El Clarín de Morelos
Prohibido Prohibir
A rendir cuentas
“No exagero si te digo / que me hablan tus fantasmas”
(Tu Fantasma/ Silvio Rodríguez)
Javier Jaramillo Frikas
Cuando un gobernante se acerca a
las expectativas de quienes lo eligieron o cumple condiciones primarias de
gobernabilidad y estabilidad social podría, en su caso, operar su salida en la
búsqueda de una mejor posición política, o la posibilidad de seguir creciendo.
Este, el de Graco Ramírez, no es el caso. Su
administración ha sido rapaz. Sin embargo él y sus necesidades de escape,
buscan lo contrario. Tiene todo un aparato cómplice a su favor, adquirido con
dinero, amenazas y usando artilugios: diputados, poder judicial, mugre de la
mugre.
El elemento
fundamental no lo tiene: La Razón.
Así que, ¿los
morelenses vamos a dejarlo ir?
Menos exageran
aquellos que afirman:
“Este gobierno
estatal rebasó multiplicadamente los límites del pudor, del quehacer político
fallando resultados a sus gobernados, su enriquecimiento es bestial, nadie
nunca, ni los más descalificados gobernantes, pueden acercarse en un décimo al saqueo
de estos casi cinco años. Bueno, los
panistas en 12 años, no reúnen, juntos Estrada y Adame, al 20 por ciento del
robo a Morelos en este lapso”.
Señoras y
señores, estimados lectores, el próximo 24 de agosto –un mes y tres días—se
define la nueva dirigencia nacional del Partido de la Revolución Democrática y Graco Ramírez Garrido Abreu, el
gobernador de Morelos, tiene posibilidad de suceder a Alejandra Barrales Magdaleno. Su grupo, Los Chuchos, casi todos han
sido presidentes del CEN, Jesús Ortega
Martínez, Jesús Zambrano y Carlos Navarrete. Representan un poco
menos de la mitad de los consejeros nacionales que van a decidir la elección
interna.
Reciente, René Bejarano y Dolores Padierna, frente de otra fracción importante, estuvieron
aquí de visita. Algo acordaron del cambio de dirigente. Hasta hace tres semanas
las demás tribus no veían mal a Graco.
La tragedia del Socavón del Paso de la Muerte no termina por pasar
factura y él, Graco el mandatario
local, salió mal plantado y el tema sigue, lo vive y va a tardar en eliminarlo.
Es más, se le marca para siempre, sea o no el culpable mayor. La sociedad
percibe las mentiras, y él mintió. No importa el otro bandolero, Gerardo Ruiz Esparza, a ese lo ajustan
donde deben, sus cómplices, y está por verse.
Tal suceso,
seguro, bajó bonos a un político profesional sin duda, con un hábitat de mayor
calidad en la Ciudad de México, ya harto de la mala imagen en Morelos, donde
nueve y medio de diez habitantes lo reprueba, que ha permitido
irresponsablemente que en su cercanía de vasallos y socios, en el afán de
creerse mentiras, se prostituya la política y se privilegie la negociación vil
y conviertan el escenario de la vida pública en el más ruin burdel, con respeto
absoluto a quienes viven de este oficio.
Graco Ramírez ya no gobierna, ha cedido los trastos, hace rato se alista para su
siguiente parada. Párrafos abajo lo explicamos. Su urgencia no es planchar al
Congreso para una licencia del tipo que sea: corta, mediana o indefinida. Son
sus empleados cuando menos 20 diputados, y con ellos tiene. No, su problema es
si en Los Pinos, sostienen aquella
disposición de “plancharle” la licencia, luego de estos para ellos sucesos, y
para los mexicanos –los morelenses somos acompañados por todos en esta
tragedia—es una acción criminal desde el poder.
Otro problema,
es si los grupos internos del PRD le conceden su apoyo con la carga del Socavón
y las decenas de muertes del Paso de la Muerte. Y algo más: lo que él mismo ha
generado, que es tomar tribunas nacionales en sus aspiraciones personales,
mismas que lo tunden para mejorar sus convenios. Y hoy, Graco el gobernador, sufre seriamente una merma en su condición
mediática allá, donde se paga con seis ceros. Y el PRD no goza de tal salud
como para llevar colgajos en su difícil camino.
Para acabar
temprano: Graco Ramírez bajó
gravemente su condición de político útil para un partido que agoniza. Y sus
aliados potenciales del PAN, tampoco correrán riesgos innecesarios. Graco es,
ahora mismo, incómodo. Su salud política es de condición difícil con
posibilidades de entrar a terapia intensiva.
