Así desapareció Jojutla…
No puedo grabar más, me gana el
instinto de ayudar que el de periodista
instinto de ayudar que el de periodista
Es en ese momento que instintivamente volteo hacia
el poniente de la Plaza y estupefacto veo como
caen a unos 10 metros de donde me encuentro,
unos arcos de 5 metros de altura
y aproximadamente 15 metros de longitud
el poniente de la Plaza y estupefacto veo como
caen a unos 10 metros de donde me encuentro,
unos arcos de 5 metros de altura
y aproximadamente 15 metros de longitud
Crónica de Arturo
González
Jojutla, Mor. 19 de Septiembre de
2017. 13:14hrs.
Hace unos dos minutos he comprado
el periódico, pues en el estacionamiento donde dejé mi auto, no han terminado
de lavarlo y me piden 30 minutos para entregármelo.
Estoy sentado
en una de las bancas de la Plaza de Jojutla, justo atrás del busto de Don
Ricardo Sánchez, primer introductor de arroz en esta zona, cereal que le ha
traído a Jojutla reconocimiento internacional.
Siento como se
mueve un poco la tierra y pienso “está temblando”, probablemente es una de las
réplicas del terremoto del 7 de septiembre que ha devastado Oaxaca y Chiapas.
El movimiento se hace más fuerte y en ese preciso momento percibo un fuertísimo
ruido del viento, igual al de un avión que está despegando, veo las copas de
los árboles de la plaza y los pájaros emprenden un vuelo errático, es cuando se
intensifica el movimiento de la tierra. Estoy de pie, en el centro de la plaza,
solo alcanzo a ver a tres personas, un joven de unos 30 años que se hinca junto
a la banca en la que un instante antes yo estaba sentado. Frente a mí, otro
señor de edad más avanzada se recuesta sobre una roca de unos 100 kilos y la
abraza… Es en ese momento que instintivamente volteo hacia el poniente de la
Plaza y estupefacto veo como caen a unos 10 metros de donde me encuentro, unos
arcos de 5 metros de altura y aproximadamente 15 metros de longitud… Se caen
sobre la calle Riva Palacio, llenado de polvo el ambiente, los escombros cubren
la totalidad de la calle de unos seis metros de ancho con piedras muy grandes.
Algunas piedras mucho más pequeñas salen volando y me golpean los pies y en la
rodilla derecha. No siento dolor, ese vino algunas horas después.
Camino hacia
el oriente, tratando de alejarme de la estructura caída y veo como poco a poco
sale la gente, espantada, gritando, corriendo… veo varios niños con su uniforme
escolar. A lo lejos alcanzo a ver como se desploman otras fachadas sobre la
calle principal de Jojutla. Oigo ruido de vidrios rotos. Es cuando siento que
deja de temblar. Ahora el que está temblando soy yo. Saco mi celular del
bolsillo e intento inútilmente de marcar un número, no puedo, no lo recuerdo,
trato de calmarme y mejor lo busco por la agenda, marco a mi casa, pero no hay
línea, es entonces que suena mi teléfono, es Arturo, mi hijo que está en la
Universidad, me tranquilizo de inmediato cuando oigo su voz, me dice que está
fuera de la escuela pero no encuentra a su hermana, pero le han dicho que ya la
vieron y que está bien, en una comunidad de unos mil estudiantes eso debe ser
un caos, pienso. Le digo que se calme, que me haga favor de comunicarse con su
mamá, e intente encontrar a su hermana. Pienso entonces que mi esposa fue por
mi hija más pequeña a la secundaria en Tejalpa. Oigo entonces las primeras
sirenas de ambulancias que llegan por el puente, en la entrada principal de
Jojutla, volteo y veo que hay una combi del servicio colectivo que se quedó
atravesada en la calle. Pienso qué bueno que la ayuda llegó de inmediato,
todavía no me percataba de la gravedad del evento, hasta que bajo a la calle
principal y volteó al oriente. Veo entonces mucha destrucción. Y es cuando
instintivamente comienzo a grabar un video de 39 segundos de duración. No puedo
grabar más, me gana más el instinto de ayudar que el de periodista.
