miércoles, 19 de julio de 2017

Bustamante quiere ser gobernador, y Capella, alcalde


Isaí Lara Bermúdez / Zeta Tijuana
Foto / Zeta Tijuana
Como sacado de un horrible sueño de opio: el ex alcalde de Tijuana, Carlos Bustamante Achondo, ha presumido que tiene la pareja perfecta  (quizá en eso tenga razón) en la persona de Alberto Capella Ibarra, su ex secretario de Seguridad Pública Municipal y sobrino de su contador, Rufo Ibarra. Bueno fuera que Bustamante quisiera de pareja al ahora comisionado de Seguridad Pública en Morelos para sus fiestas, posadas y comidas, lo cual sí sucede, pues en ocasiones se les ve degustando botellas y platillos en la ciudad. Pero no, Bustamante ha presumido que -en su mente- tiene el anhelo de ser candidato a gobernador por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Baja California, acompañado, dice, de Alberto Capella en calidad de candidato a la alcaldía de Tijuana.

Del septuagenario quedaron documentadas un sinnúmero de observaciones en las auditorías hechas a su administración, y otras que solo quedaron en papel periódico y en secretos a miles de voces.

Del gobierno del empresario que estaba al borde de la quiebra se observaron los desvíos de millones de pesos de recursos públicos. Sin mencionar otros pecados políticos. Nadie olvida que Bustamante le otorgó, o mejor dicho, se auto otorgó, permisos municipales para su casino montado en el Grand Hotel, que mandó a quitar una camellón frente al mismo con recursos municipales para que no le afectara el tráfico, y se concedió permisos para espectaculares.

Tampoco se puede borrar que hizo negocios multimillonarios para su hijo (Dictamen 241 de 2015 del Congreso del Estado), un fraude con las luminarias, que dio plazas sindicales a mujeres jóvenes y bellas con quienes convivía, que dejó una deuda difícil de ignorar, contratos viciados, obras incompletas, acusaciones de moches, por citar unos cuantos ejemplos. Y sin mencionar inactividad o torpeza administrativa reflejada en la ciudad.

No habría espacio en esta página, menos en esta columna, quizá tampoco en todo el periódico para describir detalladamente todos y cada uno de las tropelías cometidas en el oscuro periodo de don Bustamante y sus 70 años. Entre ellas, a propósito, las irregularidades y desvíos de recursos que se cometieron en la Secretaría de Seguridad Pública por parte de Alberto Capella, entonces su titular.

En 2015, la Auditoría Superior de Fiscalización reportó la desaparición de millones de pesos en equipo policiaco; pagos a sobreprecio que rayaban en lo ridículo, otro de los casos. Como cuando la Secretaría de Seguridad Pública Municipal contrató servicios de consultoría en temas de violencia infantil a una empresa inmobiliaria –Interbac Promotores- que preside Rafael Liceaga Campos, a quien se le pagó un millón 550 mil pesos.

Pero también se adquirieron bienes y servicios mediante adjudicación directa por 70 millones 121 mil 700 pesos, entre muchas otras curiosas travesuras a los recursos del Subsidio para la Seguridad de los Municipios (Subsemun).

Aun con todo el rechazo popular, el quijote delirante y su escudero policía, sueñan con llegar a la cima electoral. Uno como gobernador, el otro como alcalde. Mejor, ni imaginarlo.

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