lunes, 24 de julio de 2017

El Clarín de Morelos
Prohibido Prohibir

 A rendir cuentas

“No exagero si te digo / que me hablan tus fantasmas”
(Tu Fantasma/ Silvio Rodríguez)

Javier Jaramillo Frikas 

Cuando un gobernante se acerca a las expectativas de quienes lo eligieron o cumple condiciones primarias de gobernabilidad y estabilidad social podría, en su caso, operar su salida en la búsqueda de una mejor posición política, o la posibilidad de seguir creciendo.
Este, el de Graco Ramírez, no es el caso. Su administración ha sido rapaz. Sin embargo él y sus necesidades de escape, buscan lo contrario. Tiene todo un aparato cómplice a su favor, adquirido con dinero, amenazas y usando artilugios: diputados, poder judicial, mugre de la mugre.
El elemento fundamental no lo tiene: La Razón.
Así que, ¿los morelenses vamos a dejarlo ir?
Menos exageran aquellos que afirman:
“Este gobierno estatal rebasó multiplicadamente los límites del pudor, del quehacer político fallando resultados a sus gobernados, su enriquecimiento es bestial, nadie nunca, ni los más descalificados gobernantes, pueden acercarse en un décimo al saqueo de estos casi cinco años. Bueno, los panistas en 12 años, no reúnen, juntos Estrada y Adame, al 20 por ciento del robo a Morelos en este lapso”.
Señoras y señores, estimados lectores, el próximo 24 de agosto –un mes y tres días—se define la nueva dirigencia nacional del Partido de la Revolución Democrática y Graco Ramírez Garrido Abreu, el gobernador de Morelos, tiene posibilidad de suceder a Alejandra Barrales Magdaleno. Su grupo, Los Chuchos, casi todos han sido presidentes del CEN, Jesús Ortega Martínez, Jesús Zambrano y Carlos Navarrete. Representan un poco menos de la mitad de los consejeros nacionales que van a decidir la elección interna.
Reciente, René Bejarano y Dolores Padierna, frente de otra fracción importante, estuvieron aquí de visita. Algo acordaron del cambio de dirigente. Hasta hace tres semanas las demás tribus no veían mal a Graco. La tragedia del Socavón del Paso de la Muerte no termina por pasar factura y él, Graco el mandatario local, salió mal plantado y el tema sigue, lo vive y va a tardar en eliminarlo. Es más, se le marca para siempre, sea o no el culpable mayor. La sociedad percibe las mentiras, y él mintió. No importa el otro bandolero, Gerardo Ruiz Esparza, a ese lo ajustan donde deben, sus cómplices, y está por verse.
Tal suceso, seguro, bajó bonos a un político profesional sin duda, con un hábitat de mayor calidad en la Ciudad de México, ya harto de la mala imagen en Morelos, donde nueve y medio de diez habitantes lo reprueba, que ha permitido irresponsablemente que en su cercanía de vasallos y socios, en el afán de creerse mentiras, se prostituya la política y se privilegie la negociación vil y conviertan el escenario de la vida pública en el más ruin burdel, con respeto absoluto a quienes viven de este oficio.
Graco Ramírez ya no gobierna, ha cedido los trastos, hace rato se alista para su siguiente parada. Párrafos abajo lo explicamos. Su urgencia no es planchar al Congreso para una licencia del tipo que sea: corta, mediana o indefinida. Son sus empleados cuando menos 20 diputados, y con ellos tiene. No, su problema es si en Los Pinos, sostienen aquella disposición de “plancharle” la licencia, luego de estos para ellos sucesos, y para los mexicanos –los morelenses somos acompañados por todos en esta tragedia—es una acción criminal desde el poder.
Otro problema, es si los grupos internos del PRD le conceden su apoyo con la carga del Socavón y las decenas de muertes del Paso de la Muerte. Y algo más: lo que él mismo ha generado, que es tomar tribunas nacionales en sus aspiraciones personales, mismas que lo tunden para mejorar sus convenios. Y hoy, Graco el gobernador, sufre seriamente una merma en su condición mediática allá, donde se paga con seis ceros. Y el PRD no goza de tal salud como para llevar colgajos en su difícil camino.
Para acabar temprano: Graco Ramírez bajó gravemente su condición de político útil para un partido que agoniza. Y sus aliados potenciales del PAN, tampoco correrán riesgos innecesarios. Graco es, ahora mismo, incómodo. Su salud política es de condición difícil con posibilidades de entrar a terapia intensiva.
El Cuero y Las Correas