Oigo unos
gritos a mi izquierda y a unos 10 metros de mí, está una señora con una niña de
unos 6 años en su mano izquierda y un niño de unos 4 en su mano derecha,
totalmente llenos de polvo los tres, la señora con lágrimas en los ojos,
terriblemente consternada, le dice a otra persona que su bebé está aún
enterrada en su casa, clama por ayuda, intento acercarme a ellos para
preguntarle dónde está su casa, cuando veo un hombre joven que llega corriendo
al lado de ellos, es su esposo que toma al niño de una mano y corren
perdiéndose entre la multitud, ya no alcancé a llegar hasta ellos.
Empiezo
entonces a caminar hacia el oriente con rumbo al mercado, sobre la calle
principal, veo cientos de personas en las calles, corriendo, con el rostro
desencajado intentando llegar a sus hogares –supongo- o tratando de llamar por
celular, pero no hay señal dice la gente. Estoy frente a la Presidencia
Municipal y veo que se cayó el reloj y una parte de la fachada, ya ni intento
ir hacia el palacio municipal, sigo sobre la avenida principal, llena de
comercios con las vidrieras rotas, algunas fachadas derrumbadas, paso frente a
la terminal de los Pullman. Se le han caído algunas bardas y el plafón. Están
ayudando a una señora en la calle, la levantan del piso, está herida, oigo una
señora gritarle a un joven que va caminando con celular en mano, “mejor ayuda,
no estés grabándome”.
Busco la entrada del Pasaje
Robles, para cruzar a la calle Pensador Mexicano y llegar al estacionamiento,
pero no la encuentro, no sé si cerraron el pasaje, o si por los nervios no veo
la entrada. Es entonces cuando la gente que venía caminando por la calle
empieza a correr gritando que va a explotar la tortillería, y se desata
nuevamente el caos, la gente se aleja del lugar, afortunadamente nunca explotó
nada. Veo hacia los edificios y lo que noto es que hay varios tubos rotos que
tiran agua desde la azotea hacia la calle, en cantidades considerables. Hay
muchos escombros, piedras, tabiques, tejas y polvo por todos lados. Camino de
regreso hacia la calle Riva Palacio para dar la vuelta por la otra esquina y
llegar al coche, veo unos metros delante de mí un señor que lleva cargando un
joven herido, creo que está inconsciente.
Doblo en Riva Palacio al sur y en
la esquina llego finalmente a la calle Pensador Mexicano, la calle está
bloqueada por escombros de una casa de adobe que se derrumbó sobre un auto,
supongo que el auto iba circulando, pero no hay nadie dentro del auto. Es
entonces que veo a una viejita a la cual ayudo a salir de entre los escombros,
tiene las manos ensangrentadas pero está bien, en la casa de enfrente sacan una
silla de plástico y se sienta la señora en ella. Llego entonces al
estacionamiento y veo que el otro extremo de la calle también está bloqueado,
pero con menos escombros. En el estacionamiento no hay nadie, el local ha
sufrido la caída del plafón, todos los autos están llenos de polvo, casi no
distingo el mío. Regreso a la calle a esperar y llama mi hijo por segunda vez,
ha encontrado a su hermana y están bien, hablo con mi hija para intentar
tranquilizarla y le pido a mi hijo que siga intentando comunicarse con su mamá.
En la calle Pensador Mexicano, a
diferencia de la calle principal, prácticamente está desierta, a lo lejos veo
unos vecinos que sacaron sillas y se sientan a ver, no quieren regresar adentro
de sus casas, pero tampoco abandonarlas, eso creo.
Llega un joven desesperado por no
poder comunicarse con su familia, me dice que no entra la llamada, que no tiene
señal ni de internet, le ofrezco mi teléfono, yo tengo AT&T y no he perdido
la señal, también tengo whatsapp.
