Entrega de Héctor de Mauleón en El Universal…
Alerta en Morelos persecución y revancha
oficial en contra de periodistas y abogado
oficial en contra de periodistas y abogado
Con su autorización trascribo y reenvío el
texto que difundió hoy mi amigo, el periodista Jesús Castillo García, en el que expresa su preocupación (como de
la mayoría de los periodistas independientes que vivimos en Morelos), sobre
irresponsable y tramposa difamación del gremio, en que incurre el Comisionado
Estatal de Seguridad Pública, el tijuanense Jesús Alberto Capella Ibarra. Aquí la entrega:
Capella y los periodistas
Por Jesús Castillo García
En una reunión que sostuvimos algunos
periodistas con funcionarios del Gobierno estatal a raíz de la agresión a una
compañera reportera por parte de elementos del Mando Único, un compañero le
expresó al comisionado de Seguridad Pública, Jesús Alberto Capella Ibarra, la necesidad o conveniencia de
establecer una relación cordial entre la Policía y los periodistas.
El abogado
tijuanense dio una respuesta que refleja el profundo desprecio que le tiene a
la prensa morelense. Dijo, palabras más palabras menos, que él tiene muchos
amigos periodistas, tanto en Tijuana como a nivel nacional, “uno de mis mejores
amigos era el que falleció hace poco, don Julio
Scherer”, comentó.
Desde mi
particular punto de vista, Jesús Alberto
Capella, al igual que su jefe Graco
Ramírez Garrido Abreu, ven y tratan a los periodistas morelenses como unos
“pobres diablos” sin calidad periodística a los que pueden controlar con dinero
(Graco no ha bajado de su cuenta de Twitter aquel mensaje donde dice que
cuando los periodistas están en nómina aplauden como focas, y si no se dedican
a calumniar).
A los que
respetan son a los periodistas nacionales, a ellos sí les dan entrevistas
exclusivas y las conferencias de prensa son con opción a preguntar, no los
monólogos que coordina semanalmente Miguel
Ángel Sandoval.
Hoy Capella dio muestra de que sus amigos
no son los reporterillos de Morelos, sino los de talla nacional. Uno de ellos
es Héctor de Mauleón, columnista de El Universal.
“Desde su
llegada a la entidad, a principios del 2014, José Alberto Capella (sic) dijo haber recibido amenazas de muerte
constantes por parte de los grupos criminales que operan en Morelos. Hoy, en el
Gobierno del estado se afirma que la detención de al menos seis personajes
cercanos a Santiago Mazari ha
colocado al líder de Los Rojos en una situación de
vulnerabilidad extrema. No se descarta, incluso se teme, que pueda emprender (El Carrete) lo que le sugiere el
mensaje (matar a Capella). Ojalá no
dejen solo a Capella”, escribe hoy Héctor de Mauleón.
Es entendible
que Capella busque el protagonismo
que lo ha llevado a la fama desde hace varios años, y que trate de hacerle ver
a su jefe Graco Ramírez que se está
jugando el pellejo por el estado, pero en su autopromoción el comisionado de
Seguridad Pública incurre en una gravísima violación a la ley:
Hace pública
información que contiene una carpeta de investigación que se supone debería ser
de alta confidencialidad.
Y de paso, el
abogado metido a policía “manda un calambre” a abogados y periodistas que tanto
lo fastidian:
El amigo de Capella habla de un intercambio de
mensajes entre “El Carrete” y su lugarteniente apodado “El Pica”, donde se
menciona que tienen abogados dentro de la organización para que los defiendan.
No da nombres.
“En el
teléfono había también indicios de que Los Rojos tienen bajo su mando a un
corresponsal de un medio nacional. Según El Pica, el periodista estaría
encargado de enviar información según los fines del grupo criminal”, dice la
columna de hoy en El Universal.
Al no
mencionar el nombre del corresponsal ni del medio, Capella y su amigo Mauleón
propician que estén “bajo sospecha”, los siguientes periodistas: Justino Miranda, El Universal; Héctor
González, hasta hace poco corresponsal de Reforma; Pedro Tonantzin,
Excélsior; David Monroy, Milenio; René
Vega Giles, La Crónica, Jaime Brito, de Proceso y Jesús Castillo,
El Financiero, y alguno más que se me
olvide.
El
comisionado de Seguridad Pública adereza esta filtración con un comentario
hecho en el noticiario radiofónico “Diario de Morelos Informa” con Pablo Rubén Villalobos: “seudocolegas
tuyos que son parte de la delincuencia organizada y que tratan de generar
campañas de desprestigio".
Ojo: la
carpeta de investigación dice que “un
corresponsal”, pero aquí Capella
ya está “agarrando parejo”, y no
solamente contra quienes coadyuvan con la mafia, sino también aquellos que —a
su modo de ver— le generan “desprestigio
en redes sociales”.
También dice
que “informes de inteligencia” le han revelado que hay periodistas que dan a
conocer en sus redes sociales lo que dice una narcomanta que aparecerá dos
horas después.
Hábil, se
niega a dar nombres cuando los colegas lo cuestionan y lanza un “quien le quede
el saco que se lo ponga”.
Se trata de
criminalizar a la prensa (pero sólo la local), y de hacerse la víctima quizás
para redoblar su ya de por sí abultada escolta.
No sé si los
demás corresponsales, pero al menos en mi caso, sí me causa agravio y exijo que
la autoridad dé a conocer el nombre (y lo detenga si el caso lo amerita), del
periodista que trabaja para la delincuencia organizada, lo mismo que aquellos
que —según él— saben dos horas antes lo que va a decir una narcomanta.
Pero también
denuncio públicamente que Jesús Alberto
Capella Ibarra está filtrando información contenida en un expediente penal
para ser usada a su conveniencia. Eso también es un delito y debería
investigarse.
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