Graco, padre y ser humano, ha sido débil ante la rapacidad, la impericia y la ambición de sus cercanísimos. Sabe que se han cometido atrocidades que tienen un alto costo. El, podrá cancelar su carrera política porque económicamente su vida cambio tanto, que está en condiciones de súbita liquidez para atender a cinco o diez generaciones sanguíneas directas. Eso ya lo arregló. Falta lo otro, de “su gente fuera de control” (los que lo hunden sin remedio, lo sabe y no lo evita) los de la acción demente y febril de obtener el poder por el poder mismo y al precio que sea. Eso no está en sus manos, de las pocas áreas donde es rebasado de principio a fin, y sin posibilidades de remediarlo.
Entonces, las ocurrencias de otros, le harán daño a él. Y  ya lo viven. Esas mismas ocurrencias que a Morelos y sus habitantes han lastimado, y él, no hace nada por evitarlo, por lo ya comentado: está totalmente rebasado en el único espacio donde él no ordena, a centímetros de sus movimientos.
Así, se explica el furor hiperactivo, personalísimo, del gobernador Graco Ramírez Garrido Abreu por salir de Morelos. Y con un tantito de fortuna, lo logra. Ha construido en sus escenarios personales e íntimos ─de no más de cinco─ las vías de escape, que no de salida. Nunca decorosa, no existen condiciones, al contrario, los sucesos a partir del 2012 llevan, casi todos, a correr la suerte de otros gobernadores que todos sabemos, son auténticos bandidos de la vida pública, presos y prófugos.
Ya está igualmente rebasada la hipótesis que sus servicios institucionales, totales, entregados y hábiles, al presidente Enrique Peña Nieto, le garantizan la paz y tranquilidad que lo lleve al disfrute de su nueva y cuantiosa fortuna en millones de dólares. Peña se ocupará de su propia suerte y Graco Ramírez no está en su órbita inmediata de negociación con el perdón con los siguientes usufructuarios del poder. El mexiquense lucha con sus propios demonios y no le va bien. Se quiere salvar y no cargar lastres, así sean de su gabinete o circunstanciales aliados como es el caso.
Una revisión somera lo acerca al sometimiento de la justicia. El simple hurgar en temas específicos, de acciones en su administración conducen, sin remedio, a resultados de escalofrío, sí, de escalofrío para el morelense en general, también, de grave inquietud para él. Está nervioso. Sabe qué ha hecho y que ha permitido. Graco Ramírez será enjuiciado, además de la gente que lo hace ya y lo reprueba, tendrán que presentarlo en tribunales, justo en su momento, no hay de otra. Que la vista no engaña, quizá, pero en este caso especial, nunca mejor aplicación al dicho popular.
Cuestión que lo que se dice a gritos, empiece a ser probado. Y no será difícil, por las huellas que deja él y los perpetradores que lo han acompañado en esta búsqueda del tesoro que se llama Morelos, del que no ha dejado nada, incluso los pequeños trozos vivos que quedaron de los gobiernos anteriores, panistas y priistas, desastrosos, Graco Ramírez y sus permisiones a través de un reducidísimo grupo de chamacos sin mayores méritos, han hecho de la función pública un público saqueo, de proporciones mayúsculas, tantas que no podrán transitar en calma por los días de los días por calles y poblados de Morelos.
Es una sentencia que no merece de una sala para dictarla. Ya es así, y no tardamos en verlo.
Si algunos ingredientes faltaban para meter en el Gran Socavón a Morelos, esta administración en menos de cinco años, trajo herramienta suficiente para hacerlo más profundo.
Y siempre  alzando el ánimo, cada vez menos convencidos, los auténticos de aquí, decimos: “Morelos es más grande que estos sujetos”.
Lamento decirnos que no, esta vez, los números de la deuda pública, para empezar, nos quitan el esbozo de sonrisa, provocan  el ceño se frunza en un trazo entre rabia, impotencia y desolación. Graco no ha traicionado a ningún morelense en su condición de ciudadano. Se dice que traicionan los cercanos. Él no es cercano a nadie. Sin embargo es el Gran Traicionero porque lo ungimos gobernador con nuestro voto —aun sin hacerlo propiamente por él, ganó la elección, como sea, es legal y constitucional— y ha saqueado a Morelos. Cometió, comete y cometerá delitos sancionados, el primero de la larga lista es demoledor:
Enriquecimiento Inexplicable.
Fácil: una revisión a fondo, obligada.
La Súbita Riqueza
