El Mexicano…
Una historia de
abuso, explotación y
promiscuidad; los Eligios, alcohol y drogas
promiscuidad; los Eligios, alcohol y drogas
Pedro Martínez
Serrano / Primera parte
Conocí a Eligio Valencia Roque a finales de los 90´s. La primera impresión
que tuve de él no fue buena. Era la réplica caricaturesca de don Fidel Velázquez Sánchez, sin embargo,
en aquellos años, las condiciones se daban para que me empleara en El Mexicano.
Con todo y la
carencia intelectual y profesional, que acentuaban la improvisación en la
edición del periódico, a pesar de las herramientas tecnológicas de que disponía
entonces la Editorial Kino S.A., de C.V., el matutino se
presentaba como la mejor plataforma para la proyección profesional.
Desde mi
ingreso a la plantilla de reporteros de El
Mexicano, en aquellos días compartiendo redacción con Coco Castillo, Roberto
Martínez Cuevas, Viky Fernández (qepd) de Hilario Ochoa y, en la jefatura de información, Sergio Anzures Ochoa, “el ojos”, digo además de un grupo de
viejos “levanta notas”, que más que reporteros parecían vendedores de
publicidad, como José Luis “El Oso Cortés, un cínico motociclista de tránsito, que por azares de la
suerte, cayó al periódico; y como él, muchos que iban a mal escribir, para bien
cobrar a quienes mencionaban en sus remedos de notas periodísticas, me di
cuenta que la improvisación, la ocurrencia y el remiendo, eran sellos que imprimía
en cada edición el mismísimo Eligio
Valencia Roque y, en su ausencia, Eligio
Valencia Alonso, el Junior, ambos borrachillos de escritorio que
disfrutaban el elogio ramplón del grupo de bufones del que se hacían rodear.
La primera
impresión que tuve de Eligio, como
se menciona al viejo caciquillo pueblerino que asaltó El Mexicano, para adueñarse de él, luego de un movimiento laboral a
finales de los 60´s, en el que participaron muchos de los que se deshizo al paso
del tiempo, en algunos casos con la paciente espera de que se fueran y a otros,
a los que pisoteó y, se dice que a algunos, desapareció, fue lo que confirmé con el paso de los años, es un
sujeto mezquino, ladrón, fanfarrón y traicionero. Abusivo y promiscuo.
Por allá supongo
que del 2003/2004, la dirección de El
Mexicano, decidió despedir al periodista y escritor José Job Flores, “por los
purititos
huevos de Eligio”, me dijo
entonces Horacio Carbajal, uno más
de los sujetos serviles y agachones que aguantaban su pisoteo, para mantenerse
en la jefatura de personal.
El tema lo
conocí de cerca, en un viaje que realizamos a la Ciudad de México.
En uno de esos
prolongados silencios que acostumbraba Eligio,
estábamos en la mesa de uno de los comedores del Presidente Chapultepec, cuando le pregunté:
─Oiga Don Eligio ¿cuál fue el problema con Job? Yo lo veía muy cercano con usted; ya ve que hasta de paisanos
se trataban…
En eso estaba,
cuando el viejo Valencia Roque soltó:
─Ya no servía… Pensó que me podía ver lo
pendejo, pero se equivocó…
Y como siempre fui igualado con Eligio, así mismo lo interrumpí para espulgar
más en el tema:
─Pero los demandó, ¿o no?
Raro en él, pero la pregunta motivó que
soltara un remedo de carcajada y rematará el tema:
─Intentó, pero no consiguió nada… En la
junta, Carbajal y el abogado, ofrecieron reinstalarlo, pero ya no aceptó… Sabía
que lo íbamos a encerrar 8 horas diarias y lo íbamos a poner a lavar baños… El
trabajo ahí está.
Luego de esa conversación, antes de que
llegara un empresario con el que teníamos cita, me quedé pensativo. Supe que estaba
frente a un explotador, ladrón y cacique de horca y martillo.
El tiempo me dio la razón, hace un par de
días me enteré, que la operadora en la que disfrazan el fraude laboral que
diseñan hace unos 5 años, para desaparecer la empresa, en voz de Jesús Velázquez pelele, ladrón y bufón
de Eligio Valencia Alonso, el
drogadicto al que llaman el Junior,
despidió a Sergio Anzures Ochoa, mi
amigo “el ojitos”, a Alberto Sarmiento
y a otros 10 u 11 trabajadores,
por haber incurrido en la exigencia del pago de su salario de 12 semanas, ante
la autoridad laboral.
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