El Cuero y Las Correas
Graco, padre y ser humano, ha sido
débil ante la rapacidad, la impericia y la ambición de sus cercanísimos. Sabe
que se han cometido atrocidades que tienen un alto costo. El, podrá cancelar su
carrera política porque económicamente su vida cambio tanto, que está en
condiciones de súbita liquidez para atender a cinco o diez generaciones
sanguíneas directas. Eso ya lo arregló. Falta lo otro, de “su gente fuera de
control” (los que lo hunden sin remedio, lo sabe y no lo evita) los de la
acción demente y febril de obtener el poder por el poder mismo y al precio que
sea. Eso no está en sus manos, de las pocas áreas donde es rebasado de
principio a fin, y sin posibilidades de remediarlo.
Entonces, las
ocurrencias de otros, le harán daño a él. Y
ya lo viven. Esas mismas ocurrencias que a Morelos y sus habitantes han
lastimado, y él, no hace nada por evitarlo, por lo ya comentado: está
totalmente rebasado en el único espacio donde él no ordena, a centímetros de
sus movimientos.
Así, se
explica el furor hiperactivo, personalísimo, del gobernador Graco Ramírez Garrido Abreu por salir
de Morelos. Y con un tantito de fortuna, lo logra. Ha construido en sus
escenarios personales e íntimos ─de
no más de cinco─ las vías de
escape, que no de salida. Nunca decorosa, no existen condiciones, al contrario,
los sucesos a partir del 2012 llevan, casi todos, a correr la suerte de otros
gobernadores que todos sabemos, son auténticos bandidos de la vida pública,
presos y prófugos.
Ya está
igualmente rebasada la hipótesis que sus servicios institucionales, totales,
entregados y hábiles, al presidente Enrique
Peña Nieto, le garantizan la paz y tranquilidad que lo lleve al disfrute de
su nueva y cuantiosa fortuna en millones de dólares. Peña se ocupará de su propia suerte y Graco Ramírez no está en su órbita inmediata de negociación con el
perdón con los siguientes usufructuarios del poder. El mexiquense lucha con sus
propios demonios y no le va bien. Se quiere salvar y no cargar lastres, así
sean de su gabinete o circunstanciales aliados como es el caso.
Una revisión
somera lo acerca al sometimiento de la justicia. El simple hurgar en temas
específicos, de acciones en su administración conducen, sin remedio, a
resultados de escalofrío, sí, de escalofrío para el morelense en general,
también, de grave inquietud para él. Está nervioso. Sabe qué ha hecho y que ha
permitido. Graco Ramírez será
enjuiciado, además de la gente que lo hace ya y lo reprueba, tendrán que
presentarlo en tribunales, justo en su momento, no hay de otra. Que la vista no
engaña, quizá, pero en este caso especial, nunca mejor aplicación al dicho popular.
Cuestión que
lo que se dice a gritos, empiece a ser probado. Y no será difícil, por las
huellas que deja él y los perpetradores que lo han acompañado en esta búsqueda
del tesoro que se llama Morelos, del que no ha dejado nada, incluso los
pequeños trozos vivos que quedaron de los gobiernos anteriores, panistas y
priistas, desastrosos, Graco Ramírez
y sus permisiones a través de un reducidísimo grupo de chamacos sin mayores
méritos, han hecho de la función pública un público saqueo, de proporciones
mayúsculas, tantas que no podrán transitar en calma por los días de los días
por calles y poblados de Morelos.
Es una
sentencia que no merece de una sala para dictarla. Ya es así, y no tardamos en
verlo.
Si algunos
ingredientes faltaban para meter en el Gran Socavón a Morelos, esta
administración en menos de cinco años, trajo herramienta suficiente para
hacerlo más profundo.
Y siempre alzando el ánimo, cada vez menos convencidos,
los auténticos de aquí, decimos: “Morelos
es más grande que estos sujetos”.
Lamento
decirnos que no, esta vez, los números de la deuda pública, para empezar, nos
quitan el esbozo de sonrisa, provocan el
ceño se frunza en un trazo entre rabia, impotencia y desolación. Graco no ha traicionado a ningún
morelense en su condición de ciudadano. Se dice que traicionan los cercanos. Él
no es cercano a nadie. Sin embargo es el Gran Traicionero porque lo ungimos
gobernador con nuestro voto —aun sin hacerlo propiamente por él, ganó la
elección, como sea, es legal y constitucional— y ha saqueado a Morelos.
Cometió, comete y cometerá delitos sancionados, el primero de la larga lista es
demoledor:
Enriquecimiento
Inexplicable.
Fácil: una
revisión a fondo, obligada.