En el año 2005, en el escándalo maquinado desde las altas esferas del poder usando a Televisa y al hoy desgarrado Brozo como gatillero, devino El Caso Carlos Ahumada, un oriundo argentino, encantador aventurero, que enamoró a parte de la izquierda mexicana. Primero el amor genuino de la señora Rosario Robles, la que nos estremece y admiramos tras leer esa carta desde lo más profundo a Ahumada, donde rememoraban las cenas en Viena, en París, en puntos hermosos de la no menos amorosa Europa. Las letras de la hoy parte del gabinete de Peña Nieto, nos estremecen. ¡Qué Mujer!
Bueno, desde esa relación pervertida en ambos interesados —recuerden que PRD gobernaba la Ciudad de México, económica y políticamente el centro del poder en el país—, Carlos Ahumada grabó a René Bejarano, paladín de la izquierda del perredismo en ese momento y secretario particular de Andrés Manuel López Obrador, el jefe de gobierno. René Bejarano se aplicó un auto exilio culminado que lo tiene, hoy, en franca rehabilitación social y política, como factor de decisión en la elección interna del Partido de la Revolución Democrática. En el desfile de peticionarios, no faltó Graco, que recibió en préstamo 50 mil pesos. Ya en el escándalo, lo del gobernador actual de Morelos, se aclaró, dijo que lo pagó, Ahumada pretendía para fines de publicidad, seguro, un interés que llegaba al medio millón de pesos.
La cosa es que hace 12 años las restricciones económicas de Graco Ramírez eran evidentes. Desde su llegada a Morelos en los años ochenta, vivió bien, pero en la clase media, nunca y solo hasta ser gobernador salió de ese estatus. Mostró un escalón mayor como senador, pero como político profesional que es, también invertía en su proyecto, así que conservado en la justa medianía llegó el 2012 y su ungimiento al frente de Morelos.
Y con ello, la jauja. Y como trenecito repleto de furgones coloridos, un cambio radical de vida, en cada uno de estos compartimientos se ventilaba dinero, mucho dinero, contratos, prebendas, gestiones –que ya en esos niveles se le llama simplemente “coyotaje”--, negocios, más negocios, puros negocios acompañados estos con su natural aunque maloliente añadidura: muchísimo dinero, que por cierto en la más elemental revisión, no cuadra, es sucio, y se tuerce.
No suceder así, será impunidad, y bajo las condiciones que viven nuestro país, con mandatarios probadamente lacras como Borge, los Duarte, Padrés, Garnier, los Moreira, Yarrington, Mario Villanueva, el año electoral obliga. El todavía gobernador de Morelos, por sus actos y sobre todo los que ha permitido, encabeza la lista de los agregados al menú de corrupción. No soporta su actuación en estos casi cinco años, siquiera un vistazo de ladito.
En este momento, son miles de millones de pesos lo que, con pocas dudas, buscan acreditarse. Estos temas duran por lo abultado de la res. Valdrá conocer, atender y revisar a los que por parte de la autoridad, deben hacer justicia.
En tanto, el juicio al todavía gobernador ha iniciado, ya no con la estridencia que aunque en apariencia no le hicieron daño —el presidente al lado, su operador Graco haciendo cuanto sabe, incluso triquiñuelas políticas, mejor que cualquier priista porque tonto no es, al contrario,  inteligente tirando a mejor—, pero si con la vista de decenas de miles de ojos morelenses que, a estas alturas y a la baja de ras de suelo, va a cobrar facturas.
Una de estas, sería que si no pasa la prueba allá para ser dirigente del PRD, tendrá que terminar su accidentado mandato, y este último año será mucho muy difícil, intransitable nos atrevemos. Y el que más temen los gobernadores, el séptimo, cuando los demonios les son echados, mejor no hablamos.
Una mediana administración, una no tan evidente acumulación de riqueza, tantita energía para sacudirse a sus acosadores (aunque no lo crean, tiene uno, pegado, que lo consume y se queda sin movimiento, que le grita, ordena y lo ha llevado a cometer acciones que llevan directo a prisión), permitiría jugar a lo que pretende. Aun teniendo de su lado el voto ignominioso de los legisladores, la razón no lo acompaña.
Entonces, es simple: a amarrarlo y si en cuatro años con 10 meses casi acaba con Morelos, cuando menos que espere el tiempo del mandato y encare, con esas agallas que tiene, el juicio de los morelenses, primero, y luego de los otros que, seguro, le tienen guardados asuntos.
No hay que ser científico para prever qué viene…


*En días graves le he pedido / masajes para mi espalda / lo demás ya ni te cuento / porque no vas a creer...” / Tu Fantasma / Silvio Rodríguez

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