TERTULIA POLÍTICA
2018 / Congreso
Pedro Martínez Serrano
Lo que sucede hoy en la entidad,
es el anuncio de la rudeza con que se dará y resolverá la cosa electoral en
2018, cuando la disputa por la gubernatura y la renovación de ayuntamientos,
así como del Congreso del Estado, cobre facturas a la simulación, el saqueo y
la impunidad oficial y, desde luego,
a la partidocracia que se resiste a reinventarse, modernizarse y adaptarse al
signo de los tiempos, a las exigencias sociales y ciudadanas que no creen ya en
nada, ni en nadie.
Esa polarización ciudadana que se
atiza hoy desde diferentes frentes, lo mismo desde el enloquecido, extraviado y
tramposo Ejecutivo, que desde las anodinas dirigencias partidistas y, hoy como
nunca antes se había visto, desde una embravecida, retadora y corrupta rectoría
de la Universidad Autónoma del Estado (UAEM), nada bueno anuncia; convulsiona
la tranquilidad y la paz social, pero también dibuja un desafortunado panorama
electoral.
Y mientras el Ejecutivo saquea, corrompe y pisotea a
placer, pero también mantiene secuestrada la Plaza de Armas, con una tramposa
remodelación que lo único que reportará, son comisiones para su séquito, además
de que imposibilita las manifestaciones, el corazón político del estado fue empujado al edificio que alberga al
Poder Legislativo, en donde ahora se dirimen conflictos políticos y se marca la
agenda a seguir lo mismo por los partidos, que por los ayuntamientos y los
grupos que confluyen y se confrontan en la guerra por el poder.
Ahí en el Poder Legislativo es
donde se genera la información que trasciende; a donde se llevan las protestas
y el descontento que provocan los abusos y atropellos, lo mismo del Ejecutivo,
que en los ayuntamientos y en cada una de las instituciones públicas de nuestra
entidad y, por tanto, es también a los integrantes del Congreso a quienes se
cuestiona y se acusa.
Con todo ello, hay que reconocer
que al interior del Legislativo se camina en un mismo sentido; la mayoría, casi
todos los temas han sido aprobados por unanimidad y/o muy cerca de serlo, lo
que no es producto de la casualidad, si se toma en cuenta la experiencia política,
académica y legislativa de quien preside la mesa directiva, el diputado Francisco Alejandro Moreno Merino que,
cada que se ha requerido, ha parado, ha contenido las embestidas en contra del
poder que representa.
Es a causa de esa conducción del
Poder Legislativo, estricta y con puntual respeto a la ley, pero también
aconsejada por la negociación, que hoy el edificio de Matamoros se ha
convertido en la arena política en la que se deciden y dirimen conflictos que,
en la mayoría de los casos, si no es que en todos, son parte de ese camino
sinuoso y angosto que conduce al 2018, al momento electoral que decidirá la
gubernatura, los ayuntamientos, el Congreso del Estado y el federal, es decir
las senadurías y las diputaciones federales.
Así, cada uno de los actores que
se sienten merecedores, con la capacidad y el talento, pero también con la
estatura para llegar a la gubernatura en 2018, se apersonan y cuestionan,
políticas y a políticos; abanderan y
defienden causas y problemas, verdaderos o creados; incendios a los que
ellos mismos echan el cerillo.
Ejemplos sobran: Vinicio Limón Rivera, el desprestigiado
dirigente estatal de la CTM y hoy representante de la llamada red
ciudadana del circo llamado Transformando Morelos, cuya
aparición más importante, fue cuando se pretendió modificar la ley del servicio
civil, que sanciona la relación obrero patronal, entre el Estado y la
burocracia morelense. Su tramposa presencia y apoyo al sindicato de burócratas,
se pudo haber diluido entonces con un millón y medio de pesos que pidió, para
hacer lo que mejor le sale: darle la espalda a las causas de los trabajadores.
El otro que se ha mantenido sumamente
activo y ha tomado el Congreso del Estado, como blanco en el que impacten sus
aspiraciones político electorales, es el rector de la máxima casa de estudios, Jesús Alejandro Vera Jiménez que, al
estilo de su asesor estelar; de su hombre de confianza, Javier Sicilia, se llama víctima por todo y por nada; a la acción
legal del legislativo, responde con provocaciones y acusaciones, desde los
frentes mediáticos que controla y patrocina; desde esos medios que deben servir
a los universitarios y no a sus aspiraciones políticas y/o a las de sus aliados.
Igual las fracciones, las
facciones representadas en el Congreso del Estado, los grupos partidistas hacen
lo suyo con la intención de apuntalar proyectos con destino al 2018, como los
ejemplos más claros, es el diputado Julio
Yáñez Moreno (presidente municipal sin nombramiento de Cuernavaca) que
busca apuntalar a su títere, el futbolista Cuauhtémoc
Blanco Bravo, como también los panistas, que nadando de a muertito y del
lado de los ciudadanos, jalan agua para su molino, ese molino que se van a
disputar el diputado federal veracruzano, el corrupto Javier Bolaños y el legislador local, el ex secretario de salud, el
nativo de Cuernavaca, Víctor Manuel Caballero.
A su vez, los perredistas, piloteados
en la forma por la diputada Hortencia
Figueroa Peralta y, en el fondo, por el hijastro de Graco, el señorito Rodrigo Gayosso Cepeda, hacen lo suyo
con el fin de contener su anunciada derrota.
Lo más sonoro y reciente, es el reclutamiento
del diputado Julio Espín Navarrete,
ex presidente municipal de Puente de Ixtla en dos ocasiones y ya antes diputado
local por el PRI quien, en una decisión muy propia o motivada por la
satisfacción de un interés económico o la contención de algún conflicto
personal, decidió sumarse a la nave del naufragio en 2018, el PRD.
Por cierto, la
representación de Nueva Alianza en
Morelos, en manos de no sé qué desconocido, ha criticado al diputado Espín, el mismo que ganó su cargo en
boca de urna y a quien será el electorado de las demarcaciones que ha
representado, si decide castigar con su voto o no la decisión que tomó de
abandonar el partido de Elba Esther
Gordillo.
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