viernes, 28 de octubre de 2016

TERTULIA POLÍTICA

Entre el saqueo y la frivolidad

Lo más ofensivo que pueda lanzarte
a la cara tu peor enemigo no se compara con
lo que tus amigos más íntimos hablan
de ti a tus espaldas /
Louis Charles Alfred de Musset

Pedro Martínez Serrano
Hoy Cuernavaca se desmorona y convulsiona, como consecuencia de la voracidad de los hermanos Julio y Roberto Yáñez Moreno, pájaros de cuenta, como se llama a los ladrones, criminales y abusivos, pero también en manos de dos sujetos que por principio ni mexicanos son; gachupines que ven a nuestra ciudad, como la tierra de conquista a la que su paisano Hernán Cortés, golpeó y saqueó hasta hartarse.

José Manuel Sanz y el locutor Juan José Arrese García, se unieron para culminar el abuso español, iniciado hace 500 años y, aprovechando la ignorancia y torpeza del presidente municipal Cuauhtémoc Blanco Bravo que, desde luego, en nada honra su nombre, se han apropiado del ayuntamiento de la ciudad, cuyas finanzas manejan a su antojo, como si fueran recursos de su propiedad.

Ayer platiqué con un directivo del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Cuernavaca (SAPAC), cuyo titular José Pérez Torres, sigue rindiendo cuentas a los hermanos Yáñez Moreno, pero atiende también las órdenes de los gachupines Sánz Rivera y Arrese García quienes, se me adelantó, pactaron con los regidores integrantes de la junta de gobierno del organismo, el alta de una empresa a la que se asignará la cobranza de la cartera vencida del organismo a cambio de una altísima comisión.

No sólo eso, el acuerdo entre la síndico (cercanísima y representante de los Yáñez) Denisse Arizmendi y los maiceados regidores Rafael Domínguez, Modesta Ruiz Santos, Jorge Pallares y Pedro Ramón Linares, están en condición de condonar adeudos a placer.

─ Es una mentira que el SAPAC esté en quiebra… Son unos ladrones que están desfondando al municipio, empeñados en terminar con todo; con arrasar hasta con el último centavo que cae a las cajas de la tesorería o del organismo operador del agua, me comentó molesto, indignado uno de los directivos del organismo.

De tal grado es la capacidad financiera del SAPAC, que estaría en condición de cubrir, cuando menos, el 50 por ciento de la nómina del municipio, dice molesto y lamenta que la voracidad de los regidores integrantes de su junta de gobierno, permita que se hable de crisis financiera en el organismo, lo que no es más que una trampa mediática, para poder robar a placer.

Lo que se dice en los pasillos de la dirección del SAPAC, es que el tal José Pérez Torres estaría entregando millón y medio de pesos a José Manuel Sanz, quien se encarga de repartir la maleta con su muchachito, el ignorante Cuauhtémoc Blanco y, desde luego, con su guía, amigo y cómplice, Juan José Arrese García de quien, por cierto, me hicieron llegar copias de la nómina de su panfleto radiofónico, en el tiempo en que las pagaba el hermano del presidente municipal en turno.

En más del corrupto ayuntamiento diseñado por los presuntos ladrones y saqueadores hermanos Yáñez, hay que anotar que se ha dicho mucho en torno a la firma de Cuauhtémoc, que si es falsa o es autógrafa la que se estampó en el documento que firmó por 7 millones de pesos, a condición de ser candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca y, con ello, favorecer la votación por el Partido Social Demócrata.

Lo que es un hecho, es que el futbolista no estampó la firma en aquel documento, por una sencilla razón: difícilmente es capaz de hilvanar signos, hasta construir correctamente una palabra.
Me dicen que desde los momentos de candidato, quienes se repartían las firmas de Cuauhtémoc, eran José Manuel Sanz, cuando estaba presente y era necesario rubricar algún documento y Roberto Carlos Yáñez, a quien autorizaban ambos, el futbolista y el representante que, incluso, le llegaron a decir: te sale mejor que la original.

No sólo eso, todos los nombramientos que se expidieron en la primera temporada del ayuntamiento presidido por Cuauhtémoc Blanco, cuando todavía no entraba a escena Arrese, fueron suscritos por Yáñez Moreno, al igual que las cuentas bancarias en las que el alcalde debía suscribir.

Y a manera de broma, desfachatado y barbaján como es, cada que firmaba algún documento, Cuauhtémoc Blanco decía: a ver si me sale la firma; mientras que cuando se trataba de un cheque, invariablemente remataba: si no lo quieren pagar por la firma, que me llamen del banco para decir que si es mía.

Así las cosas entre el saqueo y la frivolidad, se despellejan las finanzas del ayuntamiento y, momento a momento, se hunde más al futbolista Cuauhtémoc Blanco quien, en el colmo de la estupidez, no se da cuenta que los actos que se realizan en su nombre, los tendrá que pagar, porque no hay gachupín que robe tres años, ni pueblo que los aguante.

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