Pienso que hará falta que los
servicios y la ayuda entren a las calles y me pongo a quitar escombros, al
verme, algunos jóvenes me ayudan después de un tiempo logramos hacer espacio
para que pase por lo menos un auto, es entonces que llega el encargado del
estacionamiento con las llaves de los autos, supongo que fue a ver si en su
casa estaban bien, casi sin decir palabra me extiende las llaves de mi coche,
pero le digo que hay otros autos que no me permiten sacarlo, veo que tiene un
poco de miedo de entrar, pues si se ve dañada la estructura del techo, llega un
señor dueño de un taxi que estaba dentro del estacionamiento y se mete rápido,
se sube a su coche y sale echando madres porque se rompió su medallón sin
importarle que hay muchos escombros en la entrada saca el auto. Otro joven en
medio de la desesperación por sacar su auto rápido, no limpia los cristales y
no ve nada, choca su auto dos veces, una contra la reja de la entrada y otra
vez contra otro auto. Yo mientas he estado limpiado la entrada del
estacionamiento porque aún tiene escombros grandes.
El joven del estacionamiento
mueve un auto rojo y ya puedo sacar el mío. Entro rápidamente, siento el pulso
acelerado, lo enciendo y de reversa lo saco del estacionamiento. Avanzo poco a
poco sobre la avenida y estoy pensando si me quedo a ayudar o voy por mis
hijos. Tengo que pasar por debajo de unos cables que cruzan la calle y tocan el
toldo del auto… ojalá no haya luz, pienso, pero me arriesgo y sigo avanzando,
es la única salida.
Doblo a la izquierda para tomar
la calle Hidalgo y cruzo lentamente la calle principal, paso entonces por el
costado oriente del Palacio Municipal, veo más casas destruidas, pero también
veo que ya hay muchos vecinos organizándose y ayudando, hay algunos dirigiendo
el tráfico, otros preguntando si no hay heridos o atrapados. Veo también gente
grande fuera de sus casas sentados en silla de plástico, con caras
desencajadas, esperando. Me doy cuenta de qué solidario es el pueblo mexicano y
siento orgullo de ser parte de él.
Es entonces que decido que mejor
voy por mis hijos, ya ha pasado casi una hora, no tengo herramientas ni
conocimientos médicos y todavía no sé nada de mi esposa y de mi hija pequeña.
Voy sorteando escombros a lo
largo de varias cuadras, paso por debajo de otros cables que tocan el techo del
auto, pero no pasa nada, afortunadamente. Cada vez me voy dando cuenta de la
gran magnitud del desastre que dejó a su paso el sismo.
Prendo la radio del auto y
sintonizo a Arturo Ortíz, está dando detalles de lo acontecido en el sismo, me
entero que fue de 7.1 grados, pero casi toda la trasmisión se centra en la
narración de la Torre Latinoamericana en Cuernavaca, me alarmo en demasía, ahí
vive la Sra. Graciela, ojalá no le haya pasado nada.
Quiero tomar camino hacia Galeana
para llegar a la autopista, pero pienso que es mejor irme por Santa Rosa 30 y
llegar a Zapata.
Sigo de frente por la misma calle
y llegó a la carretera que va a Zacatepec, está ya muy congestionada pero todavía se puede circular a unos 30 km. por
hora, veo algunos jóvenes caminando a un lado del camino, me detengo y les digo
si necesitan que los lleve, me dicen que sí y suben al auto, son dos, están
espantados, van para Zacatepec, al Tecno, empieza a congestionarse más el
tráfico hasta que nos detenemos por completo, oigo una sirena atrás de
nosotros, todos los autos se abren y le damos paso a una patrulla. Es entonces
que veo a lo lejos que se cayó la parte alta del Chacuaco del Ingenio, el ícono
de Zacatepec, también tengo muchos amigos en Zacatepec, ojalá y todos estén con
bien. Oigo por la radio que Jojutla está devastado e inmediatamente Arturo
Ortíz dice: No, no alarmemos a la gente, la foto que nos han compartido por
redes sociales solo muestra unos escombros sobre la calle. Pero pienso que no
sabe la magnitud de la tragedia en Jojutla. El centro de Jojutla sí está
devastado, pero las comunicaciones son todavía malas y no le puede llegar la
información completa. Hará falta mucho trabajo, mucha ayuda para volver a
reconstruir Jojutla y todas las demás poblaciones afectadas, pasarán muchos
meses antes de volver a decir que terminó la reconstrucción y creo que no
volveremos a sentirnos seguros durante mucho, pero mucho tiempo.
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