La Súbita Riqueza
En el año
2005, en el escándalo maquinado desde las altas esferas del poder usando a
Televisa y al hoy desgarrado Brozo
como gatillero, devino El Caso Carlos
Ahumada, un oriundo argentino, encantador aventurero, que enamoró a parte
de la izquierda mexicana. Primero el amor genuino de la señora Rosario Robles, la que nos estremece y
admiramos tras leer esa carta desde lo más profundo a Ahumada, donde rememoraban las cenas en Viena, en París, en puntos
hermosos de la no menos amorosa Europa. Las letras de la hoy parte del gabinete
de Peña Nieto, nos estremecen. ¡Qué
Mujer!
Bueno, desde
esa relación pervertida en ambos interesados —recuerden que PRD gobernaba la
Ciudad de México, económica y políticamente el centro del poder en el país—, Carlos Ahumada grabó a René Bejarano, paladín de la izquierda
del perredismo en ese momento y secretario particular de Andrés Manuel López Obrador, el jefe de gobierno. René Bejarano se aplicó un auto exilio
culminado que lo tiene, hoy, en franca rehabilitación social y política, como
factor de decisión en la elección interna del Partido de la Revolución
Democrática. En el desfile de peticionarios, no faltó Graco, que recibió en préstamo 50 mil pesos. Ya en el escándalo, lo
del gobernador actual de Morelos, se aclaró, dijo que lo pagó, Ahumada pretendía para fines de
publicidad, seguro, un interés que llegaba al medio millón de pesos.
La cosa es que
hace 12 años las restricciones económicas de Graco Ramírez eran evidentes. Desde su llegada a Morelos en los
años ochenta, vivió bien, pero en la clase media, nunca y solo hasta ser
gobernador salió de ese estatus. Mostró un escalón mayor como senador, pero
como político profesional que es, también invertía en su proyecto, así que
conservado en la justa medianía llegó el 2012 y su ungimiento al frente de
Morelos.
Y con ello, la
jauja. Y como trenecito repleto de furgones coloridos, un cambio radical de
vida, en cada uno de estos compartimientos se ventilaba dinero, mucho dinero,
contratos, prebendas, gestiones –que ya en esos niveles se le llama simplemente
“coyotaje”--, negocios, más negocios, puros negocios acompañados estos con su
natural aunque maloliente añadidura: muchísimo dinero, que por cierto en la más
elemental revisión, no cuadra, es sucio, y se tuerce.
No suceder así,
será impunidad, y bajo las condiciones que viven nuestro país, con mandatarios
probadamente lacras como Borge, los Duarte, Padrés, Garnier, los Moreira, Yarrington, Mario Villanueva,
el año electoral obliga. El todavía gobernador de Morelos, por sus actos y
sobre todo los que ha permitido, encabeza la lista de los agregados al menú de
corrupción. No soporta su actuación en estos casi cinco años, siquiera un
vistazo de ladito.
En este
momento, son miles de millones de pesos lo que, con pocas dudas, buscan
acreditarse. Estos temas duran por lo abultado de la res. Valdrá conocer,
atender y revisar a los que por parte de la autoridad, deben hacer justicia.
En tanto, el
juicio al todavía gobernador ha iniciado, ya no con la estridencia que aunque
en apariencia no le hicieron daño —el presidente al lado, su operador Graco haciendo cuanto sabe, incluso
triquiñuelas políticas, mejor que cualquier priista porque tonto no es, al
contrario, inteligente tirando a mejor—,
pero si con la vista de decenas de miles de ojos morelenses que, a estas
alturas y a la baja de ras de suelo, va a cobrar facturas.
Una de estas,
sería que si no pasa la prueba allá para ser dirigente del PRD, tendrá que
terminar su accidentado mandato, y este último año será mucho muy difícil,
intransitable nos atrevemos. Y el que más temen los gobernadores, el séptimo,
cuando los demonios les son echados, mejor no hablamos.
Una mediana administración,
una no tan evidente acumulación de riqueza, tantita energía para sacudirse a
sus acosadores (aunque no lo crean, tiene uno, pegado, que lo consume y se
queda sin movimiento, que le grita, ordena y lo ha llevado a cometer acciones
que llevan directo a prisión), permitiría jugar a lo que pretende. Aun teniendo
de su lado el voto ignominioso de los legisladores, la razón no lo acompaña.
Entonces, es simple:
a amarrarlo y si en cuatro años con 10 meses casi acaba con Morelos, cuando
menos que espere el tiempo del mandato y encare, con esas agallas que tiene, el
juicio de los morelenses, primero, y luego de los otros que, seguro, le tienen
guardados asuntos.
No hay que ser
científico para prever qué viene…
*En días graves le he pedido / masajes
para mi espalda / lo demás ya ni te cuento / porque no vas a creer...” / Tu
Fantasma / Silvio Rodríguez
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