miércoles, 2 de mayo de 2018

TERTULIA POLÍTICA

Caos, explosivos, guachicoleros

Pedro Martínez Serrano

Cuernavaca está sumergido en el caos; mientras el gobernador Ramírez, “papá” de Rodrigo Gayosso, el candidato del PRD al gobierno del Estado, lo atiza, motiva el descontento en contra de su sucesor: Cuauhtémoc Blanco Bravo.
Y para hundir a Cuernavaca en el caos, echa mano de todo el aparato gubernamental; de la policía Morelos, que tiene a su mando el señor Alberto Capella, cuya principal instrucción, es dejar que las cosas pasen y, cuando tengan que acudir a auxilios al sur, agarren los “atajos” del norte; la sangre corre; las calles se convierten en panteones y las barriadas en campos de batalla. Todo marcha sobre ruedas, para generar las condiciones de descontento en contra de Cuauhtémoc.
        La escasez de agua que golpea a Cuernavaca, agiganta su descontento, porque es patrocinado; los vivales que pastorean a personas de escasísimos recursos, pero también vividoras de la manifestación, todos ellos en nóminas que controla Rodrigo Gayosso, lo mismo gritan, que cierran calles o portan cartulinas.
        Lo delicado del momento electoral que se vive en el país, es que ya no hay códigos de respeto; antes, los mafiosos más sanguinarios, imponían como condición el respeto a la familia; hoy no hay tregua para nadie.
La disputa electoral es un todos contra Cuauhtémoc; ese todos contra todos, es parte de la historia.
El tiempo avanza y los candidatos a la gubernatura del Estado, se desgañitan para golpear al mundialista. Les da terror que el pronóstico se cumplirá el primer domingo de julio y, para evitarlo, echan mano de todo, negocian con todos. La guerra es para frenar el avance de Blanco Bravo.
El caos del agua, que no cae ni gota en los hogares de varias colonias; los montones de basura que se agigantan a cada esquina, la inseguridad que acumula muertos e ilícitos de todo tipo, como el abandono de calles y avenidas, tienen un mismo origen: la orden de Rodrigo Gayosso y la ejecución de su sumiso y obediente “padre”, Graco Ramírez.
Y si el tema de la contienda electoral es sumamente explosivo, la estupidez de los escoltas de Cuauhtémoc, el blanco de toda la guerra sucia, es delicadísima. Los provocan y caen redonditos.
Lo que ocurrió en la colonia Lagunilla el miércoles pasado, no es culpa de nadie más que del tal Eliacín Salgado de la Paz, el mismo que, enchufado en la nómina municipal por su “compadrito del alma”, Samuel Sotelo Salgado y “gracias a Dosito”, como tanto blasfema.
Los alborotadores son gente de Romualdo Salgado Valle, ahora al servicio de los intereses de Rodrigo Gayosso; él mando a “su gente” a hacer la tarea y la hicieron; Eliacín cayó. Cumplieron su propósito.
Lo que olvidan los escoltas que comanda el traicionero profesor de Zacatepec, Eliacín Salgado, es que la campaña avanza en condiciones altamente explosivas. Lo que buscan los de enfrente, es que haya algo grave; por ejemplo, un muerto en algún acto de campaña. Para ellos, para la nómina amarilla, un muerto es barato para conseguir su propósito. Rodrigo Gayosso ha empezado a trazar la ruta, ya deja ver sus intenciones: “Con el futbolista trabajan abogados de narcotraficantes”, supongo que hace alusión a Samuel Sotelo, un abogado que en mi opinión es un hombre serio y comprometido con su profesión, cuyo único problema es la necesidad de las bendiciones “que le manda Diosito” va través de su compadre Eliacín Salgado.
         El momento es altamente corrosivo; ya hay gente de los “guachicoleros” haciendo fila para entrar a la contiende y, obvio, es para convulsionar lo que tenga que ver con el triunfo de Cuauhtémoc Blanco. Así que Rafael Giménez y José Manuel Sanz, deben rediseñar los temas de seguridad de la campaña. Hay que prevenir problemas, porque los de enfrente, a su paso, van tirando petardos y cohetes encendidos. Hay que prevenir que truenen.

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