Prohibido Prohibir
El Clarín de Morelos
Los Infiltrados / (Alguien
los hace… y ellos se juntan)
Javier Jaramillo
Frikas
Las confabulaciones,
maquinaciones, estrategias, cuando carecen de sustento, no están vertebradas o
se impulsan en el interés y ambiciones personales, nunca llevan a buen puerto.
El siguiente texto retrata a dos personajes hechos el uno para el otro, que a
tanto insistir en pretender el engaño general, están encerrados, atrapados (y
condenados) en sus propias trampas.
Cuando el 15 de diciembre del año
pasado Juan José Arrese, un
improvisado revisor de información en la radio comercial, pretenso analista
político que de patiño pasó a ser actor principal en tramas que solo convencían
a su círculo inmediato, dio a conocer la grabación de su llamada telefónica con
el entonces subsecretario de Gobierno del Estado, Jorge Meade González ─en
supuesta función de mensajero─,
donde involucraban al presidente del PRD Morelos, Rodrigo Gayosso Cepeda como “amenazador” del conductor del Txoro Matutino, pocos imaginábamos el
destino mediato de la pareja en mención.
El asunto escaló a la prensa y el
escándalo en medios capitalinos de alcance nacional, ventilado cual burlesque
en la ciudad de México, hicieron su propia fiesta, y ardía el inicio de la
última quincena del 2016. A esta acción le siguieron otras con un tinte
policiaco—político—mediático, por ejemplo:
─Arrese, con un llanto desbordante,
asimismo erigido Paladín de la Prensa y sus Libertades, anunció su acogida a la
protección del gobierno federal “porque
Gayosso quería romperle la madre”. Su
letanía lacrimógena es conocida por todos. Si por un lado él, solo él,
se consideraba “periodista perseguido”,
un amplio sector de la prensa y la política tenía su propia opinión: este
sujeto jugaba su propio juego, buscaría obtener el mayor dividendo y volvería a
su faceta de negociante usando un medio de comunicación.
─Un
día después, con la primera posada, el llamado Juanjo por sus amigos, reapareció luego que sus oficinas fueran
baleadas con dos cargas de armas de grueso calibre, que hirió severamente
vidrios y maderas, en una hora inhábil, pasadas las 10 de la noche. Este hecho,
sin embargo, alarmó a la comunidad porque, en ese momento, era un ataque a los
medios de prensa.
─Minutos
después, el presidente de Cuernavaca, Cuauhtémoc
Blanco, iniciaba una huelga de hambre al interior de la Catedral de
Cuernavaca, golpeteado por los tres poderes ─y con un manejo especial de personaje condenado en un futuro
cercano─ que conforman el
gobierno estatal: legislativo, ejecutivo y judicial. Poco después, se
emparejaría el marcador por la popularidad del ídolo futbolístico y el respaldo
de una instancia mayor de la administración federal: la secretaría de Gobernación.
Arrese hizo añicos las palabras
contundentes entre lágrimas y gritos de horas anteriores, de abandonar Morelos
con un profundo dolor, incluso fue generoso en extremo cuando exclamo: “¡Quédense con la gubernatura, ahí les dejo
la alcaldía, porque yo, me voy, me voy, me voy!”, y en un largo sollozo que
alcanzó un grito desgarrador, quitóse los audífonos y salióse del estudio.
¡Se fue!
─ No pasó mucho tiempo que anunció su
retorno, aseguró que ya estaba tranquilo, que lo reclamaban sus deberes de
informador y, creyendo a un sector de la sociedad sin capacidad de análisis,
pretendió volver a su confortable zona de durísimo cuestionador de las
funciones públicas, al mismo lugar y con la misma gente.
A partir de ahí, el inicial drama ya
tomaba forma de montaje, pero no contaban que existen fuerzas que juegan
también un rol en la coexistencia morelense, y prepararon un video que debe ser
tomado con seriedad por los resultados que arrojó:
Un jovencito presuntamente ligado al
crimen organizado, habló frente a una video cámara, a la vista siguiendo un
guion que leía hacia uno de los costados y habló de todo, de grupos criminales
y acciones cometidas ─a sus
palabras, claramente bajo presión grave─
mencionando el hecho—atentado— o vaya usted a saber qué, ocurrido contra
las oficinas del señor Arrese, y
mencionó palabras que cimbran a la escena política, ciertas o no:
─
“…nosotros (seguro con cómplices de su mismo rubro delictivo) baleamos las
oficinas de un noticiero en una plaza comercial; nos envió un alto político
apellidado “Mit”.
