TERTULIA POLÍTICA
Colapsa Cuernavaca
Pedro Martínez Serrano
Hoy Cuernavaca está sumergida en
el abandono. Los criminales callejeros, esos de poca monta, que asaltan y roban
porque son drogadictos, actúan a placer. El clima de impunidad es aprovechado
por enviciadores de todo tipo, lo mismo tiradores droga, protegidos por policías corruptos, que los que
permiten el consumo de alcohol y enervantes, a menores de edad en antros mugrientos
e inundados de drogas baratas y por baratas altamente peligrosas.
En nuestra ninguneada ciudad
capital, impera la anarquía, porque a eso le apuestan las autoridades, las
improvisadas y corruptas autoridades municipales, que a un manotazo del
enloquecido que desgobierna Morelos, el señor Graco Ramírez, se someten, se inclinan, se agachan o se hincan,
según lo que en ese momento desee el titular del Ejecutivo.
Y precisamente por esa indignante
como conveniente sumisión, es por lo que hoy la ciudad se encuentra inundada de
basura, en manos de grupos criminales que bolsean, agraden y pisotean, por
ejemplo, a los comerciantes establecidos que son extorsionados, lo mismo por
grupos delincuenciales, que por funcionarios rateros al servicio del municipio,
pero también del Estado.
La ciudad, nuestra ciudad, que no
la del advenedizo, improvisado y pendejo (Real Academia Española: Tonto,
estúpido / De vida irregular y desordenada) Cuauhtémoc Blanco, está hoy secuestrada por mafias de todo tipo, de
criminales que tiran droga a lo largo y ancho del municipio (y con clientes
distinguidos en el Ayuntamiento), de comerciantes ambulantes, miles de
ambulantes que, la mayoría de ellos, son golpeadores de las guerrillas del Nuevo Grupo Sindical, del mafioso Bulmaro Hernández y su hijo, el tal Ben Hur;
grupos de taxistas que se benefician y se asocian con el hampón Jorge Messeguer, para trabajar en condiciones de ilegalidad,
El abandono que presenta
Cuernavaca, es igual en su infraestructura urbana, calles y banquetas
destartaladas y por destartaladas,
altamente peligrosas; como en su estructura de gobierno, en donde se mueven
en función de intereses de pandilla, como los cárteles de la droga, en los que todos
responden al capo mayor, en este
caso, el corruptísimo Julio César Yáñez
que como dipiutado, despacha como presidente municipal de Cuernavaca y, por
eso, tiene como administrador de sus intereses a su hermano Roberto Carlos.
Me ha tocado ver a muchos
funcionarios del municipio, hacer antesala en el Congreso del Estado, a la
puerta del presunto socio de
narcotraficantes, Julio Yáñez para
acordar con él o entregar maletas producto de comisiones o extorsiones.
Una de las mejores y más jugosas
fuente de ingreso para los señores Yañez
Moreno, es el Centro Comercial Adolfo López Mateos, concesionado de facto a
cárteles colombianos que lo mismo
controlan la venta de enervantes, que los lugares que se asignan a los
comerciantes; los permisos del giro con que trabajan y, no sólo eso, cobran
piso y hacen una lotería diaria en la que rifan 3 mil pesos o una pantalla de
las que regaló Sedesol. Hacen 20 mil boletos y todos, absolutamente todos se
venden, para levantar 400 mil pesos diarios.
En el Centro Comercial Adolfo
López Mateos no hay autoridad; quien administra ese mercado, César Eduardo Cuevas, reporta directamente a Julio Yáñez y cuando hay problemas,
recurre a los amigos del diputado; como
llaman al cártel de Colombia que manda en el mercado.
Peor aún es lo que ocurre en la
Plaza de Armas de Cuernavaca, en donde hace meses, de manera tramposa y a
complacencia y conveniencia de Graco
Ramírez se mantiene una remodelación que se prolonga porque así conviene.
Una plaza que los pocos espacios que quedaban para los transeúntes se inundan
de fritangueros y vendedores de artículos de dudosa procedencia, eso sí,
protegidos por el Nuevo Grupo Sindical.
La salida a las calles de los
comerciantes semifijos, en supuesta rebeldía por la remodelación que avanza a
paso de tortuga y los afecta, es un acuerdo tras bambalinas entre los dueños
del corrupto sindicato y el subsecretario de gobierno, Jorge Meade González que así, cierra el paso a aquellos que se les
ocurra manifestarse y, si lo van a hacer, que lo hagan en otra parte, como el
Congreso del Estado o, como hoy ocurre, la Avenida Atlacomulco.
Corolario del colapso en
Cuernavaca, es la posición asumida por un tal Arturo Flores Solorio, director general de Gestión Política y
Gobernación, por decisión de Roberto
Carlos Yáñez, pues mientras habla de orden, atiza el desorden, la anarquía
y el atraco en agravio de los ciudadanos. Recibe miles, muy seguramente cientos
de miles de pesos al mes, por la operación de cientos de vendedores de barbacoa
y fritangas de personas venidas del Estado de México, ninguna de las cuales
posee permiso expedido por el ayuntamiento; lo mismo pasa con los más de 300
carretilleros, venidos de Guerrero a vender de todo en sus expendios móviles,
hasta droga.
Así pues, el colapso de
Cuernavaca es un asunto que cruza y concilia intereses corruptos del gobierno
del Estado, con funcionarios ladrones del ayuntamiento de la abandonada,
mugrienta e insegura ciudad capital.
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