfermedad mental, de la bipolaridad que lo golpea, lo
lleva a creer en lo que no es; a escuchar y dar crédito a quienes no cumplen
otro propósito que adularlo. Él les cree.
Olvida Rodrigo Gayosso
que las caricias de una prostituta, son pagadas y “los te amo”, sólo buscan
un propósito: sacarle más dinero. Cuando voltee y se dé cuenta del rechazo
social y del odio hasta de los suyos, ya será tarde.
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