TERTULIA POLÍTICA
Y yo… ¿en qué libro leo?
(…) aprovechando esa cultura de la corrupción,
de la compra de conciencias; la subasta de dignidades
y la condición parasitaria de muchos,
los gobiernos relajan la administración
de los recursos, porque cualquier ratería (…)
se resuelve con una gratificación
a quien debe vigilar el correcto manejo del erario
de la compra de conciencias; la subasta de dignidades
y la condición parasitaria de muchos,
los gobiernos relajan la administración
de los recursos, porque cualquier ratería (…)
se resuelve con una gratificación
a quien debe vigilar el correcto manejo del erario
Pedro Martínez Serrano
En México vivimos en el país en
el que está mal, es el de enfrente; en el que todo con un remiendo queda; con
un salivazo entra y con un alambre aguanta otro mes, pero también en donde el sablazo,
lo mío y el a´i vamos, es parte de nuestra corrupta cultura, igual que el
remate aquel de cualquier negociación que reclama: “Y yo… ¿en qué libro leo?
Los mexicanos, una inmensa
mayoría de nosotros, somos corruptos o contribuimos la corrupción; eso sí, nos
damos golpes de pecho y criticamos con rabia a quienes están en el poder o lo poseen,
junto con la influencia para sangrar las arcas del estado, entendido este como
la federación, la entidad y el municipio, en sus tres modalidades, ejecutivo,
legislativo y judicial.
Y aprovechando esa cultura de la
corrupción, de la compra de conciencias; de la subasta de dignidades y la
condición parasitaria de muchos, los gobiernos relajan la administración de los
recursos, porque cualquier ratería, disfrazada de programa social, obra de
beneficio colectivo o servicio público, se resuelve con una gratificación a
quien debe vigilar el correcto manejo del erario.
Lo anterior viene a tema, por el
asunto del llamado gasolinazo, ese desproporcionado aumento a los energéticos,
lo mismo a la gasolina, que al gas doméstico y a la energía eléctrica que, en
conjunto, se convierten en un golpe más a la extraviada tranquilidad económica
de los mexicanos.
En su mensaje de año nuevo, el presidente
de la República, Enrique Peña Nieto,
muy propio de él, salió a embravecer a los diferentes sectores del país.
Buscó justificar ese mortal
incremento a las gasolinas; dijo también que instruiría a sus dependencias
colaboradoras, para que vigilen, que no haya aumentos de precios en los
productos de la canasta básica y a los servicios que a diario empleamos los
mexicanos.
Sólo un imbécil, un ingenuo
podría dar crédito a las palabras del señor Peña Nieto, cuando se refiere a que vamos a estar mejor y que se
controlará el aumento en los precios.
No más que me explique, que nos
explique de dónde van a agarrar dinero los transportistas, los empresarios y todas
las familias, para amortizar el 20 por ciento de aumento en las gasolinas y los
voraces incrementos al gas y a la electricidad.
El país está convulsionado y va a
estar peor; hay una escalada violenta, generada por el descontento que motivan
las erráticas medidas económicas del gobierno federal. Consecuencia de lo cual,
por ejemplo, el secretario de Hacienda, José
Antonio Meade, pasó de ser poseedor de una imagen limpia y de un servidor público
correcto, a un pelagatos irresponsable que recurre a trabalenguas, a
cantinfleos, para justificar lo injustificable.
Irresponsabilidad y paternalismo
El desgastado presidente Peña Nieto, dijo que mantener los
precios de la gasolina en la condición que se encontraban, reportaban un egreso
del orden de los 200 mil millones de pesos al año, una erogación según él
irresponsable y que distrae objetivos de orden social.
Opino lo contrario, creo que ese
subsidio, si garantizaba la seguridad y la tranquilidad social, se justificaba
más que ninguno: decía el ideólogo mexicano Jesús Reyes Heroles: en política cualquier precio es barato, más
cuando se trata de atajar el descontento social; la ingobernabilidad que
recorre el país.
Sobre el particular, hay que
anotar que las locuras electoreras y oportunistas de Andrés Manuel López Obrador, en su tiempo de jefe de gobierno de la
Ciudad de México, fueron retomadas por los presidentes panistas, Vicente Fox y Felipe Calderón, el primero de los
cuales fue el establecimiento de un sistema de pensiones para los adultos
mayores.
Entonces, las objeciones de sus
opositores y de reconocidos comentaristas de economía y finanzas, como David Páramo, se centraban en la
viabilidad financiera del programa o sus supuestos manejos clientelares. Decían
entonces que se endeudaría a la Ciudad de México de manera exponencial.
Hoy, la Secretaría de Desarrollo
Social (Sedesol), esa dependencia federal, tan corrupta como disfuncional, reproduce en mucho y aplica todos y
cada uno de los programas ideados por el señor López, le da dinero a madres solteras, a personas mayores y a
muchísimos grupos sociales que se enlistan, pero que los recursos nunca llegan
a ellos.
Hoy, hay especialistas, personas que
se promocionan como consultores para bajar
recursos para programas sociales, que no son más que gente relacionada con
funcionarios corruptos de las dependencias de Sedesol, que a cambio de
repartirse el dinero, enganchan a quien se les cruza, con la promesa de
entregarles un beneficio que nunca les llega.
Sedesol estaría llamada a desaparecer, pero no lo hacen porque el
objetivo de esa dependencia, es eminentemente electorero; cañería por donde se
fugan miles de millones de pesos que a los únicos que benefician es a los
directivos, allá en la Ciudad de México, que a delegados y funcionarios
menores. Todos ofrecen apoyos en dinero a cambio de comisiones.
Reflejo de lo que hace la Sedesol, se calca en los estados que
entregan dinero por todo, ejemplo, la payasada de la Beca Salario, que es un
instrumento electorero mentiroso y oportunidad de robarse decenas de millones
de pesos, que jamás llegan a los estudiantes. Se trata de un programa capricho
que sólo funciona en la cabeza del extraviado mental que desgobierna Morelos, Graco Ramírez.
Hoy, veo con preocupación que se
quiere sacar dinero el Estado, para evitar que los padres de familia paguen
cuotas escolares; se entregan útiles escolares, ahora, uniformes y más y más
programas que no son más que negocio que reditúa millonarias comisiones a
quienes los idean.
De momento, en mi opinión es
necesario desaparecer Sedesol; pero también realizar una verdadera reingeniería
y limpiar las nóminas de aviadores, amantes, familiares y hasta sicarios, que
se cobijan y mantienen del erario, “gracias al jefe”.
Toda esa corrupción es imparable,
con todo y las payasadas legislativas, que apuntan a la designación de fiscales
anticorrupción, comisiones ciudadanas y más y más, que no son más que la apertura
de nóminas a recomendados de partidos políticos, que siguen siendo responsables
de la debacle económica y de que México de desmorone.
Ejemplo de lo anterior, es Juan Manuel Portal Martínez, un sujeto corrupto
que, como Auditor Superior de la Federación, aplaudió la administración de Javier Duarte en Veracruz y arremetió
impunemente de representantes de organismos desconcentrados, especialmente universidades
a petición y compensación de gobernadores (todos) ladrones y corruptos.
Lo que hoy pasa en México,
con la escalada de precios, consecuencia del voraz aumento a los energéticos,
es culpa de todos, pero especialmente de nosotros, por la tibieza con que
permitimos el atraco nacional, perpetrado por los cárteles criminales que
gobiernan el país.
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