…Cuernavaca es más grande que un temblor
Crónica / Jorge CAZALES MONTERO
Cuernavaca resistió otro gancho. Y de esos que acostumbraba
propinar el César del boxeo, esos que hacían doblar a su contrincante, esos que
dolían y mucho.
El movimiento telúrico de 7.1 en
la escala de ritcher, sacudió a Cuernavaca, sacudió a la ciudad que lo soporta
todo. Esa, que soporta saqueos,
violencia y abandono por parte de sus autoridades, esa que hoy luce destruida.
Su edificio emblemático se
derrumbó. No resistió la fuerza y el jaloneo del temblor. La torre Latino
Americana sucumbió. Un muerto y varios heridos, muchos rescatados.
Pero la ciudad mostró su
fortaleza. Más allá de lo que sucedió en ese edificio, no hubo lamentaciones y
sí mucho susto por toda la ciudad.
Se aferró Doña Cuernavaca.
Nos dio ejemplo de fortaleza, a los
políticos y a los ciudadanos. Dicen que era necesaria una sacudida de esa
magnitud:
─Es que ya nos portamos muy mal y Diosito nos mandó este castigo.
Además por tanta pinche violencia que hay y que las putas autoridades no pueden
controlar, dijo alterado Don Adolfo Domínguez, trabajador de Famsa.
Y arremetió: Ojalá y se abra la
tierra y se trague a tanto jijo de la chingada que nada más joden al pueblo…
─Dónde están aquellos culeros políticos que piden y piden el
voto?…”Yo no veo a nadie aquí, cargando cubetas con escombro. No los veo, no
veo a nadie que se una al cuerpo de rescate, no veo a ningún hijo de su puta
madre”.
La tienda Famsa se ubica sobre la
Avenida Morelos, a un costado del edificio que se derrumbó. Don Adolfo tiene
seis años trabando allí.
Narró lo sucedido:
“Sentí que me mareaba, pero
cuando vi que muchos de mis compañeros salían al parejo con los clientes de la
tienda, tuve que hacer lo mismo. Pero no fue fácil porque cuando está temblando
caminas y caminas y no avanzas. Escuché un tronido muy fuerte y pensé que ya
había valido madre. Al llegar a media calle seguía temblando y todos tenían
rostro de pánico. Cuando voltié el edificio estaba tirado. Fue cuestión de
segundos, nunca me imaginé la fuerza del temblor”.
En ese momento, dice Don Adolfo,
“sacudí mi cabeza y corrí directamente a los escombros para ayudar a los
atrapados. Aunque por un instante pensé que ningún esfuerzo salvaría a nadie,
pensé lo peor”. En ese momento sentí miedo, sentí la muerte”.
…Cuernavaca es más grande que un
temblor. Vamos a salir adelante, indicó Adolfo Domínguez.
La ayuda de la gente se dejó
sentir casi al instante del derrumbe del edificio. Cientos de ciudadanos
dispuestos a ayudar, sin importar poner
en riesgo su integridad. El objetivo era salvar a quienes habían quedado atrapados bajo los escombros y de la
ruta “Chapulín” que pasaba en ese momento y que recibió el impacto de los
trozos de concreto que llovieron en ese lugar.
En ese momento se dejaron
escuchar las sirenas de los equipos de rescate. La avenida Morelos era un caos.
Pero todos querían ayudar. La solidaridad del pueblo se sintió, se vio, se
palpó. Ellos son los verdaderos héroes…
Don Adolfo precisó que lleva
viviendo en Morelos más de 30 años y que nunca había experimentado un suceso
como el de ayer: He sentido temblores, pero no como este. De plano pegó muy
fuerte, ahora si nos sacudió bonito. Ojalá ─dijo─ que no
pase a mayores, que Diosito se apiade de nosotros.
La plática con Don Adolfo fue
rápida, tardó poco tiempo, muy poco. Y también en poco tiempo llegaron
rescatistas, policías preventivos, de vialidad y soldados que habían aplicado
ya el Plan DN-III.
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