A propósito ni la Fiscalía del Estado y
menos la PGR, han convocado a ninguno de los personajes aludidos en esa video
grabación, a comparecer ante alguna de sus instancias, porque todos conocimos
vía los medios de comunicación, que el muchachito que tanto habló, fue
asesinado y dejado sin su cabeza, desmembrado pues.
La acción del 15 de diciembre del 2016
volvía amenazante, porque los actores ya estaban casi como lo fue meses atrás: Meade González en su sólida amistad con
Arrese, este tratando de regresar a
su posición de crédito público desde su espacio, pero con una tarea adicional:
operando áreas determinadas de la administración municipal, sobre todo en Desarrollo Sustentable y Licencias que depende de Turismo, donde
“las malas lenguas” ─y una que otra fuente fidedigna— maneja
las jugosas divisiones de Inspección, donde una especie de “cartelitos” se
dedican a la extorsión de manera patibularia. Además de Comunicación Social,
donde sigue una persona que no conocemos apellidado Beltrán, que obedece a la instrucción del ibérico conductor de
noticias.
Un retrato exacto, de cuerpo entero, de
Meade González, fue que renunció al gobierno del Estado hasta el 31 de
abril del 2016, había que esperar el pago de salarios, aguinaldo y, chance, una
compensación.
Pero reactiva nuestra atención Juan José Arrese, cuando moviendo sus
dos cachuchas de presuntos quehaceres, se quita una y anuncia: “Me retiro de la
política”, y todos nos fintamos con una idea fija: deja de enfermar al
ayuntamiento de Cuernavaca y toma, definitivamente su penúltima ocupación, en
la radio.
Para esto, semanas atrás,
increíblemente Jorge Meade González
se integra al equipo municipal de Cuernavaca como coordinador de asesores,
intercambian mugre de uña a uña con su carnal Juanjo, y buscan liquidar a quienes modesta y con bajo perfil, han
aguantado la vara junto a Cuauhtémoc
Blanco y su secretario técnico José Manuel
Sanz Rivera. Y se les van con todo.
“La cosa mi Juanjo, es romperles la madre a todos, apoderarnos de la estructura
administrativa, financiera y política del Ayuntamiento, y luego vemos qué hacer
con el Cuau”, dicen que Meade González señaló a su de nuevo ─públicamente y a gritos— íntimo
socio y sin igual compañero de batallas.
Entonces, viene la colocación de los
Rayos X, y se detectan varios problemas serios en este nuevo esquema del
gobierno de Cuernavaca, uno de estos, gravísimo para el que manda ahí:
─Cuando
menos el actual coordinador de Asesores es un infiltrado.
¿Quién lo envió ahí? Chequen sus
antecedentes inmediatos, movimientos inmobiliarios, financieros, políticos y
encontrarán la respuesta. Abrimos paréntesis (no vamos a colocar todas las
piedras en la hoya este día, recuerden que estamos igual que el Arrese, regresando a nuestro quehacer
original).
Y cerramos por hoy estos comentarios:
Arrese,
luego de su última despedida, horas después celebraba su retorno al
ayuntamiento. Poco gusta de la ausencia.
Solo que esta vez, no serán muchos a
los que engañe. Su mitomanía, alta capacidad en el arte de la actuación, es
conocida por una buena parte de la porción mínima que se ocupa de la política y
los medios. Y su pareja política—comercial, Jorge Meade González, en sus funciones de siempre: fintando que
hace, posando como guardia, y esperando, acechando, al negocio que sigue, sea
millonario o cortito, el asunto es no perder la costumbre de robar a los demás.
Y se da su tiempo para aparecer como gran inversionistas utilizando a quien sea
en el fin de sus intenciones, qué importa que sean cercanísimos.
Nunca tuvieron o se les cayeron por ahí
los escrúpulos. Justo ahora, la tarea de infiltración es una inversión que
esperan, ansiosos, les resulte.
Por tanto, esta reaparición de un
espacio que hacemos hace breves 36 años, esperamos sea más constante.
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